CAPÍTULO 13: No creo en tus palabras

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     —¡Natalie dinos algo! Eres como su hermana, su mejor amiga y su prima.

     —Señora le juro que no sé donde se encuentra, desde el día de la cena no la volví a ver, no sé donde está ella. 

     Los padres de Mariam ya no sabían que hacer, habían hallado la nota que su hija les dejó.

     Su madre estaba desesperada y a su padre le había dado ya un ataque de nervios. Natalie les decía que no había tenido contacto con su prima, William estaba muy preocupado, pero a la vez sospechoso de que Mariam llegase a hablar.

     Recordó ese día, lo recordó muy atentamente mientras miraba fijamente los ojos de Mariam en una fotografía pegada en la pared de la habitación de Natalie.

     Temía que algo sucediese, que ella hablara, que le dijera a todo mundo lo ocurrido aquella vez y lo peor... Que hubiese una consecuencia con ello, una que durara más de nueve meses.

     —¿Qué le ocurrió a Mariam? —preguntó Brian ingresando a la casa de Natalie.

     —Aún no lo comprendemos —habló su padre viendo aquella nota por décima vez—, William...

     —Dígame señor.

     —¿Porqué mi hija te menciona en esta nota? ¿Acaso tú eres el motivo de todo esto?

     —Señor me conoce y sabe que soy incapaz de incomodarla, la veo como una hermana, es la prima de mi novia, pero...No lo sé.

     —Yo sí lo sé entonces...

     —¿Qué dices Natalie? —preguntó la madre de la desaparecida.

     —Que creo saber por qué huyó Mariam... William es inocente.

     —Dilo entonces —insistió Brian.

     —Hace tiempo Mariam venía frecuentando a un joven, Zack, Zack Cohello, ellos eran... Cómo decirlo... Un amor platónico, pero eso no es lo peor, Zack está acusado de homicidio, Mariam tenía una filmación de una pelea suya, él la buscaba para que se la entregase, no sé con certeza donde estará mi prima... Sólo sé que él es el único que se me pasa por la mente como supuesto sospechoso en estos momentos.

     —¡Cohello! —gritó Brian saliendo de allí.

     —Tú ven conmigo —le susurró Natalie a William, ambos caminaron hasta la sala.

     —¿Qué ocurre?

     —Pregúntatelo tú mejor, ¿Cómo pude hacer semejante cosa con la prima de mi novia?

     —No comprendo, a ellos les dijiste...

     —A ellos les puedo hacer creer lo que yo quiera, vi la mancha de sangre en sus sábanas, vi la sábana dentro del cesto de basura, William si te cubrí fue por que te amo más que a mi misma, sólo dime —tomando su mano—, sólo te pido que me digas la verdad, porque ella no te amaba y lo sabes muy bien ¿La tomaste a la fuerza? ¡Di la verdad!

     —No, no, no... No lo hice.

     —Sabes perfectamente que no creo ni una sola de tus palabras...

     —Mejor así, entre pareja no hay secretos.

     —Nunca pensé que serías así, esa clase de... Ese tipo de persona.

     —Si tan malo crees que soy ¿Por qué no me dejas? Eh...—ella sólo se fue sin decir palabra alguna.

El color de tu sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora