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Narrador omnisciente

El pequeño Yuichiro, de apenas seis años, viajaba rumbo a su nuevo orfanato. Una vez más, se mostraba reservado y arisco ante las nuevas personas, lo que desencadenaba peleas con otros niños e incluso con el personal a cargo del lugar.

—¿Estás listo, Yuichiro?—Preguntó una de las cuidadoras.

—Creo que sí.—Respondió con cierto descontento, resignado a otro largo y cansado viaje del cual ya estaba harto.

El niño era consciente de su problema de carácter, lo cual le frustraba. Deseaba expresarse adecuadamente y ser libre, pero se lo impedía a sí mismo. Sin embargo, debía admitir que le gustaba la soledad que lo rodeaba.

Durante todo el trayecto, nadie dijo una palabra. Yuichiro se limitaba a observar el paisaje con admiración y calma hasta llegar al orfanato, al que él llamaba "prisión de niños", debido a que algunos cuidadores los trataban como si no fueran seres humanos, aunque también había algunos que eran todo un amor.

Bajó del auto con su maleta en mano, sabiendo que no tenía muchas cosas, ya que muchas se habían perdido o dejado de venir con el tiempo. Al entrar al gran edificio frente a él, su mirada se desvió por los alrededores, encontrándose con muchos niños haciendo diversas actividades. Por un momento se sintió vulnerable y expuesto al ser el centro de atención de los demás, tanto niños como adultos que pasaban por allí, lo cual era comprensible, ya que era una cara nueva.

Después de completar los trámites para quedarse en el lugar, Yuichiro se acomodó en una habitación.

—Vamos, Yuichiro, tienes que hablar con los niños, tienes que hacer amigos.—Insistió una cuidadora que lo había ayudado con sus cosas.

—No quiero.

Se escondió entre las sábanas de su cama como si fuera un campo de protección, solo para escuchar un suspiro y luego un "baja cuando estés listo".

Asomó sus ojos verdes para asegurarse de que estuviera solo. No quería salir con los otros niños; la idea de socializar le provocaba cierta ira, así que decidió dormir. Al despertar, se dio cuenta de que era hora de la cena por los ruidos en los corredores y algunas campanadas. Se talló los ojos decidido a ir al comedor; tenía hambre y el hambre podía más que su capricho de evitar el contacto con el mundo.

This is love || MikaYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora