Capítulo 06 - De regreso.

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Kagome

Luego de redactar mi carta de renuncia y tratar de explicarle a mi jefa que no podía continuar, pude salir de la empresa con mi pequeña caja rosa con mis materiales.
No tenía mucho, pero lo poquito que había en ella me hacía feliz. Ahora no es más que recuerdos del trabajo de mi sueños.

Tomé mi taxi y fui a casa, veía por la ventana del auto cada edificio que pasaba. Tantas personas felices en su mundo mientras yo los veo desde el otro lado, donde no hay nada que de luz a mi oscuridad. Mi vida es un cuadro con escalas de grises, ni siquiera el tono blanco es reconocible, solo colores negros. Pude ver la casa que comparto con Tami y el miedo me provoco un escalofrío.

Pague el taxi y bajé, deteniéndome frente a la entrada. Tenía miedo de entrar, pero no tenía a dónde ir ahora.
Cuando cerré la puerta tras de mí, no aguanté más y caí de rodillas dejando salir mis lágrimas. No sé qué más faltaba. Perdí muchas cosas que ya no sé qué más me queda realmente.

No tenía amigos, no tenía trabajo, mi compromiso estaba roto y no tenía a dónde ir. La casa no es mía por que la compró Tami. Mamá vive lejos de la ciudad y no puedo llegar como una perdedora. Debía hacer algo, pero no podía pensar con claridad. Solo me dejé ahogar en mi profunda frustración y tristeza.

Sentía tanta impotencia y dolor en mi corazón que me hizo pensar que las lágrimas no tenían fin. Quemaban al deslizarse por mis mejillas y caían con lentitud al suelo. Mi cuerpo dolía, los espasmos por el llanto me quitaban el aliento, respiraba con dificultad y aun así no parecía tener intención de detenerme.

No sé cuánto tiempo paso, estoy segura de que fue mucho por lo oscuro que se veía a través de la ventana. Mi cuerpo estaba escaso de fuerza y aun así me puse de pie para irme a la habitación. Me puse un abrigo y ropa cómoda para luego limpiar mi rostro con suavidad por el dolor de los golpes.
Una vez limpia fui a la sala donde dormiría hoy, me daba asco recostarme en esa cama o bajar la guardia cuando Tami puede llegar en cualquier momento. Hacía frío y aunque me tapé con las mantas, no podía entrar en calor. No hacía nada bien mi siquiera abrigarme.

El timbre de la casa me sobresalto poniéndome de pie y pensando quien puede ser. Algo temerosa me acerque, cuando recordé quien más podría venir.

—¿T-tami?
—¿Señorita Higurashi? Necesito hablar con usted.
—¿Quién es?
—Asistente del presidente de la empresa D'Taisho. Es urgente que hable con usted.

Con curiosidad y temor abrí la puerta encontrándome con el mismo tipo con quien choque al salir de la oficina de Sesshomaru. Me vio con el señor fruncido y ojos fijos sobre mi.

—P-pero señorita, ¡¿qué le pasó?!
—Oh —olvide mi rostro y solo pude tapar con mis manos, pero ya era tarde, lo había visto— ¿que lo trae por aquí? Ya renuncie al proyecto, ¿que más necesitan?
—¡Claro! Como le dije, soy asistente del presidente de la empresa y como vimos que renunció, queremos pedirle vuelva. El proyecto es importante.

Me quedé mirando a la nada mientras pensaba que hacer, es mi trabajo y una gran oportunidad para ser libre de todo. Quiero ser libre y necesito hacer esto. Aunque al dar ese paso de nuevo me arriesgaba a ver a diario a Sesshomaru, pero con el pago podría escapar de aquí. Me iría lejos de todo o volvería con mamá, ninguno me convencía del todo, ya que no tengo asegurado que me habrá la puerta cuando regrese cuando estoy segura de que este compromiso empezó para que ella se libere de mí. Solo fui una carga que tuvo que aguantar por mucho tiempo.

No tenía a nadie y eso me estaba volviendo loca, no había quien me detuviera a lo que diría ni quien me escuche y me aconseje.

—¿Señorita Higurashi, se encuentra bien?

Alcé la mirada de nuevo sin entender en qué momento empecé a llorar. Asentí con la cabeza lista para lo que se venía.

—Volveré.
—¡Genial! El señor Taisho se sentirá mucho más tranquilo, pero ahora disculpe el atrevimiento. ¿Qué le ocurrió?

Ya no intente ocultar mi rostro, después de todo ya lo había visto a detalle. Igual no podía ventilar mi vida amorosa.

—Soy algo torpe, no vi por donde iba.
—Ya veo. Sabe, si no fuera tan tonto, diría que alguien la golpeó. Lamento mi exceso de imaginación.
—No se preocupe, solo fue un accidente.
—Bien. La veo mañana en la oficina, pero por favor, trate de buscar una mejor excusa, el maquillaje no tapa todo, al menos yo ya me di cuenta y creo que no fui el único.
—P-pero, ¿qué quiere decir?
—Hasta mañana señorita.

Sin darme respuesta, se dio vuelta y camino en dirección a su auto que estaba justo frente a la casa. Me dejó pensando que no fue suficiente maquillaje. Tengo tres opciones, prendo a cubrirlo bien, me consigo otro trabajo o por último me consigo otro rostro.
No tengo posibilidad de la última y la segunda no es fácil. Debo aprender lo más pronto posible y rezo por qué Tami no vuelva, al menos no lo que dure el proyecto.

Eres Mi Medicina, Mi SalvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora