Capítulo 5 (Parte 2)

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Retuerzo la cara cuando siento algo húmedo y frío caer en mi mejilla derecha. Sin abrir los ojos, con una mano limpio el sitio afectado. En medio segundo otra vez siento lo mismo, pero esta vez es en la frente, uno tras otro hace que abra un ojo con desgana. Me encontraba tan a gusto en el sofá, realmente estaba en un trance impresionante antes de que Cass empezase a tirarme agua a la cara... juro que como no sea importante voy a matarla.

Cuando por fin consigo abrir del todo los ojos, me doy cuenta de que en realidad no estoy en el sofá, que no estoy en mi casa y lo que he notado en mi cara no era a causa de Cassidy.

De un salto me incorporo hasta estar sentada, me froto los ojos con fuerza en un intento de hacer que todo desaparezca, pero no lo hace. Sigo en el mismo sitio. Sigo en el bosque.

Poco a poco me levanto del suelo, me limpio las hojas y el barro que se han adherido a mi ropa con un manotazo. No se si me sorprende más estar en un bosque o que me haya quedado dormida en el barro. Puede que lo segundo más que lo primero, pero...

- Kaisha. -al escuchar ese susurro me quedo tan quieta que hasta por un momento me olvido hasta de respirar.

- ¿Hola?

Miro a ambos lados primero y como no veo nada, me doy la vuelta con la esperanza de encontrarme a algún conocido, pero no es así. No hay nadie. Voy a dar un paso adelante cuando un chasquido hace que pare en seco. El mismo chasquido suena de nuevo, al principio no puedo distinguir de dónde o de que proviene dicho ruido pero cuando vuelve a sonar una cuarta vez, consigo averiguarlo. Es el ruido que hacen las ramas al partirlas y eso suele significar una sola cosa, alguien viene y no creo que sea ningún amigo.

- Kaisha.

El susurro suena aún más cerca de lo que sonaba antes. Tan cerca que incluso puedo sentir la presencia de aquel o aquello que quiera hablarme. Sin aún mover ni un solo dedo siquiera, escucho atentamente a lo que quiera decirme.

- Kaisha. -todos los pelos de mi cuerpo se erizan tanto que si ahora mismo me tiraran aceitunas se quedarían completamente clavadas.

- ¿Quién eres? -no obtengo respuesta- ¿Qué quieres?

- Quiero hablar. -el chasquido de las hojas secas al pisarlas suenan detrás de mí.

Tan despacio que parece que pasen horas, giro primero la cabeza, pero cuando no logro ver a nada, giro mi cuerpo completamente y con lo primero que me encuentro es con unos ojos amarillos o puede que dorados. Al principio no distingo quién puede ser hasta que me doy cuenta de que no es un quién, es un qué.

Un lobo.

Muevo el pie derecho hacia atrás con la tan mala suerte de toparme con una enorme rama que hace que pierda el equilibrio y choque con el duro y asqueroso barro del suelo. Ante mi movimiento, el enorme lobo negro da un paso hacia adelante, algo que no me gusta ni un pelo y aunque ahora mismo no sepa qué hacer, me digo a mí misma que esto no es real.

- ¿Qué...? -ni siquiera me salen las palabras.

- No tienes que tener miedo de mí. -entrecierro los ojos.

- ¿Sabes hablar? -el lobo se sienta a dos pasos frente a mí- Esto tiene que ser un sueño.

- Lo es, a medias. -me arrastro hacia atrás para intentar alejarme todo lo posible de él- No voy a hacerte daño.

- Teniendo en cuenta de que eres un enorme lobo y yo soy una humana... siento pensar que me vas a matar. -el lobo inclina la cabeza hacia la derecha, un gesto que me recuerda a un perro.

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