Capítulo 91

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Anna caminó a casa bajo la lluvia torrencial. La lluvia era implacable. Parecía que el cielo tenía la intención de lavar la Tierra de sus pecados interminables. Se derramó sobre las calles y las aceras, rayando cada objeto en su camino.

Era esa lluvia, el agua del avivamiento y el remordimiento, el poder y la transformación. Todo se combó bajo la fuerza de su flujo.

Anna estaba mirando a un caballero pobre, empapado y de mediana edad. Para su desgracia, había sido atrapado en medio de un aguacero. Corrió a casa lo más rápido que pudo, sus pies resbalando, resbalando y hundiéndose en el barro, pero su expresión traicionó el pensamiento en casa, encontraría una cama seca y una cena caliente, tal vez esposa e hijos.

Anna deambuló como si esperara que el agua lavara todo el día con todas sus palabras y eventos. Había dejado a Marco solo en el balcón, insultándolo con desesperación, culpándolo de todos los problemas de su vida y amenazando con que no era él quien debía quejarse del triste destino sino ella, porque todo se había ido cuesta abajo cuando él la dejó. solo cara a cara con el destino. Ella lo acusó de ser un debilucho y un cobarde, de no luchar por ellos. Que si la amara, nunca se habría rendido.

Se arrepintió de cada palabra que pronunció, pero no pudo contenerse en ese momento. Marco escuchó con la cabeza inclinada y los ojos culpables llenos de lágrimas. Nunca lo había visto llorar, nunca había visto su rostro expresar tanto dolor.

Ahora caminaba por la calle, rebobinando la conversación una y otra vez. Marco había traído de vuelta en una noche todos los recuerdos y sueños desgarradores que Anna había enterrado con un esfuerzo sobrehumano. Sus preciados sueños de matrimonio, hijos, esposo y simple felicidad doméstica habían sido arrancados a la fuerza de lo más profundo de su corazón, y el dolor había atravesado nuevamente todo su ser.

"Ay, Marco... ¿Cómo es que... Por qué estás..." El ruido de la lluvia se tragó su oración.

El hombre que iba delante de Anna corrió hasta el porche de su casa, se encontró con su esposa y sus dos hijas, quienes inmediatamente le arrojaron una enorme toalla encima y lo abrazaron con alegría.

No Renunciar Al Amor Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora