CAPÍTULO 26: Saliendo adelante

202 4 0
                                    

     —Dime mi amor ¿Por qué sigues con ella si es a mi a quién amas?

     —Paola es distinto.

     —¿Distinto para quién? Diego a mi no me parece ni un poco de distinto, engañé a mi marido por ti, me separé de él, tengo que soportar el maldito hecho de vernos a escondidas, en hoteles, no soy una... Simplemente quiero lo mismo de tu parte, respeto.

     —Y lo tendrás mi amor.

     —Vives diciendo eso, tienes una hija de otro hombre ¿Qué te ata a ella?

     —Esa mujer vale más muerta que viva.

     —¿Y esperas a qué muera? ¡Por qué no la matas y ya!

     —Porque no puedo, créeme que quiero, pero... No logro juntar el coraje que se necesita para ello.

     —El día en que te decidas hacerlo, me llamas —saliendo de allí.


     En el parque: 

     —Aquí estoy, te oigo, ven, siéntate.

     —Me quiero separar.

     —Y yo quiero reclamar mi paternidad y que mi hija lleve mi apellido, todos queremos cosas ¿No crees Sarah?

     —¡Basta Dante! —soltando algunas lágrimas— Por favor no me ataques, sé que lo que hice estuvo mal, pero necesito de tu ayuda ahora, te pagaré si es eso lo que te aflige.

     —Jamás te cobraría, eres la madre de Mariam.

     —Quiero separarme, necesito de un abogado, pero sólo a ti puedo contarte todo esto que me aflige, sólo a ti te tengo esa confianza.

     —Acepto ¿Por qué con tanta desesperación? Digo, la otra vez aparentabas ser una mujer felizmente casada y ahora hasta estás llorando.

     —Sólo quiero salvarme, sólo eso.

     —¿Te hizo algo? —tomando su mano.

     —No, no lo sé... Quizás... 

     —Especifica ese <<Quizás>> Soy abogado, pero todos creen que soy adivino.

     —Siempre peleamos, siempre discutimos muy mal verbalmente, pero hoy intentó estrangularme, quiero cortar la planta antes de que eche sus raíces, sólo eso. Asumo que va a ser sencillo, la propiedad es mía, no creo que reclame a Mariam, ella es mayor de edad...

     —Sobre mi cadáver —murmuró.

     —Puede intentarlo, lleva su apellido.

     —Pero su sangre es mía ¿No crees qué Mariam ya pasó por diferentes cosas como para sumarle esto?

     —Es una niña muy fuerte, se parece a ti, duerme igual que tú, con una almohada entre sus piernas.

     —Es una niña hermosa, no por su belleza, aunque es muy bella, tiene buenos sentimientos, auténtica, no marginada por la sociedad.

     —Como tú —sonrío.


     Ya era de noche, hora de la cena, cuando la puerta suena, Zack atiende:

     —¡Tío! Ven, la cena está lista.

     —¿Cómo han estado?

     —Bien... Dentro de todo.

     —Señor Hurt —Mariam lo abrazó, él inmediatamente correspondió el abrazó.

     —Wow, veo que estás mejor.

     —¿Por qué?

     —Te... Te veo más feliz, Zack ¿Puedo hablar contigo un momento?

     —Claro.


El color de tu sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora