CAPÍTULO 15: Reencuentro

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     Zack no se daría por vencido así de fácil, tomó su moto y salió nuevamente en su búsqueda, pero ya no la halló.

     —Espero que en verdad estés feliz tío —ingresando— la perdí, por tu culpa la perdí y no sé si la volveré a ver otra vez... —expresó con frustración.

     —Debemos buscarla —poniéndose de pie—, ¿Qué me ves? Andando.

     —Se fue por que la echaste y... ¿Ahora quieres qué vuelva? ¿Qué te sucede?

     —Zack por favor, eres mi sobrino y te amo, soy capaz de dar mi vida por ti, pero por ese mismo motivo ahora te necesito más que nunca, necesito, en verdad necesito que me ayudes a encontrarla.

     —¿Por tu conciencia?

     —¿Qué? ¡No! Sólo quiero que esté a salvo ¡Vamos! —bajando las escaleras.

     Sin perder más tiempo se subieron en el automóvil y salieron en su búsqueda, Dante  manejaba con una gran desesperación.

     —¡Tío ve más lento! ¡Nos vamos a matar!

     —No moriremos, no puedo morir ahora y no moriré aún, así que no te preocupes muchacho, no moriremos —repitió.

     —¡Tío por el amor de Dios! —exclamó cuando éste frenó abruptamente.

     —¿No es ella? —señalando a una joven a punto de cruzar la calle.

     —Sí, es ella...

     Dante descendió del automóvil y corrió como si su vida dependiese de eso hasta la joven, Zack lo siguió.

     —¡Mariam! —gritó, ella volteó a verlo— ¿A dónde vas? —preguntó al llegar con la respiración agitada.

     —¿Acaso usted es bipolar? Me dijo que era un error hace unos instantes, ¿Y ahora se preocupa por mi?

     —¡Mariam! —habló Zack al llegar— ¿Cómo estás?

     —Intentando entender todo esto, pero supongo que bien.

     Dante extendió su mano derecha y dijo— Lamento lo que dije antes.

     —No se preocupe, adiós —iba a cruzar pero éste la detuvo—. Señor Dante...

     —Tío... ¿Qué haces? —le preguntó Zack.

     —Le pido por favor que no vuelva a tocarme, no es nada personal, sólo... No quiero.

     —Claro, lo siento —se disculpó Dante.

     —Sobrino, toma su bolso, Mariam se quedará con nosotros.

     —¿En serio? —preguntaron al unísono los chicos.

     —Sí, comprendo que te trate de una muy mala manera y soy consciente de ello...

     —Me alegra que se retracte, pero no deseo regresar, debo seguir mi camino.

     —Mariam por favor... Acepta nuestra ayuda —habló Zack.

     —No puedo, necesito irme, muy lejos.

     —¿Por qué huyes? —le preguntó Dante.

     —No lo hago, es... Un asunto privado.

     —Te prometo que nada te sucederá, mira Mariam, no sé de que huyes e incluso no sé nada de ti.

     —Es curioso, las cosas que creemos conocer son las más extrañas, al igual que usted, usted no conoce una visión distinta de las cosas.

     —No comprendo...

     —Usted no me conoce, ni tu Zack... No tienen por que involucrarse en mi vida.

     —Mariam sólo queremos ayudarte, yo por ti, tú por mi —habló Zack— ¿Es así lo qué dicen?

     —Bueno... Acepto.

El color de tu sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora