Esa mañana de verano en Brighton, Inglaterra, estaba resultando particularmente calurosa para los tres abogados londinenses que estaban bajando sus papeles al edificio que habían rentado para convertirlo en su despacho. Les había parecido genial que tuviese dos pisos: en la planta baja pondrían la sala de espera y la recepción, mientras en la planta alta pondrían sus oficinas.
Habían invertido casi todos sus ahorros en esta aventura, pero ¿no acaso valía la pena por el bajo alquiler? En Londres jamás habrían podido siquiera soñar con tal sofisticación y comodidad. Por si fuera poco, se habían podido dar el lujo de alquilar departamentos en zonas de ricos.
Minos de Griffon, el bromista del equipo; Aiakos de Garuda, el conciliador; y Rhadamanthys de Wyvern, el cascarrabias; los tres jóvenes hombres habían quedado exhaustos después de concluir con aquella primera fase de la mudanza. Afortunadamente, Minos había viajado desde antes y había dirigido la remodelación del espacio, consiguiendo una decoración minimalista pero exquisita en tonos grises con acabados de madera. Habían apostado todo en ese proyecto, y tendría que salirles bien.
O eso pensó Rhadamanthys cuando notó que en aquella calle pasaban muchas parejas de hombres gay y de mujeres lesbianas en actitudes poco más que amistosas. Inmediatamente regresó al interior del edificio, encontrando a sus colegas descansando en los sillones de la futura recepción -¿Qué es esto, Minos? ¿Estamos en el barrio gay de esta horrible ciudad?- con molestia se dirigió a los otros -¿Cuál es el problema? Ellos también pueden pagarse un abogado, ¿no crees? Por Dios, Wyvern, eso no tiene la menor importancia- minimizó el reclamo el abogado noruego.
Al verse ignorado, él que era de una familia conservadora, salió nuevamente con la intención de largarse de allí tras azotar la puerta. -Vaya, al menos tenemos un parque enfrente y una cafetería. No todo puede ser malo- con un bufido se dijo a sí mismo para luego subirse a su auto de lujo y retirarse.
Si le había molestado la idea de estar en la zona gay de la ciudad, era porque tenía una intachable reputación que cuidar frente a su familia. No podía imaginarse cuando su padre fuera a visitarlo y viera semejante panorama. Pero era muy tarde: sus ahorros estaban allí, y tendría que ahorrar nuevamente por meses para buscar algún otro sitio menos inmoral.
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Al día siguiente, el rubio llegó puntual a continuar con el arreglo de su oficina. Estaban a menos de cuatro días de inaugurar el despacho GGW. El día transcurrió con mucho trabajo, y sintió la urgente necesidad de salir a fumarse un cigarrillo, por lo que cruzó la calle y se sentó en una banca de concreto que estaba cobijada por un frondoso árbol.
Apenas se había llevado el cigarro a los labios cuando la puerta de servicio de la cafetería aledaña se abrió, y entonces, ese fue el momento en que el mundo del abogado iba a cambiar para siempre.
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Nolens volens
RomansTres jóvenes abogados abrirán su despacho en la zona gay de su nueva ciudad. Rhadamanthys, quien está férreamente convencido de su heterosexualidad, por accidente conoce al chico de la cafetería de enfrente, Kanon. ¿Qué podría salir mal? Todas las i...