Capitulo 14: LA NIÑA DE MIS OJOS.

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Amiga ¿Cómo es que no te das cuenta que ya nada puedo hacer? Me enamoré. - Alexander Acha.

Siempre acabamos llegando al lugar donde se nos espera - José Saramago

"Ella va a demostrarles quién es mujer y cómo se es mujer.- José Donoso

KPOV

Afganistán Diciembre del 2008.

Mi corazón latía fuertemente. Mi padre me había dicho que ahí junto a ellos estaba Peeta.

Peeta, mi amor, estaba ahí... No pude agradecer más al cielo que lo hubiera mandado a mi casa esa mañana cuando después de no sé cuánto tiempo volvía a llamar a mis padres.

Escuchar su voz, decirme todas esas cosas, eran demasiado para mi corazón. Lo amaba, mi corazón así lo sentía. Por primera vez en mucho tiempo mi corazón dolía pero de amor, de amor correspondido. Porque yo volvería a estar con él, porque él era mío y yo sería de él para siempre. Porque sería la señora Mellark, mi sueño de cuento de hadas de niña se hacía realidad y me casaría con Peeta.

Sabía que ahora era libre de decirlo, de decirle que lo amaba, cuando escuché que él me lo dijo seguro supe que era el momento. Intenté ignorar por un instante ese ajetreo que había a mí alrededor. Abrí mi boca para decirlo. Con la seguridad de que aunque fuera al otro lado del mundo, ese hombre entendería por fin cuanto lo amaba.

Pero... todo pasó muy rápido, un segundo antes intentaba hablar y al siguiente, un compañero doctor se había aventado sobre mí gritando mi apellido. Una fuerte explosión se escuchó y tierra y escombros fueron levantados a mi alrededor.

El me ayudó a levantarme del piso y entró corriendo al cuartel. Por suerte estábamos en la parte trasera de la base que era donde estaban los teléfonos.

Entré a la base y entre la confusión vi personas en el piso, la tierra haciendo una capa de polvo, la más grande que yo había visto en mi vida. Se escuchaban las balas como si estuvieran a un lado mío. Y otra fuerte explosión hizo que el piso temblara haciendo que la energía me impulsara hacia atrás, hacia una pared. Dolió mi cuerpo, estaba aturdida.

Alguien me agarró de mi chaqueta y me levantó.

Decía algo, pero no podía entenderlo, mi cabeza zumbaba por el sonido.

Me sentía desequilibrada.

Magde, llegó a mi lado, tenía su cara manchada de tierra y un gran corte en la frente de donde salía sangre. Tomó mi mano y me sacó por la parte trasera de la Base. Di un vistazo hacia adentro antes de salir y vi unos cuerpos a lo lejos en otro cuarto, tirados, muertos.

El crepúsculo se ponía y el frio era terrible, pero eso no me impidió correr entre la nube de humo. Sí, tenía que servir a mi país, pero también quería vivir.

Mi cuerpo seguía doliendo, pero no puedo pensar en nada más que en Peeta, diciéndome que me amaba, en Peeta, en mí, en mi cuerpo, en Peeta, amándome más allá de lo que él creía posible, en Peeta, tan seguro de mí que me pidió matrimonio.

"CORRE" lo escuché en mi mente.

Y eso hice, corrí junto a esas pocas personas entre el gran terreno desolado y a punto de fundirse con la noche, con un estruendo en mi espalda y a punto de llorar.

Pero corrí y correría toda mi vida si eso significaba que volvería a él...

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