Handle Everyday

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Fue un impulso brusco, una respuesta al miedo que comencé a sentir apenas abrí los ojos y estaba solo en la cama, escuchando la ducha correr. No lo pensé dos veces, tomé mi ropa y salí de ese departamento adolorido, despeinado y una ansiedad tremenda.

A pesar de la idílica experiencia que había vivido con Tristan la noche anterior, algo en mi interior me gritó que saliera de allí antes de seguir arriesgando más. Al llegar a mi departamento lamenté haberme acostado con Tristan, los recuerdos me llegaban a la cabeza, sus expresiones limpiandome las heridas y follandome, todo era demasiado vívido, todavía sentía su perfume en mi cuerpo y el tacto de sus sábanas negras. Podía escuchar su respiración en mi hombro, aquella faceta salvaje que probablemente varias conocieron antes que yo.

Entré a la ducha y largué el agua, la dejé caer en mi rostro un momento, comenzando a darme cuenta que ya estaba hecho, que me había enamorado ingenuamente otra vez de un hombre que simplemente no estaba destinado a mi, que me confundía entre lo que era antes y en ese momento. Me sentí tan débil que me deslicé por los azulejos y me senté en el piso de la ducha. Los sentimientos hacia Tristan, que se habían desarrollado la noche anterior, me provocaron un llanto silencioso y largo, ese llanto que provocó su rechazo cuando era niño, uno que llevaba mucho tiempo sin salir, como si hubiese estado viviendo en automático para ser despertado por su presencia, otra vez, perturbando mi cabeza con ideas de amor y cariño. Me sentía ligado a él más que nunca, por lo que me encontraba intentando cortar ese lazo que llevaba evadiendo por tanto tiempo exitosamente.

Me sobreestimé, creí que podía jugar, disfrutar del sexo y seguir mi camino, superar la estupidez de un amor no correspondido cuando niños, pero esa estupidez terminó por derrotarme. Ni la falta de dinero, ni los maltratos de los clientes, ni la soledad y la presión de mi carrera me habían agobiado tanto como para llorar, pero Tristan pudo con mi escudo. Sabía que luego de escaparme otra vez de su vista iba a dejar de buscarme, su curiosidad y ganas de experimentar con un hombre iban a llegar a su limite, estaba seguro, o al menos, eso pensaba en ese entonces.

Me costó retomar mis actividades, me demoré tres días en salir del departamento, luego de andar en pijama todo el día, comer cosas dulces, nada cocinado y perderme en las series de Netflix. Nunca me había pasado, en ese momento entendí mucho las bromas respecto a un corazón roto con terapia de helado y netflix.

Tuve que rendir un examen ese lunes y a pesar de no haber tenido cabeza para estudiar, logré aprobarlo, aunque por poco. La gente que me rodeaba me encontraba ido, ausente, la verdad yo no me daba cuenta y no quería que aquel tema con Tristan influyera tanto en mi vida, por lo que me esforcé mucho por retomar mis sonrisas, atención y energía.

Pasaron dos semanas lentamente, despertandome cansado y acostandome exhausto pero con insomnio, el cual intentaba ignorar con música o series. Era obvio que Tristan no sabía cómo encontrarme, de todas maneras, en cierto punto me veía imaginandolo en la esquina del edificio, esperándome con su traje y probablemente una bufanda elegante para el frío. Me reí de mi mismo varias veces, algo angustiado por mi patetismo. Si, suena patético no? Pero a más de uno debe haberle ocurrido al intentar borrar a alguien del pasado. Estaba seguro que Tristan ya había seguido adelante, probablemente con otra mujer, era obvio, un hombre como él no sabía estar solo, de hecho podría tener novia en el momento en que nos topamos, pero ya daba igual, el cuento del amor definitivamente no era para mi.

Ya a fin de mes, me llegaron las cuentas del departamento, suspiré leyéndolas. Debía volver a trabajar, apenas me estaba alcanzando para cenar y con ese frío no quería perder la calefacción y la ducha caliente, pero realmente no quería acostarme con más tipos, al menos eso sentí mientras me vestía con mi ropa ajustada a la cintura y caminaba bajo la nieve que había comenzado a caer desde la mañana hasta esa noche.

Entré nuevamente a ese casino, no había mucha gente, debían estar todos cenando por la navidad con sus familias a esa hora, festividad que estando solo jamas tuve los ánimos de celebrar. Esta ausencia de clientes me complicó un poco el panorama, por más que intentaba hacer contacto visual con algún hombre para captarlo, no correspondían de la misma manera.

Finalmente ya a la noche y con los bolsillos vacíos, salí del casino, sintiendo aún más fuerte el frío, aunque la noche estaba estrellada.

Al pasar por la plaza frente a mi departamento, paré de caminar y miré hacia arriba, la noche despejada, adornada con árboles blancos y faroles anaranjados. Era perfecta pero nostálgica, como si pudiese recordar una Navidad que nunca existió, una especie de ficción que reflejaba mi deseo más profundo: no estar solo esa noche. Nunca me habían importado los 24 de diciembre hasta ese momento, sentí la ausencia de la gente y la calidez lejana de las decoraciones en el parque, las tiendas cerradas y las casas con luces encendidas.

Cerré los ojos, no recuerdo si dejé escapar una lágrima o dos, pero no quería abrirlos, me encontraba absorto en la idea de un pasado ficticio con él, un recuerdo que nunca había ocurrido pero que me hacía extrañarlo con angustia.

Fue magia. Sentí una tela cálida rodear mi cuello con suavidad, protegiendome del frío, no quería abrir los ojos, me lo estaba imaginando? Tan mal estaba? Subí mis manos para tocar la bufanda y fue ahí cuando abrí lentamente mis ojos.

Ahí, frente a mi, estaba Tristan con una leve sonrisa, hubiese creído que era de lástima pero tenía sus ojos húmedos lo cual me dejó sin palabras. Pasaron segundos en los que me quedé con la boca entreabierta intentando entender, pero me interrumpió el caos en mi cabeza al sacar de su bolsillo una cajita envuelta en un papel dorado.

- Al fin te encontré. - pudo decir con una voz suave, limpiandose las mejillas torpemente con la manga de su abrigo negro. - puedo irme si así lo deseas, solo quería entregarte es...

Lo interrumpí. La cajita cayó al suelo quedando entre la nieve húmeda, Tristan la soltó con la sorpresa de mi abrazo repentino. Lo abracé parado en punto de pies, completamente apegado a su cuerpo, su ropa, que en ese momento se sentían increíblemente cálidas y suaves. Sentí sus brazos rodearme algo incrédulos al principio pero luego con fuerza y seguridad mientras respiraba en mi hombro. Sentía que quería rodearme completamente, estábamos desesperados por el otro en ese momento, entendí ahí, bajo la noche de navidad que Tristan había vivido la misma abstinencia que yo y se sentía igual de aliviado al encontrarnos. Luego de unos minutos me separé de su cuello para mirarlo, no pude evitar soltar una risita de alegría que él correspondió con su sonrisa honesta, acariciandome la mejilla con su guante de cuero y uniendo sus labios con los míos como si fuese el primer beso. Se sintió cálido, más que nunca, quizás por la situación o lo helada que estaba la noche, pero luego de ese beso no pudimos parar hasta que nos dimos cuenta que estábamos en el exterior frotandonos y acariciandonos agitados. Me separé jadeando, con la boca roja, mirando los labios húmedos de Tristan. Apoyé mi frente en la suya sin saber cómo decirlo, de pronto mis tácticas seductoras y mi personalidad extrovertida se veían totalmente apagadas, no funcionaban con Tristan, quizás por que el me provocaba sentimientos demasiados honestos.

- Te gustaría en...

- Si, por favor. - respondió seguro tomándome la mano. Antes de ir, me agaché para tomar mi regalo y limpiarle la nieve. Tristan ni siquiera se había acordado. Sonreí por ello, me deseaba igual que yo a él.

♥️

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Solo Adrián (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora