Capitulo 17: Abuelo...

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Las manos de Aletia hicieron algunos gestos y un círculo mágico apareció bajo los pies de los héroes, un círculo mágico muy similar al que habían visto segundo antes de ser invocados a este lugar en calidad de héroes.

Sara miro a sus compañeros, tomo la mano de Julio con fuerza –Nos vamos a casa.

Las expresiones en la cara de cada uno eran diferentes, pero todos comprendían que esto era algo necesario, finalmente el circulo mágico brillo, todos cerraron sus ojos y dejaron que la luz los tragara.

Los ojos de los jóvenes se abrieron una vez mas y la imagen a su alrededor efectivamente había cambiado, estaban en el salón de clases que alguna vez fue su centro de reunión.

–Es el salón de clases –murmuro Nash dando un par de pasos al frente, miro a todos lados –¡Estamos de regreso!

Barton se acercó a su amigo y ambos casi rompieron en lagrimas mientras se abrazaban –¿Cuánto tiempo transcurrió?

–no tengo idea, pero espero haya terminado One Piece

–Quizás podamos estar a tiempo para ver el final, en alguna plataforma de streaming.

–Vamos a mi casa...

Mientras los otakus hablaban en el centro del salón de clases el resto había formado sus pequeños grupos, todos tenían la armadura con la que habían terminado sus misiones, sus armas y todo el resto estaba intacto.

–¡Julio! –llamo Sara, pero este ya había desaparecido del lugar y solo se podía ver su pequeña figura corriendo en el cielo anaranjado, el sol ya casi había caído y todos tenían sus propios asuntos, pero ella deseaba que las expectativas de Julio no fueran traicionadas.

Durante el curso de la aventura las estadísticas de Julio aumentar a tal grado que correr por el aire era una tarea sencilla, quizás no pueda recorrer grandes distancias, pero su capacidad era suficiente para llegar hasta el hospital donde su abuelo estaba esperándolo.

Al llegar al hospital dejo caer su cuerpo a pocos metros de distancia de la puerta principal, todos fueron sorprendidos no solo por el impacto que se produjo cuando Julio cayo, sino que por el hecho de ver a un joven con armadura.

Sin prestar atención alguna Julio entro en el hospital, no hacia falta preguntar en la recepción ya que podía escanear el hospital por completo con su habilidad de reconocimiento.

Puede que el tiempo que estuviera fuera de la tierra fuera extenso, pero en todo ese tiempo no había olvidado el recuerdo de su abuelo en ningún momento, encontrar la pequeña figura de su abuelo fue sencillo, incluso mas sencillo que derrotar a su primer escorpión del desierto.

–Te encontré –murmuro en voz baja para luego desaparecer de su posición y subir las escaleras como una flecha.

Fue en el quinto piso, la habitación quinientos treinta y seis, allí había una puerta caoba con una manilla metálica sin muchos adornos, la verdad no había nada especial en la puerta a comparación con las otras habitaciones de la misma planta, pero Julio sentía como su corazón se apretaba cada vez más.

Las manos de Julio temblaban cada vez más con cada centímetro que estaba de la manilla, cuando finalmente puso su mano en ella no dudo ni un solo segundo en abrir la puerta, el rechinar de las bisagras provoco un desagradable ruido que llamaría la atención de cualquiera, pero Julio no tenía interés en el rechinar sino en quien estaba en la sala del otro lado de la puerta.

Allí estaba de pie cerca de la ventana, el frio no era problema ya que estaban en verano y la verdad al propio Julio no podía sentir el cambio de la temperatura a su alrededor, tenia tantas resistencias que dudaba si podía considerarse a sí mismo un humano. Pero en aquella ventana estaba la persona más importante en su vida, su única familia y a quien le debía todo, el abuelo que había deseado tanto ver estaba de pie mirando a la ciudad desde la ventana del quinto piso mientras comía mandarinas.

–Abuelo... –fue solo una palabra la que salió de los labios de Julio y esta contenía todo el sentimiento que parecía haber perdido en el otro mundo.

El anciano parecía haber reaccionado a la voz, no se giro inmediatamente, sino que sus hombros temblaron mientras se giraba lentamente, ambos estuvieron en contacto visual frente a frente y no tardaron en romper la tensión con un abrazo.

–Abuelo –llamo una vez más el joven héroe

–Julio... ¿Dónde estuviste todo este tiempo hijo mío? –la voz del anciano tenía extrema preocupación.

–Te extrañe mucho abuelo

–no digas más, no necesitas decir nada mas –el anciano dio un par de palmadas en la espalda de Julio, se le hacía difícil abrazarlo cuando el joven mantenía su armadura alrededor de su cuerpo, aun así, hizo lo posible.

Pasaron algunos segundos hasta el momento que se separaron, Julio tenia lágrimas en los ojos –esto es realmente lo que necesitaba, la posibilidad adecuada para despedirme.

–¿despedirte? –pregunto el anciano al escuchar las palabras de Julio, pero fue también en ese momento cuando sintió frio en su abdomen, había una larga barra de acero atravesando su carne, solo vasto seguir la vara para ver la mano de Julio sosteniendo la barra que terminó siendo una espada –¿Qué... significa esto?

La voz del anciano estaba impregnada de ansiedad, llena de desesperación, no podía comprender la situación, luchaba por encontrar una respuesta a lo sucedido, pero Julio tendría otra vez la respuesta a sus preguntas.

Sin temor Julio se acercó al oído de su abuelo no con una sonrisa, sino que su expresión era fría y no había sonrisa –mi fruta favorita es la mandarina, pero mi abuelo tiene alergia a los cítricos.

Los ojos del anciano se abrieron con sorpresa, lucho por separarse de Julio, pero sus esfuerzos eran en vano.

–Tu no eres mi abuelo ¿Quién mierda eres?

No soy un héroe de fantasíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora