Dos meses después de esta terrible experiencia y cuando Susan y Adam se hubieron repuesto lo suficiente empezaron a planear su boda. Susan y Karen estaban muy ocupadas. Entre los preparativos para la ceremonia , el vestido nupcial y los invitados no se daban basto, y eso que Karen estaba en espera de su tercer retoño. Aún así quería ser ella y nadie más quien se ocupara de estar con Susan en todas las tareas relacionadas a la boda. Karen está en su segundo mes, aún puede tener un poco de ajetreo. Asi que durante semanas la acompaña en las compras, los encargos, la prueba del vestido, y más .
Después de tanto correr en tantas cosas necesarias el dia tan anhelado por fin llega. La noche anterior Karen debe sentarse con su hermana para hablarle de la noche de bodas y sus obligaciones maritales. Susan no puede con tanto rubor en su cara. Quisiera saltarse esa parte pero comprende que será casi imposible hacerlo. A menos que se finja enferma. Pero ¿ Cuanto pudiera durar la enfermedad? Susan considera que es mejor salir de una vez de lo inevitable. Tal vez se acostumbre en algún momento a ver la cara de su marido por las mañanas sin ruborizar. Susan debe rogarle a su hermana que deje ya de tocar un tema tan incómodo. Ya entendió lo básico.
—estas hermosa Susan. Ese vestido resalta el brillo en tu mirada. Adam se volverá loco de felicidad al verte— dice Karen. Susan está frente al espejo y aún no puede creer que está a punto de casarse. Luce radiante. Hermosa, pero está temblando como las ondas de agua en el estanque cuando de niña le arrojaba piedras por pura diversión.
Susan llega en un carruaje y camina hasta el altar de bodas. Algunas niñas caminan adelante lanzando coloridas flores que caen al suelo sobre el que camina Susan. Todos la miran admirando su belleza. Ella sonríe radiante.
Adam está tan nervioso como Susan. La espera ansioso. Ambos están muy felices de por fin unirse en matrimonio, Susan llega a su lado acompañada de su cuñado Norman. Entonces empieza la ceremonia.
Los novios confirman ante todos su amor y pronuncian los votos de lealtad, compromiso y amor mutuos. Entonces más tarde celebran junto a la familia de Susan y algunos amigos de Adam en una amena celebración, hay cantos, baile, comida, y mucha algarabía entre todos. Adam muriéndose por robarse a su esposa la sorprende en la habitación mientras Nahia retoca su peinado luego de haberse refrescado.
—Nahia, puede retirarse— dice él sorprendiendolas.
— Si señor— responde ella. Entonces sale de la habitación.
— Cariño, es temprano, ¿ Que tal si bajamos y seguimos en la celebración?—dice Susan nerviosa . Él sonríe y la abraza haciéndola ruborizar.
—Quiero celebrar, si, pero solo contigo amor mio— dice y besa su nariz. Ella esquivandolo intenta salirse de la situación pero Adam tiene otros planes. Susan no puede evadir su deber ante su ahora esposo. Pero Adam es muy comprensivo y cariñoso y logra retenerla a su lado. No desea compartirla con nadie más.
—Bien, debo cambiarme— dice ella tratando de parecer segura. Cuando lo cierto es que tiene miles de dudas. ¿ Seré suficiente para él? ¿ Le gustará? ¿ No pensará que soy una santurrona?, Susan piensa todo aquello mientras se cambia en el baño , se quita el vestido con ayuda de Nahia y queda en ropa interior. Un camisón muy seductor que le compró Karen y del cual ella ahora se lamenta haberlo usado. Se siente desnuda y no desea salir. Finalmente Nahia deja solos a los recién casados. Susan sale del baño y él la mira sin poder disimular el encanto que ella le hace sentir. Susan no lo mira. Mira el piso y él camina hasta ella. Adam está en poca ropa. Entonces se acerca y besa su hombro. Rodeando su cintura mientras acaricia su espalda suave con sus manos ansiosas de recorrerla entera. Él baja su camisón el cual cae al piso y ella queda expuesta. Adam la levanta y ambos se miran con profundo deseo. La lleva hasta la cama donde con sutileza la hace recostar. Entonces quita su propia ropa interior y se acomoda sobre ella besando sus labios tersos. Ama sentir su piel suave y aspirar su delicada fragancia a jazmín. Ella se deja llevar y responde con amor y dulzura mientras él empieza a recorrer toda su piel y finalmente en la posición idónea él la toma con cuidado. Sintiendo el calor de su desnudez y disfrutando sus máximas delicias mientras que con cada beso y cada caricia el amor los hace llegar al borde del deseo. Ella aunque sintió algo de dolor pensó que era el mejor dolor que había sentido en toda su vida. Era el dolor que le aseguraba que él ahora era suyo. Su esposo. Su marido, su hombre. Su compañero. Se habían amado así varias veces durante toda la noche.
