"We Drift Away
You give me
something to numb the pain"Fue como si la música nos acompañara solo a nosotros, distante pero presente, en el ambiente. Fui con él a una sala más privada del casino y nos sentamos en sillones de cuero burdeo. Las luces fuertes no llegaban ahí, se veían apagadas y en matices naranjos, como si quisiesen de alguna manera exponer un escenario para que sus clientes volasen tranquilos, ya sea por la droga o por el cuerpo de otra persona.
Me dejó pedir mi trago, lo cual debo admitir que pocas veces me pasaba, la dominancia de algunos hombres con los que me acostaba era tan absoluta que aburría, debían tener el control de todo, como con sus esposas, sus empresas, sus autos.. En fin, Tristan me dio la chance.
Me sonrió tímido una vez llegaron los tragos y luego se rió negando con la cabeza. El maldito siempre me hacía sonreír con cada gesto suyo. Su timidez nunca fue un problema, me parecía adorable en cierto sentido y al verlo los primeros segundos en ese casino creí que lo habría perdido.
- qué has estado haciendo todo este tiempo? - decidió quebrar el silencio incómodo mientras se sentaba a mi lado en el sofá, pude oler su perfume maderoso que me provocó querer seguir el aroma hasta su cuello, obviamente solo me quedé ahí bebiendo un sorbo de mi trago amargo.
- Bueno.. Estudio derecho. Vivo solo hace ya unos años..
- Estás estudiando? Eso es genial!
- Si.. Tan imposible se veía que pudiese entrar a la universidad? - lo molesté para que se pusiera incómodo y enseguida comenzó a aproblemarse. - es broma, si. Estoy estudiando, no tengo las mejores notas pero me sirven. - me encogí de hombros recostando mi espalda en el respaldo del sofá.
- Me gusta eso de ti.. - el muy idiota dijo eso con su voz suave y con esa sonrisa brillante mientras miraba su trago, ¿qué pretendía? ¿Que me enamorara ahí otra vez?
- y qué sería eso? - contesté con mis palabras secas como cada vez que me sentía amenazado.
- Eres tu, no quieres pretender para encajar, dices la verdad acerca de ti. Te sorprendería cuanta gente miente con tal de adornar sus historias. Y eso.. Me gusta que no pretendas.
Esas palabras me hicieron sentir algo en el pecho y en la garganta, quise en ese momento echarle la culpa al trago que recién había tomado y tragado cuando lo escuchaba hablar pero sabía que no era eso. Otra vez mintiendome.
- Pretendo en muchas otras cosas, a veces incluso pretendo conmigo mismo. - le sonreí. En ese momento ya me encontraba perdido siendo ese niño de diez años que confesaba su amor, comenzando a sentir calor en las mejillas y evitando contacto con sus ojos.
- No tienes que pretender conmigo.. - me dijo tomándome el mentón. Miré su mano y lo miré a él de seguro con una expresión muy incrédula, no entendía, no estaba en mi esquema de pensamiento o en mi percepción de mundo que Tristan Cassis estuviese acariciandome el mentón con sus manos suaves aunque firmes y algo más grandes que las mías.
Hice lo que hago mejor. Lo tomé como una broma apartando lentamente su mano y simplemente le sonreí volviendo a beber, ignorandolo completamente.
- Y tu, qué has hecho, estás en la empresa de tu padre? - él también me ignoró, interrumpió mi pregunta besándome los labios, no me di cuenta en qué momento se había acercado tanto a mi. Como si fuese un peligro inminente, puse mi mano en su pecho para alejarlo pero el la tomó, como sabiendo todo lo que pasaba dentro mío, las voces terribles que me susurraban al oído, contándome sobre mis inseguridades. Acarició la mano que tenía en su pecho y se separó solo un poco para rozar su nariz con la mía. Me dejó sin palabras.
- Hace mucho tiempo que he querido encontrarte.. Me alegra haberte encontrado aquí..
- por qué? No entiendo. - Quería entender. Acaso Tristan estaba haciendo el típico juego de estos hombres para llevarse a la cama a otro sin pagar? Ilusionandolo con palabras dulces? Sin embargo su perfume y sus labios húmedos me mantenían hipnotizado mirandolo a los ojos ¿Donde estaba esa armadura que había construido todos esos años?
El no quiso responder, sólo me besó sin detenerse hasta llegar al punto en que nuestras lenguas se rozaban en un baile Erótico y húmedo de nuestras bocas. Sus manos recorrían mi mandíbula, abarcandola toda y también mi cuello, por primera vez en mucho tiempo sentía mi cuerpo hirviendo, latiendo y estremeciéndose totalmente debilitado sin una coreografía que seguir, ni quejidos que inventar. Solo quería seguir sintiendo más de su piel y sus labios. Sentí su mano deslizándose por mi cintura, apretandola como si estuviese conteniéndose de no quitarme la ropa ahí mismo, pero algo interrumpió el beso de golpe. Su celular.
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Solo Adrián (+18)
RomancePara Adrián tener un vínculo amoroso con un hombre, solo servía para cumplir tres objetivos fundamentales en su vida: dinero, poder y sexo. La vida le enseñaría con crueldad que el amor no era más que un invento con efecto dopante. Se consideraba in...