Realidad (cap2)

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Se quedó en la lluvia hasta muy  entrada la noche inspeccionando el pueblo desde los montes, al regresar se le ocurrió una muy buena idea para aplicar en el entrenamiento de los niños, le gustaba crear nuevas estrategias de batalla para mejorar la destreza y recistencia de sus estudiantes. Dororo estaba acargo del seguimiento de los cultivos de arroz, de la administracion de las principales areas de comercio del pueblo y como ya fue mencionado, del entrenamiento a los niños del pueblo. Las personas veían en el lo mismo que vieron en su padre, liderazgo y fuerza, esa era la razón por la que tenían total confianza en Dororo.

Llegó a casa con una sonrisa en el rostro ya que contaria sus nuevas ideas a su padre para ver si podía aplicarlas en el entrenamiento, estába apunto de entrar cuando se detuvo en seco al escuchar una pequeña palabra de su padre "guerra" su corazón empezó a acelerarse y sus manos a temblar, sabía que no era correcto espiar pero esa palabra a pesar de ser pequeña traía consigo dolor, angustia y sufrimiento, así que se quedó plantado en ese lugar escuchando la conversación de sus padres con el consejero del pueblo.

- No estoy seguro si puede llegar a pasar, sólo es una probabilidad pero no podemos descartarlo- dijo con seriedad  mirando fijamente la carta que estaba entre sus manos.

- Hablamos de Daigo Kagemitsu- dijo el consejero con una voz grave e imponente - no podemos tomarnoslo a la ligera, sabemos que en su tiempo la tierra de Daigo fue el principal enemigo de varios pueblos y siempre salió victoriosa en sus batallas- sus padres intercambiaron una mira de preocupación al oír las palabras del consejero.

Esta vez fue su madre quien habló - debemos ser precavidos, si nos dio está invitación es porque noto el crecimiento de nuestro pueblo y en vez de hacer una ataque para conquistar nuestras tierras se fue por el lado más pacífico para hacer alianzas y conseguir beneficios- su mirada era sería.

- Mi esposa tiene razón- dijo el padre de Dororo tomando la mano de su mujer - Pero eso de alguna manera es preocupante porque las guerras también son causadas cuando no se llega a un acuerdo que beneficie a ambas tierras- argumentó preocupado.

- A eso es lo que quería llegar- dijo el consejero juntando las manos y levantándose del pequeño asiento - debemos pensar en opciones para poder lograr una alianza con Daigo. Pensé que los lazos en el comercio y exportación de nuestros productos sería una buena forma de que se cree una alianza o el apoyo militar que podemos ofrecer ya que ambas tierras están preparadas y prácticamente al mismo nivel en armamento militar y tropas- las ideas que sugirió el consejero le parecía muy buenas a Dororo, ya empezaba a sentirse más tranquila, si era una alianza esto fortalecería el crecimiento del pueblo y su protección.

-Pero tengo una propuesta que sería aún más beneficiosa para nuestro pueblo y que si aseguraría el total apoyo de Daigo a nuestras tierras de forma permanente- Hibukuro tenía  el ceño  fruncido y la mirada fija hacia el monje, Ojiya miraba con preocupación a su esposo, se cuestionaba del por que su mirada ceria si el consejero les iba a dar una solución para este posible conflicto. Mientras que Dororo esperaba que el consejero hablará de esa posible solución, sentía curiosidad por saber a qué tipos de acuerdo se podía llegar para asegurar la paz entre ambas tierras.

Después de tantos minutos de silencios que para Dororo fueron eternos al fin el consejero empezó a hablar - Pienso que nuestra mejor solución es Dororo- la sorpresa en ambas mujeres no se pudo ocultar, Dororo miro sorprendida la reacción de su madre y aún con más sorpresa la falta de reacción de su padre, él mantuvo su mirada sería a pesar de las palabras del consejero
¿Por que el consejero decía que yo era la solución? ¿ que importancia tendría yo en este tipo de problema? Dororo se cuestionaba sin lograr entender la supuesta solución del consejero.

- los lazos de comercio o de colaboración militar es algo que puede ser fácilmente roto cuando una de las partes no es bien  beneficiada pero los lazos matrimoniales es algo que no se puede romper por ley- las palabras del consejero eran claras y sencillas, no se andaba con rodeos- si dororo contrae matrimonio con uno de los hijos de Daigo podrán gobernar en un futuro ambos pueblos y ya no nos preocuparemos por futuros ataques, además, si todo sale bien tendremos un linaje con poder  que se preservará por generaciones- Dororo quedó paralizada por las palabras del consejero, tardó unos cuantos segundos en recuperar el movimiento de su cuerpo  y lo primero que hizo fue taparse la boca para ahogar una risotada ¿ Acaso el consejero se había vuelto loco? ¿ cómo él podía casarse con un hombre ? De cualquier forma que se viera era bastante ridículo pensar en que Daigo aceptaría  el matrimonio entre su hijo y otro hombre, Dororo sabía que no debía reírse en una situación tan sería pero no podía negar que esto era bastante cómico.

Mientras trataba de callar sus risas tapandose la boca, intentaba concentrarse en la conversación de los mayores, de alguna forma estaba entretenido en el pequeño espacio que se hizo cerca de la puerta cuando las palabras de su padre cayeron sobre él como agua fría, estaba seguro que sus ojos estaban a punto de salirse de sus orificios, su padre la devolvió a la cruda realidad haciendo que recordará un detalle muy  importante que tontamente había olvidado.

"Mi hija no es un objeto que se pueda manejar a conveniencia de los demás". Hija, su padre había dicho hija, como pudo ser tan tonta para olvidar ese "pequeño" detalle, en ese momento empezó a ser consciente de su propio cuerpo, todo lo que estaba haciendo para tener una apariencia masculina, recién se acordó de las vendas que le apretaban el pecho para ocultarlo, sus grandes ropas para ocultar su figura que estaba en pleno desarrollo,  cómo en algunas ocasiones no se bañaba para mostrar a los demás rudeza y menos delicades por cuidar su apariencia personal, se había esforzado  tanto para que sus amigos la crean un de ellos, de hecho el era el más rudo y valiente de sus amigos, bueno...la más ruda y valiente.

De repente vino a su cabeza la imagen de una figura delicada entre los arrozales, era una chica con las típicas vestimentas diarias de las mujeres de la aldea, con flores adornando su larga cabellera y unos ojos cafés relucientes, era ella o tal vez su madre pero con un aspecto más juvenil, nunca se había puesto a pensar como sería si se revelará con su verdadera apariencia ¿sería una chica agradable a los ojos de los demás? ¿ acaso algún chico la vería con buenos ojos? Su rostro se lleno de asco y se le revolvieron las tripas. Tan sólo imaginar que ella podría estar a lado de un hombre como su pareja le daba nauseas, estas ideas hacian nacer dentro de ella una sensación extraña y desagradable.

Era definitivo, jamás podría casarse ni con un hombre o una mujer, ella siempre se vio gobernando sola, era suficiente con tener a sus padres y su pueblo para apoyarla, no necesitaba nada más y sabía que su padre jamás la obligaría a contraer matrimonio por conveniencia, pero...¿que pasaba si las palabras del consejero en un futuro se hacían realidad? si al final la alianza que formarían con Daigo se debilitara, su pueblo sufriría las consecuencias de las malas desiciones de sus padres por protegerla, ella no podría vivir sabiendo que todo el sufrimiento sería culpa suya.

Se quedó en cuclillas cubriendose el rostro con un vacío existencial dentro suyo, su aspecto era realmente penoso y para su mala suerte, ya desde hace un tiempo sus padres y el consejero se dieron cuenta de su presencia, estaban en frente de ella con miradas de furia esperando que la chica los enfrentara.

Mientras Dororo se debatía cual era la mejor solución  se dio cuenta del silencio que gobernaba el lugar y levantó la cabeza, se quedó paralizada cuando vio a sus padres y al consejero mirarla con un aspecto total de desaprobación. Por los dioses... ya veía su fin acercarse.

Simplemente Destino●♡○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora