la carta

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Cap 2
Durante los siguientes días Susan se ocupa en conocer su nueva casa, efectivamente comprueba que la casa está rodeada de una explendida vegetación. Un viñedo observado a la distancia pintaba de rojo el horizonte circundante, además de temblorosos cedros agitados por las frías brisas de la mañana y los pinos bien podados con su copa estremecida. Claveles y botón de oro se arriman a los enrejados de la casa despidiendo al aire un exquisito aroma en cuyos pétalos revoloteaban algunas pícaras mariposas, Y tal como se imaginó entre el arboledo un caudaloso rio acompaña la parte trasera de la casa, Susan queda fascinada con el entorno espléndido tanto que varias veces en la semana se sumerge en el río y disfruta de dejar caer sobre ella las frías aguas de una espumosa cascada.
También se ocupa en limpiar , organizar y redecorar con la ayuda de Nahia y Hugo, cambia los muebles de color crema oscuro por grandes muebles de madera noble en forma ondulada y tallados, en tono rojizo haciéndola más moderna y elegante, quita las pesadas cortinas en color verde oscuro brillante y coloca unas en suave seda color crema con encajes que hacen juego con el papel de las paredes al estilo floral dándole profundidad al lugar. Coloca flores rojas y blancas en una mesa de caoba rojiza dónde además pone un retrato de sus padres y uno de ella junto a su hermana.  Las esculturas que le parecen atrayentes y muy elegantes ya existentes en el lugar, las deja como están además de un hermoso candelabro que cuelga del techo en medio de la sala. y así poco a poco la enorme casa comienza a parecerle acogedora y familiar.

Susan luego decide inspeccionar las habitaciones, comprobando que la que está de lado derecho de la suya, en el segundo piso, era de los esposos Wayne, y el que está al lado de este de la hija, la pobre señorita Mary.
Susan se detiene en esa habitación y mira todo el panorama ante sus ojos por un momento, una linda cama con una cobija rosa oscuro igual que el almohadón, unas cortinas rosa de terciopelo,  un librero, y unos baules de lado de la cama, Susan se acerca y ve una nota sobre estos. "Pertenencias de Mary". Suspira y se sienta de un lado en la cama para observar lo que hay dentro con un poco de curiosidad. Susan va sacando objetos de ellos que luego de mirar coloca sobre la cama, cepillos para el cabello, con algunos cabellos rubios aún enredados a ellos, guantes, cintas del cabello, vestidos , peinetas, una corona con flores ya marchitas, y un retrato, Susan lo observa con atención, es un joven sonriente, de profundos ojos negros y cabellera ondulada, además su sonrisa es muy apacible y llena de afecto. Susan nota que al reverso dice algo... "Mi amado Adam siempre tuya". Susan sonríe con un dejo de melancolía, luego ve un pequeño baúl con otra nota que dice: "cartas de Adam" En ese momento tocan a la puerta siendo abierta de inmediato.

—Ay mi niña perdone si la asusté— dice Nahia al verla sobresaltar.

—No te preocupes Nana—dice con una sonrisa forzada mientras devuelve las cosas al baúl.

—Saldré un momento con Hugo, hay que comprar provisiones , se le ofrece algo?

— No.. puedes ir tranquila... —entonces rectifica —Oh, si, por favor Nana ¿puedes preguntar en la posada de don Fermín por el señor Filip?

—Si mi niña, claro, preguntaré por él.

— Si lo encuentras por favor pregúntale qué he de hacer con las pertenencias de la señorita Mary.

—Si mi niña, le preguntaré.

—Gracias Nahia—dice y muestra una sonrisa cariñosa.

El señor Filip fué el caballero que los recibió a su llegada, trabajaba para la antigua familia, y estaba por partir para reunirse de nuevo con sus patrones, los padres de Mary.
Al cabo de unas horas al regreso de la Nana la respuesta que obtuvo Susan de parte de Filip fué:

"los pobres padres de la señorita ya no desean volver a ver esas cosas, lo que más quieren es olvidar, haga lo que prefiera con las cosas de la señorita"

Susan no lo puede creer, son cosas muy preciadas pero entiende que cada quien lleva su dolor de diferentes maneras, así que Susan decide dejarlas ahí y cerrar ese cuarto hasta que decida que debe hacer, además guarda en él algunos retratos que quedaron colgados de la familia.

Es plena mañana, un día como otro, a excepción de que está lloviendo muy fuerte, las fuertes gotas colisionan contra la ventana de la habitación de Susan quien se sienta sobre el alféizar  a contemplar cómo esta atropella a raudales la hierba convirtiéndola pronto en un lodazal, como sacude las frondosas ramas de los árboles haciéndolos lucir endebles, el cielo es de un tono gris muy oscuro y el frío es impresionante, Hugo entra a la habitación después de llamar y coloca la leña para encender una pequeña chimenea que dará calor a la señorita. Ella le agradece gentilmente, él se retira y ella suspira. Cómo anhelaría en ese momento sentir el fuerte abrazo de un caballero que la apretara contra si y le transmitiera su calor corporal. Susan empieza a soñar despierta con ese caballero fuerte, gentil, que entonces la mira con ardida pasión y la besa con profundo deseo, ella cierra sus ojos imaginando a su esposo de mentira, Sonríe y luego de manera prudente rechaza tal imaginación que lo que hace es despertar deseos que no podrá satisfacer. Suspira, frota sus manos acercandolas a la chimenea y se queda allí un instante sobre la alfombra, muy cerca de las llamas de coloridos matices entre azul y naranja  que acarician su ser con un calor anhelado. Entonces se levanta y camina por el pasillo en busca de algún entretenimiento, hay cosas que aún deben traer de casa de su hermana, su piano polvoriento, pues hace mucho que no lo toca y sus telas, si, telas , pues Susan se divierte creando bonitos vestidos como los que hacía para su hermana cuando tenían la dicha de que ambos padres vivieran. Otra labor que está enclaustrada en el fondo de su corazón y en el deshuso pero nunca en el olvido.

Camina y recuerda el librero en la habitación de Mary. Entra en la misma y revisa entre algunos libros, no le atrae ningunos, entonces se recuesta sobre la cama pensando en el novio de Mary, pobre, debió ser duro enterarse de la muerte de su amada, se da media vuelta y casi se duerme cuando siente algo bajo el almohadón, se incorpora y al meter su mano, es un libro. Una historia de amor. Susan empieza a hojear el libro, está marcado en una página, en muchas aparece el nombre, Adam, escrito a pulso. Susan comienza a leerlo, es una historia muy hermosa, sin darse cuenta ha leído varias páginas, la noche cae y ella se levanta, toma el libro y lo lleva a su habitación.
Luego baja a comer algo y conversa un rato con Hugo y Nahia.

—Mi niña, hay algo que he estado pensando.

— ¿Sobre que Nana?

—Es que... Tengo un sobrino, es terrateniente y vendrá la próxima semana, quiero reunirme con él.

— Está bien Nana,  puedes reunirte con él. No tienes que pedirme permiso.

—Es que estuve pensando, él está buscando una joven con quién casarse y tú mi niña estás sola y..

— Gracias Nana, se que te preocupas por mi, pero no tienes por qué, estoy bien así.

—Pero niña, no es bueno que continúe tan sola, creo que debería..

—No, no, olvida esas ideas Nana, estoy bien así, ¿para que quiero un esposo?, no me dejaría hacer las cosas que me gustan, ¿Estaría de acuerdo él tan solo con que lea un libro o..no..estoy bien así.

Su nana la mira en desacuerdo. Pero evita insistir.

Susan miente, si desea un esposo, pero no casarse con alguien que apenas conozca.

Al día siguiente, la lluvia ha cesado y un radiante sol calienta todo bajo él. La hierba vuelve a ser visible, Susan sigue leyendo la historia sobre el alféizar de la ventana. Piensa que debe ser tan bonito vivir una historia de amor así. Su corazón palpita emocionado. El primer beso es tan puro, los personajes se besan bajo una luna brillante, ella muerde su labio y mira al horizonte, pensativa , cuando mira a un hombre venir hasta su casa en un caballo. El hombre se baja del caballo y saca algo de su chal, es un sobre. Una carta. Susan piensa si será alguna noticia sobre su hermana, al instante el hombre monta su caballo y se marcha. Piensa ir por la carta pero ve a Hugo tomarla, minutos después toca la puerta de su habitación, pero no le entrega un sobre , le entrega unos 15 sobres, todos dicen lo mismo: a mi amada Mary.

El corazón de Susan se comprime. Son cartas de amor seguramente, cartas de ese joven, Adam,  para la señorita Mary. ¿Acaso nunca se le informó de su muerte? Susan muerde sus labios y hace una negación. Un amor tan fuerte que sigue vivo, aunque el destinatario de este sentimiento ya no existe. Un suspiro sale de ella y se sienta sobre la cama, toma la más reciente, sus manos tiemblan. ¿Debe leerla? Se debate en si hacerlo o no.

A mi amada Mary.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora