Capítulo 3

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"¿Qué estás dibujando ahí?" Nina se acercó corriendo y miró la imagen, que Anna estaba pintando diligentemente en una hoja de álbum grande debajo de papel carbón, tratando de sostener el original en una ventana junto con un boceto. Estaba representando minuciosamente las sombras del mapa que provocaba la luz del sol.

"Londres," respondió ella sin apartar los ojos del boceto.

"¡Londres!" repitió Nina, considerándolo. "¡Por qué lo harías, de todos modos! ¿Redibujaste el mapa de Londres? ¡Vaya!"

"¡Estoy enamorada de Londres!" Anna se rió. "¡Como si no lo supieras! ¡Iré a Londres cuando llegue el momento y hablaré solo el inglés de la Reina! Veré el Big Ben y La Plaza Trafalgar. Allí daré de comer a los pájaros. Luego vendré a ver la Abadía de Westminster y caminaré por el puente de Londres de un lado a otro."

" ¡Vaya!" Nina gruñó alegremente. "¡Quién tiene eso en mente! ¡Tú y tu inglés, sin embargo!"

Nina inspeccionó la habitación de Anna. Montones de libros dedicados al idioma inglés estaban por todas partes : libros de texto, antologías, ficción. Notas y recortes por todas partes. Carteles de algunas celebridades occidentales de las que Nina tampoco había oído hablar nunca, Anna era tan fan. Era pura diversión mirarla, tratando de explicar el significado de sus suspiros para todos estos actores e intérpretes.

Soñaba con países lejanos, hablar diferentes idiomas, aventuras y encontrar a su príncipe azul. Todo esto fue una mera pizca de vida para Nina, quien vio la felicidad en un nivel más elemental. Su rutina de vida favorecía estar rodeada de círculos de familiares y amigos. A diferencia de Anna, ella era indiferente a todos estos idiomas, películas y libros.

"¡Bien! ¿Quién tiene el mapa de Londres más bonito?" Anna trajo a la niña de vuelta al mundo real.

"Mmm. ¡Tú, definitivamente!" Nina se echó a reír y abrazó a la hermAnnastra.

Una agradable voz femenina vino de la cocina.

"¡La hora de comer, chicas!"

Era la mamá de Anna. Miró a su madre y le confió todos sus secretos y sueños. Elena escuchó las historias de su hija sobre cómo haría largos viajes, cómo se aseguraría de que su padrastro no les hiciera más daño, cómo se haría rica y desaparecerían todas sus deudas, cómo arreglaría la salud de mamá, sus problemas, y cómo todo sería perfecto.

Elena siempre creyó que sería así. Solo poralguna razón, en las noches, cuando nadie podía verla, las lágrimas corrían atraición por sus mejillas.

No Renunciar Al Amor Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora