28- El niño de burdeos cabellos

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Tal vez abrir mi corazón a un nuevo amor no o sea tan malo, siento una calidez bastante grande cuando se trata de Giyuu, me gusta el tacto de su mano en mi mejilla, el olor de su perfume, la forma en la que me mira, me gusta como me trata y lo bien que me cuida.

Es amor, se que es amor.

— Mi hermano ya se encuentra en el parqueo, vamos.

Giyuu con mucho cuidado me levanto para dejarme sentado en mi silla de ruedas.

— Bien, a ver... Si tengo memoria puedo quitarte el suero si cierro la válvula. — He de admitir que tengo un poco de miedo.

Es mi primera vez escapando de un hospital.

— La válvula...

Sonreí con ternura.

— ¿Donde aprendiste todo esto? — Le pregunté mientras le miraba atentamente.

— Tengo una amiga que es enfermera, ella me enseñó como cerrar un catéter y también como volver a ponerlo al suero. — Note como sacaba un tapón de un envoltorio sellado y lo colocó en el catéter conectado a mi vena. — ¿Listo?

Asentí.

— Es la primera vez que hago algo como esto, pero estoy listo.

— De acuerdo entonces... Debemos pasar como si nada, ya sabes como si fuésemos a dar un paseo a los jardines del frente. — El empezó a empujar mi silla de ruedas.

La verdad no fue nada difícil salir de las instalaciones para llegar a la salida, lo verdaderamente difícil es llegar al parqueo del hospital, para ello debíamos pasar primero por una caseta de vigilancia.

— Bien, ¿Ves al muchacho de la cicatriz en la mejilla?

Yo asentí cuando logré visualizar al chico que Giyuu me señalaba.

— Él es mi hermano, el auto está girando la esquina, pero antes de eso mi hermano debe distraer al guardia, una vez él se ponga frente a la caseta será nuestro turno de pasar de largo.

Dicho y hecho, el chico se acercó a la caseta aparentando confusión, no sé cómo se las arregló de tal forma que el guardia se agachó buscando algo en su escritorio lo cual a nosotros nos fue de mucha ayuda pues Giyuu empujó mi silla intentando pasar lo más rápido y silencioso posible hasta llegar al auto, era un bonito auto negro brillante, no se de autos así que no opinare al respecto, solo diré que es similar al de Sanemi-san.

— La silla de ruedas tendremos que dejarla, no tengo idea de cómo meterla al auto. — Empujó la silla hasta el fondo del rincón. — Déjame cargarte, te pondré en el asiento trasero.

Asentí mientras sonreía.
Le veía a él hacer todo esto por mi, esofrzarse por un motivo que aún no sabe, le veo moviendo cables para simplemente verme a mí feliz.
Es un gran hombre, de verdad.

Giyuu me acomodo en el asiento de atrás del auto, mis piernas aún duelen muchísimo por lo que si quiera apoyar el yeso es doloroso.

— Saldremos por la caseta del hospital así que ¿podrías inclinarte un poco hacia mi silla? Es para que no te vean.

El auto se encendió y poco a poco fuimos avanzando hacia la salida, he de admitir que me siento de lo más nervioso y lo cuerpo temblaba olvidándose por un momento del dolor.
Si pasábamos la caseta, seremos libres.

— Buenos días joven, ¿Me permite su nombre?

— Ah, si... Urokodaki Sabito.

— Si, su visita no duró mucho, tenga una feliz mañana.

Esto Duele [GiyuuTan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora