Capítulo 14 - ¿Quién eres?

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Kagome

La luz del sol intentó darme los buenos días de nuevo pero le di la espalda para tomar mi teléfono y apagar la alarma. Lentamente me puse de pie tropezando con mis propios pies. Sonreí amargamente, hace mucho que mi torpeza no se hace presente, ya que hace tiempo me volví adicta a pensar cada paso que doy.

Volví a la monotonía diaria, darme un baño y vestirme para ir al trabajo. Desperté muy temprano así que iría caminando a la parada de buses. Quería hacer algo diferente por mínimo que sea para no dejarme consumir por mis pensamientos.

Para mi sorpresa, pasé por la casa que antes era mi hogar. Se veía diferente, los nuevos dueños la convirtieron en su nuevo hogar borrando los recuerdos de mi niñez.

Mamá decidió venderla ya que se volvió un almacén de recuerdos tristes que no hacían más que romper lo que nos costó tanto construir. Nuestros corazones.

Vi la casa por casi diez minutos y seguí mi camino. Tome un bus que me dejó cerca al trabajo así que caminé otro poco.

Pasé por la recepción sin llamar la atención. Todo el mundo estaba ocupado así que nadie notó que pasé. Hoy evitaría a toda costa, encontrarme con Sesshomaru, no molestaría su día y evitaría sentirme mal por su frialdad.

—Animo Kagome —me animé a mi misma una vez salí del ascensor a mi oficina.

Mi mañana pasó conmigo encerrada en la oficina. Sabía que debía presentar un avance así que me dedique a eso. Ya contaba con algunos datos, solo estaba a la espera de otros detalles para poder continuar. Y aunque estaba segura de que Sesshomaru quiso un avance para molestarme, lo vi necesario para darles una revista tal y como ellos quieren.

Cuando llegó la hora del refrigerio, salí y bajé por el ascensor hasta el primer piso.

—Miren a quien tenemos aquí. —alcé la vista encontrándome con Yako.
—H-hola Ya—
—Jade, preciosa.

Mire detrás mío y estaba una secretaria que fue a su encuentro.
Pasó de largo ignorándome por completo. Con un sentimiento raro en el pecho seguí mi ruta a la salida.

Me quede en espera del taxi que pedí. Miraba a los lados sin ver señal. Tome mi teléfono para llamar nuevamente, pero un chillido delante mío me hizo ver al frente.

Un auto se detuvo frente a mí, lo reconocí luego de verlo bien.

—Señorita Higurashi. —esa voz me hizo retroceder.
—T-tami —caminó con rapidez a mi lado donde pude percibir que traía encima mas alcohol de lo que debería consumir alguien a medio día. Tomo con fuerza mi brazo atrayéndome a él.

—Iremos a casa.
—N-no. Estoy trabajando.
—¿Te pregunté? Iras conmigo.
—B-basta, suéltame—

—No hagas una escena aquí Bonita.

Sin alcanzar a contradecir, me encontraba en su auto. Temía lo peor así que me quedé callada hasta que se puso en marcha.

—¿Por qué haces esto?
—Eres mi novia, mi prometida.
—Eso se terminó.
—Sigues viviendo en mi casa, usando mi anillo. Serás mía hasta que diga lo contrario.

Tenía miedo. Su mano apretando el volante y la otra tomando la palanca de cambios me dio un mal presentimiento.

—T-tami. Detén el auto. Tengo miedo.
—Mantén la boca cerrada si sabes lo que te conviene.

Empecé a temblar por que el auto ya estaba en marcha y sabía que una vez se detenga todo irá mal. Temía lo peor, aun así, decidí mantener la calma. Me golpeó una vez estando enojado, no lo hará ahora.

"Estarás bien Kagome"

El auto hizo un chillido al frenar de golpe. Quise bajar del auto para correr lejos de él, pero me alcanzó y a rastras me llevó a la casa. Lanzó las llaves en el recibidor y me llevó a la sala.

—¡T-tami, suéltame! —con brusquedad me lanzó en el sofá.

Empezó a reír macabramente, fue hacia el bar y tomó de su botella de vodka.

—Sabes, no creí que esto llegaría lejos. —dijo tomando un trago.
—Q-que quieres decir. —me levanté del sofá alejándome de él.

Me vio con detenimiento haciendo que retroceda.

—Debíamos casarnos, vivir juntos hasta que nos convenga y luego cada uno por su camino, pero complicaste todo. Debiste mantener la boca cerrada.
—No quiero casarme contigo.
—Lamento informarte que no tienes opción, iras con mis padres y les mostraras tu hermosa sonrisa diciendo que la última cena fue un juego de ambos. Que la broma se te fue de las manos y que serás mi esposa.
—No. No lo haré.
—Creo decirte que no tienes opción.
—Tami, yo no—

Lanzando el vaso contra la pared, se acercó rápido y me tomó del cuello asfixiándome.

—Kagome. Harás lo que te digo, tienes veinticuatro horas para hablar con mi padre. De lo contrario te demostraré de lo que soy capaz.

No sabía en qué momento empecé a llorar, pero el aire me faltaba. Apreté su muñeca con la intención de alejarlo, no podía.

—Eres débil Kagome. Siempre fuiste inútil, por eso tu madre se deshizo de ti.
—B-basta...T-tami...Por favor...
—Si tan solo te hubieras quedado callada. Desde un principio esto no fue un matrimonio.

Como pude arañe su brazo haciendo que me suelte, pero otro golpe me dejó en el suelo.

—Nunca te amé. No quise este matrimonio Kagome. Fuiste tú quien me obligó.

Con dificultad y la respiración agitada lo vi.

—¿Q-quién eres...? —pregunté.
Con los ojos oscuros y sin una pizca de arrepentimiento me vio —Ni como novia fuiste la correcta.
—Eras mi amigo Tami. ¡Te quise como mi amigo!
—Yo nunca quise dirigirte la palabra. Papá dijo que analice a cada chica de la carrera para elegir a la afortunada. Fue fácil manipular a una niña con el corazón roto.
—Eres un idiota.
—Y tu una estúpida. Estabas tan decepcionada y vulnerable que no te diste cuenta hasta que por fin aceptaste esta locura.

Como si de una película se tratara. Recordé las veces que me dejaron entre ver que esto fue un error. Hasta ahora me doy cuenta. La venda de me cayó de los ojos.

—Iras donde mi padre y arreglaras est—
—N-no.

Nuevamente se acercó jalando mi cabello con fuerza acercándome a su rostro.

—Lo harás. No tienes otra opción.

Me lanzó de nuevo contra el piso y cuando levanté la vista me encontré su espalda. Tomó sus cosas y se fue dando un portazo dejándome de nuevo en el suelo.

Con lentitud me senté para respirar un poco.

Los recuerdos llegaron a mi cabeza. El día que lo conocí. ¿Cómo alguien puede sospechar de esa sonrisa dulce que me dio? ¿Qué de raro puede haber en alguien que me cuidó para que llegue con bien a casa?

Solo una cosa vi extraña.

¿Por qué se fijó en mi si había muchas detrás de él? ¿Por qué no sospeche cuando al hablarle de Sesshomaru me convenció de no llamarle más? ¿De no buscar al señor Taisho? ¿Cómo me convenció de bloquear a Sango?

—Sesshomaru...

Tenia sueño. Necesito dormir.

Eres Mi Medicina, Mi SalvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora