3. Shelby

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Eros

Al agarrar sus muñecas un pequeño Deja Vu me atraviesa el corazón cual flecha certera en un venado un día de caza.

Sus manos están suaves como siempre, pero algo rasposas.

-¿En serio crees que puedes matarme? -su cuerpo se relaja al escuchar mi voz y su mirada, curiosas a la par que temerosas, me inunda el corazón.

La hago soltar el cuchillo y tirarlo sobre el sofá. -¿No vas a decir nada Érika?

Su mirada suave se transforma en cuestión de segundos en una de odio profundo.

-¡Suéltame! -grita intentando alejarse de mí, pero no lo conseguirá.

-Para.

-¡Fuera! -tira de sus brazos con más fuerza haciéndose daño.

-Érika. -con un movimiento seco la pego a mí, deja de moverse, pero su mirada no cambia.

Bajo una de mis manos por su pequeña y delicada cintura. Bajo mis ojos hasta sus labios rojizos.

"-Nunca me han gustado los besos. "

Me acuerdo de esa mentira tan grande que dije antes de verla por primera vez. Cuando probé esos labios carnosos, suaves y dulces me di cuenta de que sería mi adicción.

Pego mi frente a la suya con cautela. Necesito volver a tocarla y estar cerca de ella todo lo que pueda.

Jugamos con la punta de nuestras narices. Bajo la guardia y dejo caer nuestras manos. Acompaño mi otra mano poniendo las dos en su cintura.

Cierro los ojos y, justo cuando creo que la voy a besar me cruza la cara con una bofetada que resuena en toda la sala. Incluso me escuece la mejilla segundos después.

-Fuera de mi casa, no lo vuelvo a repetir. Largo de aquí si no quieres que llame a la policía.

-¡Au! -grito sobándome la cara. -Joder, se me olvidaba que pegabas fuerte... -susurro alejándome de ella. -Me iré, pero antes dame una camiseta, no querrás que tus vecinos piensen lo que no es.

Sin decir nada sube las escaleras y al bajarlas dos minutos después me tira a la cara una camiseta. Pero lo que me jode es que lo haga con desprecio. -Oye, que yo no te he hecho nada malo, es más, yo he limpiado por ti, y no lo hago nunca.

-¿Has sido tú? -pregunta volviendo a levantar el cuchillo y mirándome con cara de loca.

-Sí, estoy esperando un "gracias" de tu parte.

-Entras a mi casa, me exiges que te de una camiseta, me llevas a la cama ¡¿y todavía quieres un gracias?!

-Mmm, ¿Sí? -digo obvio. -A no ser que quieras darme un beso, esa idea me gusta más.

Al escucharme lo que hace es coger la lámpara que tiene a su lado y tirármela haciendo que casi me de en la cara, pero por suerte la esquivo y choca contra la pared rompiéndose en mil pedazos.

-¡FUERA! -me da la espalda y se pasa las manos por la cara.

-Siempre con ese carácter tuyo que tanto te identifica. -digo sarcástico, no tengo ni la menor idea de lo que ha pasado en su vida para que haya pasado de ser una chica seria y tranquila a alguien que pierde los nervios tan fácilmente. -Mañana por la mañana vendré a por ti, e iremos juntos a algún lugar, necesito hablar contigo.

-¿Y cómo vas a convencerme para que vaya contigo? -pregunta entrecerrabdo los ojos.

-Tengo mis trucos.

-Más quisieras.

...

-Buenos noches, Érika. -digo en cuanto abre la puerta verde oscuro de su casa.

-¿Estes son tus trucos? -dice mirando el ramo de rosas que le he traído. -Muy básico. -lo coge sin cuidado alguno y entra en su casa dejando la puerta abierta, así que me decido a entrar.

-¿A dónde me llevará hoy el galán? -pregunta apoyando una de sus manos en la pared al lado de la puerta. -dice enarcando sus cejas cuando dice galán.

-Todavía no lo sé, ¿a dónde quieres ir?

-Me da igual, tú tuviste la idea, eres tú el que quiere hablar conmigo.

-Está bien está bien, ve a cambiarte y se me ocurrirá algo.

-Espero que no me hagas gastar energía para nada. -susurra subiendo las escaleras.

Mientras ella está arriba aprovecho para examinar el salón. Sobre la chimenea hay varias velas y una foto de su perro. Pero lo que me llama la atención es que absolutamente todas las velas de la habitación (y no son pocas), son de frutos rojos.

Y debo admitir que esta nueva adicción de Érika me gusta, huele muy bien.

Me acerco a las pocas fotos que tiene colgadas en la pared de ladrillo. Con sus padres, en su graduación, con su mejor amiga Victoria, de viaje en Los Ángeles...

Y en todas sale sonriendo.

Tiene una sonrisa única, con hoyuelos en sus mejillas y esas tres pecas en su mejilla izquierda que forman un triángula un tanto raro. Además de esos ojos azules tan bonitos que tiene y en los que podría nadar hasta el fin de los tiempos.

-¿Nos vamos? -pregunta bajando las escaleras para coger un bolso negro y pequeño de su perchero.

-Sí. -debo admitir que si llevase un saco de patatas estaría divina. -Pasaremos todo el día juntos. Conociéndonos.

-Iremos en mi coche. -dice bajando los tres pequeños peldaños que hay frente a su puerta para abrir el portal de chapa de su garaje. Dentro hay un coche cubierto con una tela negra que empieza a destapar levantando una gran nube de polvo.

-¿Ese es tu coche?

-Erencia de mi abuelo, de algo sirve ser la nieta favorita. -¿Cuándo murió su abuelo?

Todos mis pensamientos son opacados al ver un precioso Mustang Shelby Clásico descapotable de color rojo brillante.

-Espero que tenga gasolina. -dice rascándose la punta de la nariz con un dedo admirando su coche.






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