Nunca se permitió ser débil delante de su familia, no desde que había alcanzado la edad suficiente para darse cuenta de cuál era su posición al ser hijo de alguien tan poderoso como Daigo. Pero, debía admitir que el haber conocido a aquella pequeña niña había influido mucho en mantener algo de su antiguo carácter. Desde el momento que se dio cuenta que nada cambiaría, que aquella persona no volvería a reunirse con él, trató de dar la espalda a los recuerdos del pasado y mirar hacia adelante, a pesar de sus esfuerzos por olvidar esa sonrisa volvía a aparecer en su mente. Aquellos recuerdos dulces le supieron a hierbas amargas desde el momento en que empezaron a lastimar su corazón.
El aire se hacía cada vez más quieto y pesado, todo parecía avanzar y cambiar a su alrededor a excepción de él. Las lágrimas silenciosas que siempre derramaba en soledad no eran suficientes para limpiar su alma de toda la tristeza que se acumulaba en su corazón por no tener lo que tanto anhelaba. Tenía tanto que dar a esa persona, pero ahora era imposible. Aún a pesar del dolor quería creer que no todo estaba perdido en su vida, sentía que todas las sonrisas, sinceridad y cariño que había reservado para esa persona especial, podía entregárselo a la joven que lo estaba envolviendo en un cálido abrazo.
La suave melodía que brotaba de esos labios carmesí que igualaban la apariencia de vivos pétalos de rosa, trataba de espantar el dolor. El daño era reciente, pero la melodía y el calor de esos brazos podían aplacarlo aunque sea por un corto tiempo.
En el momento en que supo la verdad, no pudo evitar correr a los brazos de aquella doncella de ojos castaños y voz melodiosa ¿Acaso había alguien en ese mundo al que haya revelado sus secretos, inseguridades y tristezas? La respuesta tomaba la forma de una bella mujer de piel pálida, ojos risueños y una cascada negra que llegaba hasta su pequeña y delicada cintura. Para Hyakkimaru, Mio era la clara representación de una ninfa del bosque, no solo por su voz encantadora, sino por la bondad en su corazón que se reflejaba en sus actos desinteresados hacia los demás. Perdió la cuenta del tiempo que había permanecido en los brazos de Mio sintiendo las suaves caricias de consuelo en su espalda. Tenía los ojos secos y la cabeza adolorida, cuando se separó de los brazos contrarios pudo notar que el cielo ya estaba oscureciendo. Pero ya no le preocupaba, su padre debía entender que tras la terrible noticia, necesitaba un poco de espacio para pensar y asimilar la información.
Después de deshacer aquel abrazo, levanto la mirada hacia Mio un poco avergonzado por su comportamiento y al mismo tiempo agradecido. La joven le dio una sonrisa para mostrarle que todo estaba bien. Ella sabía que algo terrible había pasado y con todo lo que le había contado en días anteriores, podía adivinar de qué iba la cosa o más bien quien era la causante, pero solo pudo atinar a tomar las manos de Hyakkimaru y con una mirada cálida darle el apoyo que necesitaba. En este momento, hacer preguntas no era la mejor opción.
—No importa lo que haya pasado. No necesitas decírmelo si eso te hace sentir cómodo, solo quiero que sepas que todo estará bien.Hyakkimaru solo acaricio sus manos. Tal vez era una respuesta silenciosa o una forma de decir gracias, no importaba, ella solo quería que aquella escena no se volviera a repetir, no quería que Hyakkimaru volviera a pasar por ese sufrimiento y no importaba lo que tuviera que hacer para conseguir su felicidad.
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Todo ya estaba hecho y no había vuelta atrás. La verdad, todo había sido más difícil de lo que pensó. Sus miedos por el futuro, el peligro de que se descubriera su verdadera naturaleza y las posibles consecuencias que esto podría llevar en contra de él, todo había terminado con esa mentira, y esto le causaba un gran alivio. Al menos esa carga se había ido pero nunca pensó que sería remplazada por otra, una que le punzaba el corazón, la culpa.
Ya habían pasado una semana desde que la reunión que tuvieron con Daigo, y al parecer, las cosas estaban más tranquilas, Dororo había podido disfrutar un poco su estadía haciendo nuevos amistades con algunos sirvientes y soldados. Por las noches se juntaban en la hora de la cena y se ponían a platicar hasta largas horas de la noche y en algunas ocasiones se ponían a beber hasta la madrugada. Al final siempre era sacado por su padre y recibía una fuerte reprendida de parte de él.
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Simplemente Destino●♡○
RomanceEsta es una historia de Hyakkimaru y Dororo ●w●~♡ ¿Que pasa si Daigo Kagemitsu nunca hubiera hecho el trato con los demonios y Hyakkimaru hubiera tenido una vida normal? Eso es facil de contestar ya que el destino siempre une a los seres que estan d...