Al amanecer Susan despertó muy temprano mientras admira la espalda ancha de su esposo. Sus brazos son fuertes, su cabello ondulado se sentía suave entre sus dedos toda esa noche de entrega. Ella no pudo resistirse a besar su espalda mientras él estaba profundamente dormido. Lo de la noche anterior fué lo mejor que le pudo pasar en toda su vida.
Susan ayuda a Nahia a preparar un rico desayuno a base de panes recién horneados, guisado de verduras , huevos revueltos y mermelada de cerezas. Se levantó muy temprano para tener tiempo de preparar un buen desayuno y arreglarse para su esposo. Mientras lo hace y se mira en el espejo piensa lo feliz que es. Lo bien que se siente estar casada y atender a su marido.
Ambos desayunan más tarde y finalmente dan un paseo por el jardín. Más tarde Adam debe ir a atender los negocios. Mientras esté aún en Leeds debe atender las haciendas. Además Adam debe dejarlas en óptimas condiciones para la venta.
Susan se ocupa de algunas cosas de la casa mientras su esposo no está. Y mientras pone flores en un jarrón no puede dejar de pensar en Adam y lo dulce que es con ella. Lo bien que la ha tratado. Lo considerado que fué al ser dulce y paciente sabiendola inexperta. A cada rato sonríe y Nahia menea la cabeza divertida siempre que la sorprende.
Hay algo que Susan quiere hablar con su esposo durante la cena. Está clara que sus propiedades ahora pasan a ser de su marido. Es la norma en una sociedad donde la mujer casada pierde todo derecho a poser bienes o dinero. Pero a ella no le molesta, es la norma , su mamá y su hermana parecían felices con eso. Ella desea tocar de nuevo con él el tema de la casa para su pequeña salvadora.
Al anochecer Adam llega y luego de refrescarse se reúne con Susan para cenar. Adam alaba la hermosura de mujer que lo acompaña y el delicioso menu que le ha preparado. No puede dejar de tomar su mano y besarla a cada rato. Siente que ama como nunca ha amado a ninguna otra mujer.
—¿ Cómo te fué con las tierras ?
—Estuve inspeccionando y debemos contratar personas para quitar el abrojo que ha crecido. Están a punto de ahogar los cultivos. Me encargaré mañana de eso—Ella toma su mano y sonríe.
—Me alegra que seas mi esposo , siempre supe que atender una hacienda requería una mano de hombre aunque intenté hacer lo mejor posible.
— Y estoy orgulloso de ti Susan. Eres una mujer capaz , sé que serás una buena compañera para mí— ella sonríe dichosa. Entonces respira hondo.
— Ahora que mís propiedades pasan a ser tuyas, quería obtener tu permiso para ir por la pequeña Julia y su madre para que tomen posesión de la casa que compartía con Harry— dice. Adam pone semblante incómodo.
— Tus propiedades siempre lo seran Susan. Creo que eso estaba claro entre ambos.
— Pero no estaría bien visto que ..
—Sabes lo que pienso de las costumbres sociales. Podríamos decir mejor que nuestras propiedades son eso. Nuestras , ni tuyas ni mias— responde él.
—Te amo Adam. Creo que te amaré hasta que muera.
—No hables de muerte Susan. Mañana iremos por esa pequeña y su madre y podrás cumplir tu promesa— dice y besa su mano. Entonces se levanta y toma su mano con picardía. Ella se levanta también y él no puede resistirse más a besarla con una pasión que recién aflora y cuál fuego se aviva cada vez más. Se besan con dulzura pero también con profundo deseo. Adam toma su mano y le sonríe, entonces suben a la habitación a culminar lo que han empezado en el comedor.
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A mi amada Mary.
Romancela señorita Susán Amelia Athens ha decidido separarse de su hermana Karen con quien vivía desde la muerte de su padre, de quien heredó una cuantiosa herencia, decidida a escapar de las mirillas y comidillas de todos, pues a sus escasos 28 años s...