Capítulo cuatro - Un cielo estrellado

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Después de desayunar los chicos se despidieron de la tía Dona, Semine le dio un fuerte abrazo y prometió escribirle en cuanto arribaran a Múnich. Dona se quedó en casa preocupada por su sobrina, ella conocía muy bien a Hada, la madre de Semine, jamás se habían llevado bien, ni siquiera cuando la mujer era solamente la novia de su hermano. Pero ahora estaba más aterrada por lo que pudiera pasarle a su sobrina quien había salido tan lejos sin permiso de nadie.

Semine iba en el auto de copiloto nuevamente, sin embargo, esta vez María conducía su furgoneta. Semine y Beatles se veían a través de las ventanas del auto, compartían sonrisas y miradas mientras el viento mañanero de Fráncfort les acariciaba la piel. Semine saco el brazo por la ventana del auto y simulo que, hacia una ola con este, mientras Lena Meyer-Landrut​ ​ se escuchaba en la radio.

Durante el trayecto Beatles llamó a sus padres para hacerles saber que todo estaba bien y que apenas pusieran pie dentro del hotel en el que se hospedarían en Múnich les volvería a llamar.

Los padres de Beatles le habían dado el suficiente dinero para apagar su habitación y la de sus amigos durante esas vacaciones en un hotel bastante cotizado del centro de Múnich. Eran, honestamente, una familia bastante acomodada, y aunque no eran millonarios, sí que tenían una buena cantidad de dinero en el banco.

Se hospedaron en el hotel Isar, porque quedaba más cerca de la playa y era más rápido llegar a la feria en dónde se organizaba el Oktoberfest. Al recibir las llaves de sus habitaciones cada uno fue a la indicada. Semine y Beatles dormirían juntas de nuevo, esta vez, María se había sentido mal al dejar dormir solo a Craig por lo que insistió para que compartiera habitación junto a ella y Loco.

Al ingresar a la habitación, se encontraron inmersas en un ambiente acogedor y elegante. Las paredes estaban decoradas con tonos suaves y relajantes, creando una atmósfera serena que invitaba al descanso y la relajación. La iluminación cuidadosamente seleccionada resaltaba los detalles y aportaba calidez al espacio.

Las camas dobles eran el centro de atención de la habitación. Vestidas con sábanas suaves y lujosas, invitando a sumergirse en un sueño reparador. Alrededor de las camas, se encontraban mesitas de noche elegantes y funcionales, con lámparas de lectura que ofrecían una suave luz ambiental.

Beatles colocó sus mochilas en la mesita de la entrada y luego se arrojó a la cama blanca de la habitación, el aire acondicionado se sentía perfecto, las sábanas eran suaves y acolchonadas y la vista a través del balcón era hermosa.

—Oye, no desarregles la cama —se quejó Semine arrojándose un lado de ella.

La habitación contaba con dos camas, esta vez no habían pedido una habitación matrimonial, pues Beatles creyó que era demasiado el hacer que Semine compartiera cama con ella por segunda vez.

—Tú acabas de acostarte en la que yo elegí, ahora tengo derecho a desarreglar la tuya —dijo arrojándose al segundo colchón.

—¡Beatles! —se carcajeo Semine —no puedes tener las dos camas.

—Sí puedo, mírame.

Beatles intentó juntar las camas moviéndolas, pero la madera era demasiado pesada para poder alzarla o moverla al menos un centímetro. Beatles se rindió.

—No saques nada, vamos a ir a la playa, acamparemos allá, así que ponte traje de baño.

—¿Ya? —preguntó Semine.

Beatles asintió.

Semine se encerró entonces en el baño, en donde iba a vestirse con el traje de baño que Agna le había dado. Sintió ganas de llorar al ver el pequeño sostén que Agna había añadido en la mochila, no alcanzaba a cubrir por completo el pecho prominente de Semine, la diferencia en tamaño era abismal. Desde afuera del baño Beatles se había colocado un buzo y su tanga de traje de baño.

Alguien como Semine (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora