W - larry (traducción)

Capítulo 1

Chicago no se llama Ciudad de los Vientos por nada. El día termina una vez más como todos los demás y un viento helado barre por toda la zona, golpeando algunas puertas y las celosías de las ventanas, asustándome. El pesado golpe de la madera contra los marcos y las aldabas deja mi cuerpo en un sobresalto, y siento un escalofrío corriendo por mi columna.

A pesar del breve susto, me acerco a las ventanas para cerrarlas.

Pongo la tetera a hervir mientras me aprieto en un abrazo, acabando por cruzar los brazos delante del pecho. Mis ojos se dirigen al reloj de la pared de la cocina que ya marca casi las 6 de la tarde. Deseo que Louis ya esté en casa y pienso en tomar el móvil de la encimera para llamarle y ver si viene. Pero no lo hago.

Me rindo con el té, de todos modos ya es casi la hora de la cena. Tal vez estoy un poco indeciso sobre qué hacer debido a mi propia ansiedad, y por eso prefiero llamar a alguno de nuestros restaurantes favoritos y pedir una pizza. Louis no debería tardar mucho.

Los años de matrimonio y relación han hecho nuestra rutina algo predecible, y ni siquiera el fin de la escuela, la universidad y ahora la vida de casado y toda la carrera profesional se interponen en una rutina de siempre estar juntos en las noches horribles de esta ciudad.

Pero hoy no le reprocharía por que nuestra rutina se alterara y él me sorprendería llegando antes.

No soy del tipo de marido posesivo, pero mi miedo tiene fundamento, ya que hay algún tipo de maníaco suelto en Chicago haciendo nuevas víctimas tan pronto como llega la oscuridad de la noche. Esta ciudad debería cambiar su nombre a la Ciudad de los Asesinos Seriales, por la secuencia de psicópatas y asesinos que eligen aquí para actuar.

Enciendo la televisión esperando las noticias de las 7, otra especie de tradición, ya que nuestro amigo del colegio, Niall, es ahora el presentador, y estamos orgullosos de seguirle. Siempre lo vemos por su agradable copete rubio, mucho más que para enterarnos de las macabras noticias que rondan los informativos, como los asesinos en serie que se disfrazan de payasos.

La pizza llega en algún momento, junto con unas cuantas botellas de cuello largo de la cerveza favorita de mi hombre. Coloco la pizza en nuestra mesa de centro, justo delante del sofá, y las cervezas en la puerta de la nevera para mantenerlas a la temperatura ideal.

Louis ha estado trabajando mucho, ya que es el ingeniero sanitario responsable de toda la renovación y corrección de la red de drenaje pluvial subterráneo de Chicago, y siempre llega cansado, con ganas de acurrucarse en mis brazos para que le dé algún masaje o una mamada rejuvenecedora. A veces pienso que los años no han enfriado nuestra relación, sino que la han pulido dejándolo todo aún mejor.

La viñeta del periódico aparece en la televisión en la televisión y busco el control en algún lugar del sofá, detrás de algún cojín, para escuchar la voz de mi amigo rubio. Su rostro está tenso y no se parece en nada al chico sonriente que conocí en la clase de geografía. Los años de periodismo en esta ciudad le han endurecido la voz, se han llevado su sonrisa y le han hecho fruncir el ceño con seriedad. En su frente ya se aprecian fácilmente algunas arrugas horizontales y su copete rubio tiene ahora un tono menos platino.

"Alisson Thompson de 26 años fue encontrada muerta en una calle desierta en el tranquilo barrio de Chicago. Tenía las mismas heridas que las demás víctimas del asesino en serie conocido como el payaso asesino de Chicago."

Oí que la puerta trasera se abría y los pasos de Louis entraban por la cocina. Reconocería su andar dondequiera que fuera, y me siento aliviado de que esté en casa sano y salvo por una noche más. Oigo el ruido de la llave que se deja sobre la isla de la cocina y el ruido del agua del lavabo goteando, donde probablemente se lava las manos. Luego escucho la puerta de la nevera ser abierta y no puedo contener una risita, el desgraciado sabe que le compraría su cerveza favorita.