XI

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25 de Noviembre del 2022, Londres, Inglaterra

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25 de Noviembre del 2022, Londres, Inglaterra.

Varias personas se encontraban en otro edificio alejado de la ciudad, los policías y detectives habían sido trasladados luego de que el anterior lugar de trabajo explotara. Una chica de tez morena y cabello negro estaba sentada junto a un chico de misma apariencia, ella miraba a la mesa para evitar el contacto con sus compañeros, estar en el lugar de un sospechoso no era nada agradable.

—Ryder, te lo voy a preguntar una vez más. — el chico de cabello gris frente a ellos se sentó y arrojó una carpeta amarilla frente a ellos, de la cual, salieron unas fotografías. —¿Quieres explicarme qué es esto?

—No les digas nada, Ryder. — pidió la chica — ustedes no tienen ningún derecho aquí por sobre nosotros.

—Da la casualidad que trabajamos en el mismo caso y ahora que mi amigo falleció, estoy a cargo del equipo de investigación. Soy tu superior ahora ¿entiendes eso, Honeymaren? — el albino se acercó hasta ellos de manera seria, para nada le recordaba a ese chico sonriente a cuando lo conoció unas semanas atrás, era totalmente distinto.

—Quiero hablar con Norte o Sandman... no eres nadie para exigirme respuestas.

—Soy el jefe en estas cuatro paredes, dado que ellos me dieron la autorización de hacer lo que se me plazca con tal de conseguir la información que necesitamos. — recargó sus manos en la mesa —Así que ustedes eligen ¿quieren que hagamos esto por las buenas o por las malas?

—Honey, creo que es mejor que...

—Y si no quiero ¿qué, eh ? ¿Qué harás, golpearme como un cobarde? ¿Te atreverías a pegarle a una mujer, Frost? ¿Tan poco hombre eres?

—¿Quién dijo que voy a golpearlos? — hizo una seña y Hiro entró con una computadora en manos. — Sólo basta que hagamos una llamada para que ustedes vayan presos por ser cómplices de un delito, en su país su castigo sería más duro que aquí, sin duda... tenemos las pruebas suficientes que recaudamos del celular de Astrid. La evidencia la tengo en la palma de mi mano, pero, quiero escuchar la verdad de ambos.

—Eres un imbécil. —soltó la chica.

—Y tú estás agotando mi paciencia desde el día en que te conocí. —escupió el albino —¿Crees que no me enteraría de que hablaste con mi esposa para decirle mierdas sobre mí? ¿Sólo para querer meterle en la cabeza que la odiaba y que era su culpa esto? ¿Quién te crees que eres para venir a querer arruinar mi matrimonio?

La chica sonrió con burla —Yo no fui quien se llevó a tu hija ni mandó a tu esposa al hospital, ese fuiste tú porque estás jodido desde hace años.

—¡Ya basta! — el peligris miró a los americanos frente a él — Astrid está muerta ahora al igual que varias personas, ustedes se comportan como unos niñatos y el asesino sigue fuera... si de verdad quieren ayudar deben decir todo lo que saben, debemos trabajar juntos para acabar con esto. ¿Han entendido? — el hombre miró a la pareja de americanos y al albino repetidas veces, éste sólo se encogió de hombros. El americano fue quien suspiró y abrió la boca primero.

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