Sonrisa (Cap11)

315 34 22
                                    




La impresión no podía borrarse de su rostro, el fuerte dolor en su muñeca causada por aquella mano pálida que la sostenía empleaba la suficiente fuerza como para hacerle soltar gran parte de las flores. Ante la cercanía de este pudo notar lo alto que era y el fuego en sus ojos oscuros que parecían consumirlo hasta el punto de dejarlo sin habla. El dolor y un fuerte jadeo hicieron que reaccionara del turbamiento en el que lo había metido Hyakkimaru al aparecer de golpe en aquel lugar.

Al ver de dónde provino aquella queja su mirada se oscureció, en el piso yacía Seijun con una clara muestra de dolor en el rostro y con los ojos cristalizados por el miedo. En ese momento Dororo reaccionó y se deshizo del fuerte agarre del mayor con brusquedad para luego dirigirle una mirada de odio que solo duro una fracción de segundos en la cual quiso darle una dura advertencia de lo que le esperaba por su radical acción para con Seijun.

En el momento que fue liberado se dirigió con rapidez hacia la chica, ayudándola a levantarse y poniéndola frente a él para poder revisar algún daño que pudiera tener. Esta acción no hizo más que enfurecer a Hyakkimaru - No puedo creer que sea tan atrevido como para flirtear con la servidumbre y estar arrancando las flores del jardín de mi madre para regalárselas a una sirvienta ¿Que acaso no tiene vergüenza?- las palabras de Hyakkimaru eran duras y parecían estar llenas de repugnancia, como si de basura se tratase.

Esto enfureció a Dororo más de lo que ya estaba. No podía creer como la gente podía tratar de esa manera a los demás, claramente era algo que no podía permitir. En ese momento llevó a Seijun detrás de él en señal de protección para después  encarar a Hyakkimaru- ¡No me importa si usted es una persona con mucho poder aquí, no hay justificación en el mundo para ser tan bajo como para humillar y maltratar a una pobre chica solo por unas cuantas flores!

-Le recuerdo que usted no es más que un invitado en estas tierras, así que sepa medir sus palabras cuando se dirija a mí. ¿Acaso debo recordarle que esas flores no son de su propiedad como para andar regalándolas a los sirvientes?

Dororo apretó la mandíbula hasta castañear los dientes. En parte Hyakkimaru tenía razón, en ese momento se arrepentía por haber tomado aquellas flores, debió haber mantenido distancia de todo lo que le rodeaba, ahora lo más probable era que regañaran o castigaran a Seijun por su culpa. ¿Ahora que iba a hacer? ¿Disculparse?  Era lo que menos quería, no quería doblegarse ante él dándole la razón pero si quería que Seijun sea perdonada, no había de otra.

-¿Acaso perdiste el habla? ¿O no eres lo suficientemente hombre como para admitir tus errores?

Esas palabras llegaron como dagas a su orgullo, las mejillas se le enrojecieron de rabia. Seijun pudo notar la tensión que estaba sufriendo Dororo, se sentía lastimada por las duras palabras del joven Hyakkimaru, no por ella ni nada, más bien por como este acorralaba a Dororo para humillarlo, era una situación que ya no podía soportar más, así que se decidió a dejar la protección que estaba recibiendo para pedir disculpas por sus acciones pero Dororo notando las intenciones de la muchacha la tomo del brazo para que no siguiera con su cometido.

Dororo trató de contener su rabia, calmarse y mantener una postura lo más firme posible, aunque esto le costó mucho miró a Hyakkimaru a los ojos con seriedad y procedió a hablar  ̶  Disculpe mi atrevimiento, le aseguro que no volverá a pasar.

En ese momento Hyakkimaru se sintió ganador, por más que se tratara de una pequeña disputa no podía dejar de sentir agrado al ver aquel rostro serio y enrojecido, algo dentro de él sentía complacencia y curiosidad por los cambios de humor de Dororo y cuando llegó a ser consciente de esto su alegría por la reciente victoria se había desvanecido.

Simplemente Destino●♡○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora