VI

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7:00 p.m. en la casa de los Contreras.

—después de toda una tarde de estudio regrese a la casa traída por Jennie, al ingresar al comedor note que la familia Contreras estaba reunida a lo que salude cordialmente haciendo una ligera reverencia con mi cabeza— buenas noches.

—Buenas noches, Keyla, ¿cómo te fue en tu primer día? ¿Ya hiciste amigos? —sonríe amable la mujer mientras la ve.

—Fue un buen día, gracias por preguntar, y sí, ya hice nuevos amigos, nos pusieron en grupos de trabajo desde el principio, no pensé que empezaríamos de forma inmediata —respondí con una sonrisa dejando escapar una pequeña risita que les contagio.

—Qué bueno, Keyla, y si, la universidad empieza desde el primer día. Por cierto, soy Enrique, ya has de conocer a mi esposa y a mi hijo, pero es la primera vez que te veo, así que te doy la cordial bienvenida de mi parte —se pone en pie para acercarse a la joven chica y saludarla.

—Muchas gracias, señor Enrique, agradezco nuevamente que me hayan acogido, en verdad, necesitaba con que pagar mi universidad.

—No agradezcas Keyla, se ve que eres una buena joven, más bien, te invito a que comas con nosotros, a partir de hoy haces parte de nuestra familia —sonríe para mirar a su esposa, la cual asiente mientras que de su hijo mira sorprendido.

—me sorprendí un poco por su invitación antes de asentir, claramente no podía rechazar tal gesto— muchas gracias, acepto, pero antes si me permite cambiarme para estar más cómoda.

—Claro, ni más faltaba, nosotros te esperamos.

—Gracias, con permiso —hice una nueva reverencia con mi cabeza antes de emprender la caminata a mi habitación, dejándolos a los tres abajo.

—Padre, no me digas que ahora que la conoces un poco más estás de acuerdo con mi madre —lo mira negando— no pueden ponerme pareja sin mi consentimiento.

—Ella se ve una buena jovencita Harold, es educada y bien portada, en verdad, yo si apoyo a tu madre, ella es un buen partido para ti porque los tres sabemos que por dinero o cosas materiales no te va a querer si se da la relación —comenta mientras vuelve a tomar asiento en su silla.

—Lo mismo pienso hijo, se ve que lucha por sus sueños, no como todas las chicas que nos has presentado anteriormente, que solo desean casarse sin importar su edad para seguro matarnos y quedarse con lo que hemos trabajado nosotros.

—Además, Harold, si el problema son sus dientes o los lentes lo solucionamos, hola lentes de contacto y sonrisa perfecta, adiós brackets y lentes grandes.

—Madre, padre, es una sirvienta, trabaja como empleada, ¿qué van a pensar mis amigos?

—¿Acaso comes de ellos? Que yo sepa es por nosotros, simplemente no deseo que el dinero que hemos forjado con el sudor de nuestra frente quede en manos equivocadas, solo darle una oportunidad a la muchacha, y verás que todo saldrá bien, ¡he dicho! No quiero seguir con esta conversación —da una palmada en la mesa mirándolo con seriedad.

—Como diga padre —dice resignado mientras en su mente soltaba maldiciones, no le agradaba nada la idea de estar relacionándose con una sirvienta.

Ahora, sé que deberán estar pensando, ¿qué está sucediendo aquí Keyla? Si nos habías mencionado que era por el comportamiento de Harold, y ahora mencionas que sus padres lo quieren juntar contigo. Bueno, lo que pasa que los señores Contreras le dejarían sus distinguidas empresas a su único hijo para que fuera el jefe, ellos querían descansar y disfrutar de los placeres que tanto han trabajo, pero tenían la preocupación de que su hijo derrochara cada centavo en tonterías.

Harold, no tenía la suficiente madurez, por ello querían relacionarlo con una buena mujer que le sirviera de compañía y le ayudara a mantener todo bajo control. Y sí, allí era donde entraba yo, Keyla Jones, una chica humilde, de estratos bajos que haría hasta lo imposible por su madre, y más por sus estudios; una chica que pudiera manejarse tanto asimisma, como a un revoltoso Harold. Por ello se debe resaltar que esa cena fue un poco extraña, aunque les seré sincera, es la hora y jamás en mi vida me imagine de ser la "elegida" de una familia tan prestigiosa como lo eran los Contreras.

—Disculpen la tardanza — comenté al regresar, traía puesta mi pijama de color azulada, creo que se nota que mi color favorito es el azul.

—No te preocupes Keyla, coméntanos, ¿necesitas algo para tus estudios? O estamos bien con el adelanto que te dimos —sonríe empezando a comer.

—negué levemente mientras lo miraba también empezando a comer con ellos— la verdad no necesito nada aún, puesto que con el adelanto pude pagar la matrícula y encargar otros dos uniformes para la semana.

—Cada que necesites algo para la universidad no tengas pena de pedirnos, te costearemos y tú nos recompensas con buenas notas.

—Claro, lo tendré presente, aunque bueno, les devolveré cada que me hagan un préstamo, aunque sea con trabajo de más —sonreí grandemente.

—No tienes que devolver nada, mis padres lo hacen por qué les caes bien —responde Harold mientras seguía comiendo con un semblante neutro a diferencia de sus padres.

—Harold tiene razón Keyla, cada que necesites algo solo es pedirlo y si está a nuestro alcance te colaboramos, no es necesario que lo devuelvas.

—Bueno, gracias, aunque de forma dineral no necesito aún, pero si me gustaría pedir entonces una única cosa, es un permiso para que puedan venir mis compañeros en los trabajos de este semestre que sean grupales, puesto que nos rotaremos por semestres, y lamentablemente a la suerte perdí yo —los mire un tanto nerviosa— no sé si eso pueda ser posible.

—Si vienen a estudiar te podemos dar el permiso.

—Sí, señor, solo serían por máximo dos o tres horas, así que gracias se lo agradezco mucho —sonreí para seguir la cena hasta acabar, al ver que se levantaban recogí rápidamente los platos para llevarlos a la cocina y poder ayudar a Gloria, esta era la ama de llaves. Una mujer ya de edad, encantadora y cálida, que desbordaba ese amor maternal.

Destinos Cruzados [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora