Capítulo 3

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Jackson camina a mi lado y cada que nos detenemos para mirar un cuadro, él comenta algo sobre la pintura y pide mi opinión.

Tenía mucho tiempo que no hablaba de arte con alguien, Abi intentaba escucharme, pero sabía que en el fondo no le importaba mucho ese tema.

—He querido venir a esta exposición hace semanas— comentó de la nada.

Él me mira al instante, con un poco de sorpresa en su expresión. Incluso yo estoy sorprendida por mi cambio de actitud.

—¿Y por qué no habías venido?

—No tenía tiempo, salgo del trabajo muy tarde y cuando salgo temprano estoy muy cansada como para hacer otras cosas.

Levanta las cejas.

—Tienes días libres, ¿no?

—Suelo tenerlos unas veces al mes, depende. Los horarios cambian. —respondo y desvío mi mirada hacia las paredes.

—¿Hoy es el día libre?

Asiento. Detenemos nuestra caminata en uno de los pasillos color crema que nos conducen a la siguiente sala.

—También el mío—agrega con una sonrisa amigable—. ¿Puedo preguntarte algo?

Observó el corredor. Mi mirada conecta con la suya y noto lo claro que se ven sus ojos.

—Ya lo estás haciendo. —respondo intentando sonar desinteresada, sin embargo, no puedo evitar sonreir y agregar—. Vale, pregunta lo que quieras, pero no prometo responder.

—Me arriesgaré—dice con tono suave y pasea su mirada por el corredor—. ¿Tienes novio?

La pregunta me toma tan de sorpresa que me sonrojo de tal forma que mi única salida es reanudar el paso hasta entrar a la nueva sala.

"Jardín de Giverny" es una de las obras del pasillo.

Señaló la pintura y miro a Jackson que ya me sonríe desde la entrada.

¿Nunca deja de sonreír?

¿Y porque mi primer instinto es regresarle la sonrisa?

Lo observó caminar hacia mí con pasos lentos, la confianza que transmite es enorme. Es como si no pudieras evitar verlo y esperar a que hiciera una especie de magia al llegar. Vuelvo a darme el lujo de observarlo y me doy cuenta que las raíces de su cabello ya no son de ese café oscuro que había visto, ahora todo su cabello tiene el mismo tono rubio.

—Por lo que sé, Monet quitó los árboles que se encontraban en su patio, decía que bloqueaba la luz a sus flores.

No puedo evitar sonreír.

—Su esposa siempre se quejaba de eso.

Él asiente, dándome la razón.

Observó la pintura, detallando cada una de las pinceladas. Regreso mi mirada hacia él para hacer un comentario, pero lo sorprendo mirándome. Intento fingir que no me he dado cuenta, pero a él no parece avergonzado.

—Te ves muy linda

—¿Por qué quieres saberlo? —cambio de tema, refiriéndome a la pregunta que me hizo antes.

—¿Quieres oír una mentira o la verdad? —pregunta en tono pícaro.

—Me gustan los dramas

—¿Jugamos a las adivinanzas? —propone—. Te diré dos posibles respuestas y tratarás de adivinar cuál es la verdadera.

—¿Y yo que gano de esto? —cuestionó, divertida.

Él lleva la mano hasta su barbilla, considerando la respuesta. Después de unos segundos, parece tener una respuesta, pero mi estómago es más veloz y suelta un sonido de protesta.

La noche de una estrella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora