Cuando escuchaste que tocaron la puerta, el dolor de cabeza por haber bebido tanto te hizo sisear con enojo y maldecir internamente a quien golpeaba la puerta, cuando los golpes pararon dejándote otra vez en silencio, quitaste la computadora de tu regazo y con difícultad te levantaste, te tambaleaste levemente algo desorientada.
Caminaste casi tropesando con tus pies, una vez en frente de la puerta abriste y lo que viste fue una caja más grande que tú, lo miraste con confusión.
¿Que demonios hiciste ayer?
Era una buena pregunta. Cuando abriste la puerta viste una caja más grande que tú de madera.
Mejor pregúnta, ¿Que compraste?
Miraste la caja frente tuyo y con un suspiro pesado te diste la vuelta sin cerrar la puerta, caminaste a tu cocina y la miraste unos segundos antes de ver un cajón, caminaste a el con pocas ganas para buscar una pastilla para el dolor de cabeza.
Cerraste el cajón con la pastilla en tu mano, la aventaste en la barra ase la cocina para luego ir por un vaso, te acercaste al refrigerador y lo abriste para servirte agua fría.
Con un suspiro agarraste la pastilla, la pusiste en tu boca y luego tomaste un poco de agua para sentir como pasaba por tu garganta el agua junto a la pastilla.
Esperaste unos segundos con los ojos cerrados y luego suspiraste cuando el dolor fue bajando.
Camianste otra vez a la entrada que no cerraste, dónde todavía estaba ala gran caja.
Hiciste una nueca de desagrado, no estabas muy contenta de tener que mover eso, se veía pesado.
Y lo era. Dejaste la caja con cuidado en el piso, intentaste tener cuidado mientras la novias, no sabías que tenía así que no sabías si era frágil lo que tenía a dentro.
Te levantaste del piso ya que habías acostado la caja. Caminaste a la puerta y la cerraste, agradecias que las ventanas estuvieran cerradas, tu dolor de cabeza ahora ya menos fuerte casi a punto de irse no hubiera soportado tener las ventanas abierta, ni tus ojos.
Miraste un segundo la caja en el piso, no recuerdas más de haber pedido una tercera botella de vino.
No sabes si es culpa, curiosidad o intriga lo que sientes ahora, tal vez las tres si eres sincera.
Dudaste pero le quitaste el seguro que tenía la caja y lo abriste.
— ¿Estás bromeando?
Dijiste al ver a lo que parecía un chico en la caja, dudas haber comprado a una persona, sabía que era un robot.
Pero existian mil tipos de robots ahora, había para todo, algunos con varias funciones otros con varias habilidades pero...¿Cuál de los Miles de tipos compraste?
Cuando sus ojos se abrieron de golpe te hizo saltar hacia atras con un pequeño grito.
Viste como se sentó en la caja y te miro, pestaño unos segundos, parecía desorientado.
Viste como cerro los ojos y sacudió levemente su cabeza, habías escuchado de los bots que se veían humanos, por supuesto que sí, también sabías que eran altamente caros así que no quieres ver tu tarjeta ahora mismo.
Soltaste un chillido de frustración ante la idea de cuánto gastaste.
Te levantaste y volviste a mirar la caja ahora vacía, ante ello diste un pasó atrás, sentiste que chocaste con algo y sabías que no había una pared tras tuyo.
— Buenos días.
Escuchaste una voz cerca de tu oído haciendo que saltaras hacia adelante, escuchaste una pequeña risa divertida, parecía que el chiste era asustarte y lo logro, miraras tras tuyo.