XXIII

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—Bueno, mi bella madre, nos veremos en las próximas visitas, no sabes cuanto me reconforto verte de nuevo y no olvides, estamos terminando de hacer los arreglos pertinentes para mudarnos definitivamente aquí —le sonreí mientras la abrazaba teniendo a Cloe en mis brazos.

—Espero con ansias esa llamada donde me digas que se vendrán a vivir a Florida, ya quedaron solos por allá porque Elsa está encantada de quedarse viviendo aquí.

—Así es suegra, mi madre la tendrá próximamente de vecina, no creo que haya sido tan buena idea enseñarle este lugar —suelta Harold una pequeña risa mientras niega.

—No digas eso, yo encantada de tenerlos como vecinos —sonríe la mujer mientras les daba la bendición— anden con mucho cuidado y me avisan cuando estén en casa.

—Así será madre, nos vemos —sonreí para subir con los demás que estaban ya en el auto, puesto que era momento de volver a nuestra bella capital, el trabajo nos esperaba a partir de mañana.

—Key, ¿siempre se vendrán a vivir para acá? —pregunta Rich con una sonrisa.

—Esa es la idea, concretar una sucursal aquí de la empresa, mientras que yo haré la unión con el hospital donde trabaja Mike, la idea de expansión a nuevos terrenos nació de los señores aquí presentes —reí un poco mientras miraba a mi esposo junto a Kevin.

—Hermano, actualmente la inversión está saliendo por estos lares, además la ciudad empieza a fatigar, tú eres testigo de ello que te has venido antes —responde el moreno mientras lo miraba— además como dices, Lupe ya se vendrá dentro de un mes, lo ideal es que no separemos la empresa que entre todos hemos conformado.

—Cierto, ya ustedes dos están aquí y conocen el terreno, además que la ola de inversiones de viviendas y construcciones se viene a Florida por todas las casas modernas que empieza a regalar el gobierno, tenemos una tanda de trabajo larga con ello.

—Exactamente, Harold, una temporada de vivir en Florida no estaría mal, llevamos casi veinticuatro años viviendo en la capital.

—Bueno, si es así yo encantado, les tengo unas casas que seguro les va a gustar, están fuera del caos del centro, pero podríamos decir que están centralizadas, es por donde yo vivo.

—¿En serio? Bueno, entrémosle allí, es el extremo del norte, nos establecemos en esta zona con sede principal en el centro.

—Así me gusta que piensen y no me tengan lejos a mis hermosas chicas —responde Lupe con una sonrisa— aunque claro, ustedes me imagino que demoraran un poco más que yo en venirse.

—Relativamente un poco más de tiempo sí, debemos realizar todo para venirnos seguros, Rich, ¿nos puedes buscar un excelente personal? Una gran empresa necesita un gran grupo de trabajo, amigo —dice Harold mientras lo miraba por el espejuelo con una sonrisa para devolver inmediatamente su vista a la carretera.

—No se preocupen, yo les colaboro aquí, aunque bueno, ¿quién no quisiera trabajar en las empresas Contreras? —Harold suelta una pequeña risa mientras termina por estacionar en el aeropuerto, a lo que bajan inmediatamente todos.

—Nos vemos hermano, seguimos en contacto entonces —comenta Kevin antes de estrecharle la mano y darle un abrazo a Rich, realizando lo mismo Harold.

—Claro, cuídenme a Lupe mientras siga por allá —los mira mientras abrazaba a la joven, la cual no quería soltarse del torso ajeno.

—Así será, no te preocupes, nos vemos pronto Rich, cuídate aquí —sonreí como respuesta para alejarnos un poco y dejar que estos se despidieran, fue en la sala de espera que Guadalupe se incorporó a nosotros; efectivamente era hora de marchar, pero sería temporal.

—Hora de volver a casita, chicos —dice Jennie mientras tomaba lugar en el asiento.

—Hora de volver a la realidad sin Rich —dice una melancólica Lupe mientras la abrazábamos.

—Verás que el mes pasara volando, no te preocupes por ello —le di una gran sonrisa antes de acomodarnos en los asientos, teníamos media hora de espera, por lo que empezamos a hablar hasta que nos anunciaran la subida al avión.

—Eso espero, no quería que estas dos semanas se acabaran —los miraba la joven con sus ojos achinados— pero lo bueno es que próximamente todos estaremos otra vez viviendo cerca.

—Claro que sí, así nuestros pequeños también se vuelven amigos, aunque solo por ahora sea Key la que tenga una hermosa bendición —responde el moreno con una sonrisa.

—No soy la única que la tiene —respondí con una sonrisa mientras veía como ambos chicos que estaban con las damas quedaban confundidos, que miré a las chicas para reír un poco.

—¿Cómo que no eres la única?

—En casa lo sabrán —les guiñé con una sonrisa al ver que aún no entendía, Jennie decidió hacer cambio del tema hasta que escuchamos el llamado por los parlantes del aeropuerto sobre la salida del vuelo, por ello salimos y subimos a los buses que nos llevaron a nuestro avión.

Los chicos habían quedado con cierta duda durante vuelo de regreso el cual por cierto tuvo algo de turbulencia a comparación al de ida, pero por suerte llegamos sanos y salvos a casa. Eran las seis de la tarde, por lo que fuimos recogidos por uno de los choferes de la empresa, este nos repartió en nuestros distintos hogares, merecíamos un cierto descanso final antes de empezar nuevamente con la vida de ser un adulto importante el día de mañana.

—Hogar dulce hogar —comenta Harold mientras entra en la casa dejando las maletas en la sala de estar en un rincón que no moleste.

—Tú lo has dicho amor —vi bajar a Mónica, nuestra ama de llaves por la escalera, la cual nos dio la bienvenida, ella cuidaba de Cloe mientras mi esposo y yo trabajábamos, así tal cual dirigía a los empleados que teníamos a nuestro servicio.

—Bienvenidos a casa nuevamente jóvenes, se les extrañó demasiado, espero que se hayan disfrutado sus vacaciones y haya dejado bien a su madre joven Keyla.

—Gracias Moni, así fue, todo estuvo muy bien —respondí con una sonrisa mientras baja de sus brazos a Cloe, la cual corrió en dirección a la mujer mayor para saludarla.

—Hola mi linda muñequita, estoy muy feliz de que regreses —sonríe para cargar a la pequeña antes de darle un beso en su mejilla— seguro y deben estar cansados, pónganse cómodos que les haré la cena.

—Gracias Mónica, por cierto, espero no le temas a los aviones, por qué próximamente estaremos viajando juntos a Florida, no creas que te vamos a dejar —le sonríe mi esposo al notar el semblante de impresión de la mujer.

—¿Me habla en verdad joven Harold? —boquea mientras mira a la bebé que trae en brazos.

—Claro que sí, eres una de nuestras empleadas de mayor confianza, no podemos darnos el lujo de dejarte aquí —sonríe.

—Donde ustedes vayan yo encantada de ir, ambos se han convertido en mi familia —sonríe la mujer con cierta felicidad, un brillo lograba desbordarse de sus ojos.

—Y tú la nuestra, eres nuestra nana —sonreí para acercarme con mi esposo a ella y poder abrazarla. Mónica llegó a nosotros después de haber perdido a su familia recomendada por Gloria, por lo cual sé prometió en proteger a la nuestra; ella vela por nosotros y nosotros por ella. 

Destinos Cruzados [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora