18- El sabio y brillante sol

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Incluso aún con tantas cosas encima, sigo caminando tranquilamente por las calles de Tokyo atendiendo el teléfono en nombre de mi jefe que lleva ausente 3 semanas debido al despertar de su hermano menor quien estuvo en coma por tantos años, es verdaderamente un milagro para él por el cuál yo estoy más que feliz porque es la última persona que a Sanemi-san le queda en la vida.

— ¿Todo bien con la empresa? — Cuestionó Sanemi-san al otro lado del teléfono. — ¿Kyojuro te ha mandado los informes?

Asentí aunque luego me sentí tonto porque me di cuenta que él no vería ese acto mío.

— Si, al día. — Sonreí. — La verdad estoy por pasar al restaurante aunque el día de hoy cierra temprano, quiero preguntar a Kyojuro-san sobre algunas cosas. — Suspiré. — Aunque no sé si lo encontraré, creo que voy un poco tarde, de igual forma intentaré localizarlo.

— ¿Puedo saber qué cosas son las que necesitas platicar con él? ¿Ocurre algo de lo que yo deba enterarme?

Negué.
Nuevamente me sentí tonto.

— No, no es algo sobre la empresa, es más bien personal, consejos sobre cocina y esas cosas, necesito ayuda de Kyojuro-san.

Escuché como Sanemi-san reía suavemente.
La actitud de mi jefe había cambiado para bien desde que recibió a su hermano menor de nuevo.
Por lo que me enteré, él en el pasado era una persona de temer, tenía un carácter de lo más explosivo, te golpeaba incluso por la cosa más pequeña, pero la razón por la cual había adoptado ese carácter era para que nadie pisoteara a su familia, sería él quien defendiera a sus pequeños hermanos y madre de cualquier persona que quisiera dañarlos... Eso fue gracias a que unos chicos 3 años mayores que él acorralaron a Genya en un callejón estrecho y oscuro buscando herirlo.

Resultó completamente en un fracaso el plan de esos jóvenes pues nadie imaginó que Sanemi-san pelearía cuerpo a cuerpo con ellos incluso si le costaba la vida.
Sanemi-san de 15 años protegió con su cuerpo a Genya de 10 años costándole 2 costillas rotas, la mandíbula dislocada y un brazo roto.
Pero aún así, él se armó de valor, se puso de pie y peleó.
Sanemi-san desde entonces no dejó que nadie pusiera un dedo encima a ninguno de ellos, pronto fue el más temido de su instituto.

Quien diría que mi jefe, amable y de buen carácter, fue en antaño un matón de primera solo por proteger a su familia.
Ahora lo veo y lo único que produce en mi es ternura y confianza.

— Kamado mi chico. — Escuché que una voz familiar llamaba mi atención. — ¿Que te trae por aquí?

Al parecer sin darme cuenta, como siempre, llegué a la parte trasera del restaurante donde se encontraba Kyojuro-san apoyado en una pared sosteniendo entre sus dedos de la mano derecha un cigarrillo a medio acabar.

— Oh, Kyojuro-san, hola. — Hice una reverencia en forma de saludo hacia mi mayor. — Mis disculpas por la intromisión, ¿Esta usted ocupado?

Él echó a reír, en lo absoluto estaba ocupado, de lo contrario estaría en la cocina y no aquí afuera de lo más tranquilo fumando un cigarrillo.

— No, de hecho acabo de terminar mi trabajo ahí adentro, estaba por irme a casa, pero en mi departamento no está permitido fumar.

— No, de hecho acabo de terminar mi trabajo ahí adentro, estaba por irme a casa, pero en mi departamento no está permitido fumar

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Esto Duele [GiyuuTan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora