PROLOGO

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...Años después...

Kagome

La celebración y aire de fiesta se sentía en cada rincón de la casa. Me encontraba al lado de mamá que sonreía radiante a los señores Tsuji. Los padres de Tami.
Algunos invitados conversaban entre ellos aprovechando el evento para murmurar y comentar de forma poco disimulada sobre esta ocasión.
Hoy estaba reunida mi familia y la de Tami, habían amigos de ellos rodeando la mesa donde éramos el centro de atención.
No es un día cualquiera, festejamos el inicio de mi nueva vida, si es que puedo decir nueva, fui miserable cada minuto y no creo que cambie algo de ahora en mas.
Todos alzaron sus copas listos para brindar, ahora tenía la palabra la señora de la casa.

—¡Un brindis por los novios!

Y no, no me casé. Al menos no ahora, sino en unos meses más.
Tami es mi mejor amigo, lo fue durante estos años. Ni bien mostramos señales de no querer nada con nadie, nos obligaron a casarnos con la idea de que si somos mejores amigos seremos buenos esposos. Tenía sentido en ese entonces.
Hoy visto un vestido crema pero en unos meses sería blanco y a mi lado Tami con un traje negro.

—Kagome Higurashi, te haré feliz cada minuto de nuestra vida.

Y ahí están las palabras que practicamos anoche.

—Tami Tsuji, te haré feliz lo que me reste de vida.

Nos costaba besarnos frente a tanta gente. Así que un abrazo bastó para que todos aplaudan enérgicos.
Solo una vez nos besamos y fue por que confundimos una botella de cerveza con una de ron.
Cada uno chocó sus copas y dio por terminado la ceremonia de compromiso.
Sin soltar la copa, miraba con detenimiento el anillo en mi dedo, era bonito. Una piedra del tamaño de un grano de arroz. No soy de usar cosas llamativas, pero anhelaba que mi anillo de compromiso fuera hermoso y me provoque casarme al instante. Eso sentí cuando me lo puse por primera vez, hasta que supe que mi futura suegra no quiso que Tami gaste ni un centavo asi que me dio uno que quería tirar de su joyero.
Vi a mis suegros abrazar con alegría a Tami, eran adorables. Ahora somos familia todos pero a ellos solo les importa que su hijo se amarre a alguien y ese alguien soy yo.
Tami no es malo, de hecho es alguien tierno. Sus gestos de corderito me hicieron aceptar esta locura de casarme cuando se bien que no lo amo. Lo quiero, pero es un cariño como amigo. Sin embargo esperaba llegar a amarlo en el transcurso del tiempo y esperaba sea antes de decir acepto en el altar.
Y si no es así, espero el cariño que le tengo sea suficiente para quedarnos juntos lo que nos queda de vida.
Las posibilidades eran pocas, más cuando se que en mi corazón existe un nombre, uno que no he podido olvidar ni aunque pasaron tantos años.
El último año de la secundaria me ahogue en la depresión, me lo diagnostico mi psicólogo. Mi enfermedad y la depresión no fueron buena combinación, aun así lo supere y estoy bien. Al menos la enfermedad se fue, la depresión no.
Cinco años después terminé la universidad donde Tami y yo fuimos inseparables, al principio lo ignoré por completo por los recuerdos que me traía. Él era hijo de un empresario conocido, semblante tímido y callado. Me recordaba a alguien así que lo evité, pero resultó que somos demasiado parecidos, nos llevamos bien luego de bajar la guardia.
Nuestros padres se llevan bien y convencieron a mamá de que seríamos una bella pareja, ella quería que salga de mi depresión y creyó que Tami me ayudaría, incluso dice que olvidaré el pasado. Como le explico que mi pasado es mio y nadie puede cambiarlo, menos borrarlo. Por que en un principio no quise alejarme del pasado, al menos eso fue hasta que hice la última llamada.
Ahora soy solo yo, mamá vive lejos junto a mi hermano y abuelo. Vivo en una casa con Tami hasta que llegue el día del matrimonio donde nos mudariamos a casa de mis suegros. No estaba ansiosa por que llegue el día, solo quiero correr lejos de aquí, pero no puedo. Ya no tengo fuerza.
Mi tortura parecía dar comienzo.

Eres Mi Medicina, Mi SalvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora