Capítulo 03 - Reproche y odio.

85 10 2
                                    

Abrí los ojos con pesadez. Como la luz molestaba mi vista, pase mi mano por mi rostro hasta que un ardor punzante me hizo soltar un quejido. Mi mano estaba con un ligero rojo por la sangre, era poco.

Mi teléfono estaba cerca así que vi la hora, tenía tiempo para arreglarme y salir a trabajar, así que me dedique a eso.

Me duche rápidamente y salí un poco más tranquila, pero al verme en el espejo me sentía peor. Mi labio partido y un gran moretón cerca de mi ojo, no podía ir a trabajar así.

Busque algo que ponerme y planeaba ponerme una falda, pero un moretón en mi rodilla se notaba, así que terminé usando un pantalón de vestir. Una blusa negra y un abrigo blanco.

Volví al espejo para empezar a tapar los moretones. Tenía maquillaje que compre para verme mejor pero nunca los usé, ahora sí que agradecía tenerlos. Alguien sin experiencia y que lo único que usa como maquillaje es labial, se le dificulta esto. Ahora más que con tan solo rozar el golpe, me duele. Creía que sería fácil, pero aún se veía, suspiré molesta, no podía faltar al trabajo.

Estaba a punto de salir cuando recordé mi labio. No sabía cómo tapar eso, solo se me ocurrió ponerme labial rojo para cubrirlo, pero aún se notaba, no tanto, pero podía decir que se me cayó el teléfono en la cara, no se me ocurría nada más.

Tomé una galleta y salí de casa, me costó mucho conseguir un taxi, así que perdí casi todo mi tiempo esperando uno, al menos ya estaba de camino.

A mitad del trayecto suena mi teléfono, era mi jefa.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla? —pregunté.
—Kagome, ahora que vas a la empresa D'Taisho, recoge unos documentos importantes por favor —trague con dificultad— ¡ah, cierto! —grito llamando mi atención —hoy revisaré tu avance con ese proyecto, espero lo mejor de ti Kagome.
—Si señora, estaré en la empresa, pero tal vez tarde un poco, quedaron pendiente unas fotos del lugar— dije. Aún no tenía ningún avance, prácticamente solo vi a Sesshomaru y salí corriendo.
—Entiendo, igual no olvides los documentos, te veré por la tarde.

Confirme la reunión y colgué. Todo está saliendo pésimo, no quería aparecer por ahí, Sesshomaru tampoco lo quería. ¿Qué haré?

Nuevamente estaba en la recepción, la señorita me saludo cordialmente para anunciarme por teléfono, me preguntaba por qué no hizo lo mismo ayer.

—Puede subir, es el último piso —asentí con la cabeza.
—Muchas gracias —me regalo una sonrisa para luego volver a sus deberes.

Yo camine al ascensor para ver a dicho albino, quiero decir, al Señor Taisho.
El ascensor tenía espejos por todos lados, aproveche para verme, no quería impresionarlo, al contrario, quería pasar desapercibida y sobre todo los golpes.
Al llegar recordé el camino y seguí. Toque la puerta un par de veces esperando me deje ingresar, y así fue.

—Adelante —respire hondo y pasé.
—Buenos días, señor Taisho —salude sin mirarlo, no sé si me estaba dando la espalda o me veía, no quería saberlo tampoco.
—¿Nuevamente aquí? —preguntó.
—Es mi trabajo.
—Adelante, no tengo tiempo para tonterías y este proyecto es urgente —aceptó al fin.

Tomé mis materiales y los puse sobre la mesa ubicada en el centro del lugar.

—Puedes empezar —me permitió.

Hablé durante unos minutos, presentando el modelo con trabajos pasados, incluso unas fotos tomadas por unos fotógrafos de la empresa.

Durante el proceso levante la vista encontrándome con la de él, no me afecto en lo absoluto ya que estaba haciendo mi trabajo y debía mantener contacto visual si quería demostrar que mi trabajo es serio, pero al finalizar frunció el ceño mientras me miraba... ¿los labios?

—Para realizar esto, necesito información, incluso si usted me lo permite, tomaré unas fotos de algunos puntos del lugar, así podría incluirlos —agache la cabeza al sentir sobre mí su mirada.
—¿Qué te pasó en los labios? —preguntó de repente.
—¿Perdón?
—¿Qué te pasó? —no parecía preocupado, al contrario, sólo me veía con curiosidad.
—Nada importante —su mirada me puso nerviosa y por inercia pase mi mano por mi mejilla, lo que provocó que me quejara por el dolor.

Al recordar el moretón me di vuelta, tomé mi teléfono y active la cámara. El maquillaje se corrió, el moretón se veía. Maldita sea.

—¿Higurashi? —se levantó.

Yo seguía dándole la espalda, debía salir de allí, no podía ver el golpe.

—Debo ir al tocador un momento, disculpe —intente huir, pero me tomo del brazo haciendo que voltee a verlo.

Cerré los ojos con fuerza, como si eso fuera a defenderme de él.

—Kagome—

Me separe y me incline como disculpa.

—Mil disculpas, permítame salir un momento, ya vuelvo —salí rápido de ahí, no quería dar explicaciones, solo quería hacer mi trabajo.

Gracias a Dios traje maquillaje y pude ocultarlo de nuevo, respire hondo para darme valor de volver a su oficina.
Ya estaba parada frente a la puerta con mi mano a punto de golpear, pero no podía. Sentía una gran vergüenza y realmente deseaba que no haya notado el moretón. Como su eso fuera posible.
Mientras mi cabeza se debatía entre tocar o no, la puerta se abrió de repente apareciendo frente a mí Sesshomaru.

—¿Planeas quedarte ahí todo el día? —preguntó, no sabía que si lo dijo con intención de sonar gracioso o amenazante.
—Lo siento —dije apartando la mirada de él.

Me hizo lugar para poder pasar y ya estando dentro, cerró la puerta.

—Bien, tengo unas cosas que decir —habló— primero, puedes tomar las fotos que consideres necesarias, te llevaré a los puntos más atractivos del lugar y te daré la información que quieras; segundo tengo una pregunta ¿qué te paso?; y por último ¿quién lo hizo? —todo este tiempo estuvo frente a mí, evaluando cada gesto mío, aunque trate de mirar al suelo. Odiaba que fuera más alto que yo.
—Agradezco su apoyo para el proyecto, si gusta podemos empezar el recorrido, necesitamos de las fotos para empezar —dije.
—¿No responderás a mis preguntas? —se escuchaba molesto.
—Siempre fui muy torpe, el celular se me cayó en la cara anoche, no me di cuenta hasta hoy —traté de sonar lo más segura posible.
—Eso es verdad, siempre fuiste muy torpe —dijo en tono de burla por lo que lo mire un poco enojada —pero nunca fuiste tonta, ahora parece que lo eres creyendo que voy a creer la excusa que me acabas de dar.
—No puedo obligarte a que me creas, solo quiero hacer mi trabajo de este proyecto y no volver a cruzarme contigo —dije firme, lo que respondió con una sonrisa de lado.
—Ouch, eso dolió, pero tienes razón, aunque te diré una cosa —hizo una pausa— siempre te creí todo, hasta tus mentiras.
—Nunca te mentí.
—Te creería eso si tuviera diecisiete —se levantó para darme la espalda— pero ya no tengo diecisiete —se veía tenso, mucho, igual que el ambiente.
—Deja de vivir en el pasado.
—Que irónico, te dije lo mismo hace años, antes de que escaparas de todo —dijo, pero esta vez reí yo.
—No fui yo quien huyó primero —se dio la vuelta muy sorprendido.
—¿Qué dices? —
—Yo nunca me fui, fuiste tú quien tomó ese avión.

Esta vez no tenía miedo, si me va a reprochar todo, no me quedaría callada.

Eres Mi Medicina, Mi SalvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora