"What you don't know won't hurt you, yeah
Ignorance is bliss
I'm a happy idiot
Waving at cars
I'm gonna bang my head to the wall
'Til I feel like nothing at all
I'm a happy idiot
To keep my mind off you"
No recuerdo muchas cosas, el alcohol había hecho lo suyo, pero si que recuerdo esa canción sonando de fondo, como si fuese mi consciencia advirtiendome que era mejor alejarme al momento de reconocer a mi ex mejor amigo de la infancia, Tristan. Si, Tristan Cassis, un nombre muy conocido en el mundo de los ricos, aquel al que me había infiltrado y nunca pertenecido. Tristan se llamaba igual que su padre, un hombre brillante de negocios que en una muy mala racha y la pérdida de su esposa tuvo que mantener a su hijo en una escuela de mortales como la mía, ahí conocí a Tristan. Era completamente diferente a la imagen de su padre, por lo que me extrañó mucho verlo allí, en ese casino usando uno de esos disfraces corporativos que tanto me encantaban.
El era amable, tímido y algo torpe cuando teníamos diez años, lo que me parecía jodidamente tierno viniendo de él. Se sonrojaba en las disertaciones al principio, yo lo ayudaba encantado en lo que podía, estaba enamorado de su imagen y era el único que le ofrecía compañía pero poco a poco su apellido fue conociéndose en las aulas escolares y a finales de la primaria era un chico popular, seguro de sí mismo aunque igual de amable. ¿Y yo? seguía siendo el niño problemas que fumaba en el patio del colegio y llamaban a la dirección para pretender preocuparse de mi salud mental y mi ambiente familiar, que de por sí había dejado de serlo, mi familia ya no existía.
Una idea se apoderó de mi cuerpo mientras la llegada de Tristan interrumpía mi coqueteo con otro hombre. ¿Venganza? Vaya que sufrí y al verlo ahí exitoso, apuesto, iluminando la sala, me invadió una rabia enorme, ya sé, yo el egoísta de malos sentimientos. La reina del hielo.
Agradecí estar vestido con una blusa sedosa de color azul marino y pantalones negros gucci. Al menos si me veía, probablemente me vería como un igual. Que iluso. Apenas me miró creí que no me reconocería pero vi esa sonrisa animada que contrastaba con la seriedad de su imagen, haciéndome un gesto con la mano para sentarnos. No pude evitar sonreírle de vuelta, de todas maneras, mientras caminaba hacia él me convencí del supuesto plan vengativo. No solamente mis parejas me mentían, al parecer terminé siendo un mentiroso conmigo mismo, de todas maneras aprendí de los mejores.
- Adrián! Wow.. - Tristan me saludó con la mano y antes chocó con la orilla de una mesa de apuestas sacándome una risa disimulada. - uff torpe como siempre. - se rió rascándose la nuca.
- Tanto tiempo. - Intenté ocultar mi emoción de haberme encontrado con él, ya sabes, la máscara que había empezado a construir desde su rechazo, pero el estómago me vibraba y agradecía que la música estuviese fuerte, sentía que se podían escuchar mis latidos.
- Mucho tiempo, pero es imposible no reconocer tu rostro.. Eres.. Bueno, estás igual. - Tristan se rascó la nuca algo sonrojado haciéndome dudar de su comportamiento un segundo, pero después mi "yo amargado" me susurró en mi cabeza que era por que él era naturalmente amable y tímido con todos.
- Bueno tu estás.. No, no estas igual. O sea tienes la misma cara de niño pero.. - no sé si habrá sido muy rápido pero mis ojos se deslizaron desde su cabello, recorriendole la corbata, las piernas y los zapatos, sonreí - un cuerpo más formado.
Me gustaba verlo nervioso y tímido, era obvio para mi en ese momento que lo vería escapar luego del comentario gay, después de todo esa misma había sido la razón por la que decidió dejar de hablarme. Pero muy para mí extrañeza se quedó serio mirándome a los ojos, una expresión que incluso me hizo sentir amenazado. "¿Qué haces?" Me pregunté "corre. Escapa."
- Vamos a un lugar más privado?...
Creo que se notó mi expresión incrédula, ahora que lo pienso, pocas cosas me sorprendían o me evocaban algo real pero esas palabras me hicieron temblar.
- Seguro, vamos. - Probablemente había sumado otro punto a mi listado de Errores.
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Solo Adrián (+18)
RomancePara Adrián tener un vínculo amoroso con un hombre, solo servía para cumplir tres objetivos fundamentales en su vida: dinero, poder y sexo. La vida le enseñaría con crueldad que el amor no era más que un invento con efecto dopante. Se consideraba in...