Capítulo 82

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No había nada de Randall. Nada en absoluto. Sin mensajes, sin llamadas perdidas. Nada.

Solo el darse cuenta de esto trajo una nueva ola de lágrimas a Anna. No estuvo en línea durante dos días, según el mensajero. Ahora él estaba fuera, y el pánico se apoderó de ella. Ella le envió un mensaje de texto, preguntándole dónde estaba y cómo estaba, y rogándole que respondiera.

Una llamada perdida y un mensaje llegaron de Teo: "¿Lo lograste?" Ella escribió que el vuelo salió bien, estaba en casa y no fue despedida.

De hecho, de Marco había si no un millón, una buena docena de mensajes. Se preguntó si había volado a Milán, dónde estaba, por qué no contestaba, qué estaba pasando, cómo y cuándo regresaría finalmente a Mining, y si debería llamar a la policía.

Sin dudarlo un momento, Anna marcó su número. Pero una chica, cuya voz Anna recordó de inmediato, tomó el teléfono.

"¿Hola?" la señora se preguntó en un tono provocador.

"Necesito hablar con Marco. Mi nombre es Anna. Soy una vieja amiga de el. Um... Volé de vuelta desde Milán."

"¿Y?"

"¡Y necesito hablar con él!" Anna dijo y maldijo por lo bajo, sorprendida por el tono altivo de la chica.

"Marco no está en casa," dijo la dama irritada.

"¿Donde esta el?"

"No importa."

"¿Donde?"

"¿Que te importa?"

"¡Ay vamos!" gritó Anna. "¿Estás tan insegura de que echarías agua durante media hora para deshacerte de mí como si eso ayudara a mantener a Marco debajo de tu falda?"

Colgaron.

"¡Qué oveja!" Anna reaccionó en voz alta. Hablaré con él de todos modos. ¿Dónde la había encontrado?

Anna comenzó a copiar y pegar mensajes a todos sus amigos que se preocupaban por ella, diciéndoles lo mucho que le gustaba Milán, que había olvidado su teléfono en casa, que todo estaba bien y lo emocionada que estaba , y que la vida era hermosa. Mensajes universales para calmarse y animarse.

Luego telefoneó a su madre y, después de reproches durante media hora, charló con ella durante tres horas y media más, contándole los detalles de su viaje.

Elena exclamaba, comentaba y bromeaba, y Anna se sintió infinitamente tranquila en el corazón de que estaba en casa. Que pudiera volver a escuchar la voz de su madre, que mañana comenzaría sus agradables jornadas de trabajo, esperando que el destino, en el que tanto creía, pusiera todo en su lugar.


No Renunciar Al Amor Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora