CAPÍTULO 37: Accidente

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     Un silencio quedó perpetuó en el aire, Sarah con un pañuelo sólo lloraba agachando la cabeza, de vez en cuando intentaba tomar las manos de su hija, pero esta no se lo permitía, Mariam sólo lo soltaba todo con rabia, las lágrimas se deslizaban por sus ojos, pero a la vez sentía un peso menos en su pecho.

     —Lo siento...

     —Sé que dices eso, porque otra cosa no puedes decir, pregúntale a Zack como me encontraba aquella noche, pregúntaselo.

     —¿Él te halló?

     —Así es, él no sabía nada, pero a pesar de eso no me dejó ir, me protegió y me dio ese abrazó que tanto necesitaba, sabes, en ese momento no quería ver a nadie, ni a ustedes, rezaba por las calles con temor de encontrarme a algún hombre, no quería siquiera verlos, el miedo recorría todo mi cuerpo, era como una hoja seca esperando a ser pisada, pero con él fue distinto, a él siempre lo vi como mi lugar seguro, mi refugio, mi todo.

     —Vi como te cuida y me alegro por ti, porque él hizo en ti todo lo que yo no logré.

     —Sólo quiero que todo esto quede en el pasado, sé que eso es imposible, sé que no lo olvidaré, pero quiero superarlo, quiero vivir una hermosa historia de amor con Zack, porque me merezco ser feliz y para eso te quiero a mi lado mamá.

     —Estaré ahí, lo prometo... ¿Lo amas mucho cierto?

     —Él llegó en el momento justo, ni un minuto antes ni un minuto después, mi sueño... Mi sueño siempre fue formar una familia, una grande donde no haya soledad... Con todo lo sucedido a ese sueño lo había desechado en lo más profundo de mi alma, pero él... Él me hizo volver a creer en mi sueño, me obligó a vivir y a ver que se puede salir adelante.

     —Hablando de eso... 

     —¿Qué ocurre?

     —Tu padre fue acusado de intento de homicidio, él quiso matar a una mujer y... Se suicidó en prisión.

     —¡Qué!

     —Espera... Mariam... No es como lo crees.

     —¿Cómo?

     —Mariam, él no es tu padre, Dante lo es, el tío de Zack, ¡Dante es tu papá!

     Ella no sabía qué hacer, necesitaba respuestas, sólo actuó, actuó sin pensar, salió corriendo hacia la residencia Cohello, sus miedos desaparecieron en ese momento, sin ninguna explicación.

     Su madre la siguió— ¡Mariam! —gritó, pero ya era demasiado tarde, un automóvil no se percató de ella, quién terminó embistiéndola brutalmente.

     Tu padre ¿Quién es tu padre? ¿El qué cría? ¿El qué te dio la vida? ¿Por qué te abandona un padre? ¿Eso es algo normal?

     De niña lo creía así, que había cosas que eran normales y cosas que no, creía que eso era normal.


     Volviendo con Mariam:

      Zack y Dante llegaron casi corriendo al hospital, Sarah sólo sollozaba.

     —¿Cómo rayos ocurrió?

     —Za- Zack.

     —¿Qué le dijo? ¿Qué fue lo qué le dijo para que ella saliera así? ¡Hable!

     —Yo- Yo... Le dije la verdad... 

     —¿Qué verdad?

     —Qué Dante es su padre...

     —¡Qué hiciste qué! —acercándose ahora Dante.

     —Habíamos quedado en qué se lo diríamos juntos y con un psicólogo.

     —Lo siento... 

     —Yo ya lo sabía, ¡Lo sabía okey! Pero supe cerrar mi maldita boca a diferencia de ustedes... Sólo les diré algo, a Mariam le llega a pasar algo y a mi no me vuelven a ver en su vida, principalmente a ti tío y a usted Sarah, iré a la policía y les diré como protegió a el hombre que arruinó la vida de su hija, luego me mato.


     La enfermera salió:

     —Familiares de Mariam Martins.

     —Yo... Soy su novio.

     —Ella... Está estable, el impacto fue bastante brusco más no fue grave, el conductor por lo que me dijeron pudo frenar antes y eso ayudó mucho, sólo tiene un golpe en su cabeza, pero no es muy grave, afortunadamente ella y el bebé están a salvo.

     —¿Bebé? —preguntaron todos al unísono.

     —Sí, bebé, es un milagro que se haya salvado, no hay explicación, simplemente no tiene ninguna secuela, aunque aún es muy pequeño, no llega al mes ¿Él es el papá?

     Todos miraron a Zack, pero él respondió— Sí, soy yo ¿Puedo verla?

     —Claro —la mujer se marchó.

     —Hijo...

     —No tío, nada de hijo, no me vuelvan a dirigir la palabra —ingresando a la habitación.

     —Dante... —susurró Sarah con los ojos llorosos.

     —Tranquila —yendo hacia ella—, es un poco berrinchudo, pero ya se le pasará.

     —Ese bebé... Es de William ¿Verdad?

     —¿Tú qué crees? Es nuestro nieto.

     —Tu nieto, no puedo tener por nieto producto de una... 

     —¡Sarah! —la interrumpió él.

     —Lo siento, pero no puedo.


El color de tu sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora