XXII

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—a la mañana siguiente desperté primero que Harold tras ver que los primeros rayos de sol entraban por la ventana, al verlo dormido sonreí para levantarme con cuidado y ponerme una bata e ir a ver a Cloe encontrándome a mi bebé despierta— hola mi amor, buenos días —le sonreí para sacarla de su cuna dejándole muchos besos en su rostro.

—M... Mamá —dice como llamado la menor mientras reía por los besos de la contraria.

—Si mi vida, mami, está contigo y hoy pasarás el día con ella —le sonreí para bajar a la planta principal en busca de la cocina, que al llegar decidí prepararle algo de papilla aprovechando que los demás seguían dormidos.

—Hija, que bueno que estás despierta, ¿cómo has dormido? —menciona al ver a su hija despierta mientras entraba en la cocina saludando a su nieta, la cual comía de la papilla de manzana que le había preparado su madre.

—Bien madre, sí, me desperté porque ya es costumbre, además que sé que Cloe siempre despierta a esta hora.

—Eso veo, por cierto, ¿te arreglaste con tu esposo? ¿Quieres contarme lo que paso ayer? Por qué ambos llegaron como alma que se lleva el diablo —pregunta la mujer mientras empezaba a sacar lo necesario para realizar el desayuno para todos los adultos.

—Una de las secretarias del señor Collins se le insinuó a Harold, le dejo un beso en el cuello, así como la camisa tenía rastros de labial —suspire un poco mientras me sentaba en la barra con mi pequeña— no sé qué tiene la gente por querer meterse en nuestro matrimonio, ya no respetan a un hombre casado.

—La verdad, hija mía, las personas que se entrometen en relaciones ajenas son aquellas que no están conforme consigo mismos, pero depende de la pareja que su relación sea sólida —la mujer la mira con una sonrisa.

—Sabes madre, van ocho años de relación con Harold y nunca habíamos pasado por tantos "problemas" —hice pequeñas comillas con mis dedos al mencionar la palabra mientras la miraba— pero, desde que nos casamos, pareciera que el mundo estuviera en nuestra contra.

—Esas son solo ideas tuyas Key, el mundo no está en su contra, verán que estas tormentas las lograran pasar porque ambos se aman y eso es algo fundamental —termina de preparar la masa de los panqueques y empieza a hacerlos.

—A veces me da miedo que pase algo de tiempo y Harold se termine marchando como lo hizo Gustavo —la mire notando como esta empuñaba el rostro al posar sus ojos en mí.

—De algo que si estoy segura es que Harold no es ni la cuarta parte de Gustavo, lo que paso con él es otro tema, pero si eso en algún momento llegara a pasar lo cual dudo, no estarás sola, por ende no deberás temer —le sonríe un poco mirando los fogones y sartenes que tenía puesto.

—¿Cómo estás tan segura de ello, madre? No es que deje de confiar en mi esposo de un momento a otro, pero me da curiosidad que lo dices con cierta seguridad —arqueo un poco mi ceja en dirección a esta mientras mecía un poco a Cloe, la cual jugaba con mis dedos.

—Podría decir que puede ser instinto maternal, Harold está locamente enamorado por ti y llevan ocho años, tú misma lo has dicho; dejaron mucho antes por su amor —le brinda una sonrisa mientras se acerca a ella tomando su mejilla— su amor Keyla, es un amor fuerte y aunque vengan muchas adversidades sé que las podrán afrontar juntos.

—Gracias mamá, extrañaba tener con quien hablar así tan profundo —sonreí de vuelta mientras me levantaba y le daba un abrazo dejando a Cloe en medio de las dos.

—Siempre estaré para ti mi amor, anda, ve a arreglarte y a esta pequeña también, de paso me levantas a los dormilones, el desayuno estará rápido —suelta una pequeña risa mientras le deja un beso en la frente de la bebé, la cual ríe.

—Claro que sí, madre, ya volvemos —sonreí cargando bien a mi pequeña para subir a la habitación y poder ducharla hasta escuchar la voz ronca cuando su esposo estaba más dormido que despierto.

—Keyla, ¿dónde estás amor? —llama un Harold adormilado mientras caminaba a la habitación de su pequeña, seguro de que su esposa estaría allí, pero antes se la topo en la escalera.

—Mira Cloe, tu papi ya despertó —dije riendo al verlo como un zombie recién levantado para bajar a la pequeña, la cual con su andar con cierta torpeza corría a los brazos de su padre.

—Mi pequeña hermosa ya está despierta y no fue a despertar a papá, ¿qué hacías ah? —sonríe este para cargarla mientras la pequeña hacía señas con su mano dirigiéndolas a su boca— ah, con que comiendo.

—sonreí para acercarme a este y darle un corto beso mientras cargaba de vuelta a mi pequeña— me iré a duchar con Cloe, puedes despertar a los demás, por favor amor.

—Claro amor, andén yo despierto a los dormilones —sonríe devolviéndole el beso mientras acariciaba la mejilla a la pequeña antes de alejarse de ambas para ir puerta por puerta avisando del desayuno.

Los días siguientes a las vacaciones pasaron de maravilla, salíamos en paseos de botes, íbamos al mar, a los parques y lo mejor era que manteníamos todo en privado, a partir de ese entonces, no queríamos que la gente se enterara donde estábamos, e íbamos mucho a lugares con poco tumulto de personas. Harold, se había enfocado tanto en nuestra hija frente a su cuidado, dejándome a mí ser cuidada por mi madre, que con mis veinticuatro años aún estaba al pendiente de lo que ocurría. Fueron las dos mejores semanas de descanso en mucho tiempo, pero claro, como todo en esta vida era momento de partir. 

Destinos Cruzados [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora