13. No desperdicies tus emociones

123 10 0
                                    

Érika MacBeth

Entramos a un bar de carretera bastante lleno.

No entiendo el porqué hasta que veo a dos chicas cantando sobre un pequeño escenario de madera.

-Mola. -sonrío. Antes fuimos a casa a cambiarnos, la verdad me dio pena que el plan de Eros se arruinase por la lluvia.

-Siéntate, iré a por algo de beber a la barra.

-Vale. -me quedo observando a las chicas, bailan y cantan.

Eros vuelve y me da una libreta azul, la lista de canciones. -Los siguientes somos nosotros, elige tú.

...

-Cause everything is new
And everything is you
And all I've learned has overturned
What can I do? -la música sale por los altavoces muy alta, haciendo que el escenario vibre un poco.

La gente canta con nosotros de pie, saltando y aplaudiendo al ritmo de la música.

Camino hasta la otra punta del escenario dándole la espalda a Eros.

-Don't go wasting your emotion
Lay all your love on me -me giro para verle a los ojos, pero al hacerlo mi vista comienza a nublarse.

Vuelvo a verle, a él y a mí, pero en otro lugar, en otro momento de la historia.

Él se acerca a mí lentamente hablando y gesticulando con los brazos, pero no puedo entenderle.

Parpadeo varias veces volviendo a la realidad.

Son los hombres del público los que cantan por Eros, que de repente está frente a mí rodeando mi cintura y mirándome a los ojos con una sonrisa.

No puedo evitar sonreír yo también y olvidarme de todo y todos. Solo somos él y yo ahora.

Nosotros dos y la música.

Comienza a acercarse a mi boca lentamente, todo para mí va a cámara lenta en estos momentos.

Mis manos comienzan a temblar al igual que mis piernas.

Se me adormecen los dedos y los pies sin explicación alguna.

Pero decido ignorarlo también y besar a Eros con la esperanza de que él cure mi malestar. 

Pero no lo hace. La canción acaba y tenemos que bajarnos del escenario, pero para poder hacerlo sin caerme debo apoyarme en su hombro.

Aún así tropiezo con mis pies pero él está ahí para agarrarme.

-¿Érika estás bien? -pregunta sujetando mi cara entre sus manos. -Estás pálida.

-No... -me cuesta respirar y todo me da vueltas. -No puedo respirar.

Su cara de pánico es lo único nítido que consigo ver entro todos los borrones negros que veo.

Cierro los ojos un momento y al abrirlos Eros está metiéndome en el coche como puede.

Joder, siento que mi cabeza va a explotar y que mis órganos están hechos Nesquick.

El camino a casa se pasa rápido, no sé si es porque más de la mitad del tiempo estuve inconsciente o porque cuando veía el velocímetro íbamos a 120 Km/H por las calles de 60.

Eros

-Mierda mierda mierda... Joder Érika. -aparco el coche frente a casa como cuadra y me bajo.

Abro su puerta y la desabrocho, pero me fijo en un pequeño detalle que no hace más que acojonarme por completo.

El símbolo de Lete en bajo sus uñas, pero no en todos sus dedos, solo en tres.

Cojo en brazos a Érika mientras mi pelo se vuelve rubio y mis alas rompen la camisa.

-Aguanta Érika, por favor. -pido besando su frente, que de repente está ardiendo.

Extiendo mis alas para empezar a volar con ella en brazos, la aferro a mí porque necesito saber que está conmigo.

En menos de tres minutos llegamos a lo alto de un acantilado frente al mar. Las olas chocan con las piedras haciendo mucjo ruido, se escuchan truenos a lo lejos y hace viento.

-¡Hécate! Por favor, necesito tu ayuda. -grito viendo las nubes grises.

-¿Qué quieres? -la voz de una mujer suena tras de mí, pero al girarme no veo a nadie. -Huele a olvido... -al volver a mirar al frente la veo a ella.

Su pelo negro no se mueve con el viento. Me escanea con sus ojos negros hasta que ve a Érika.

-Sus manos... -es lo único que consigo decir.

Ella se arrodilla frente a Érika y agarra una de sus manos. -Lete...

-¿Se pondrá bien?

-Sí, pero no por mucho tiempo.

-¿Qué quieres decir? -la miro exigiendo información. Mis nervios me harán colapsar en cualquier momento.

-Vuestro enlace, está roto. -aparta el pelo cobrizo de Érika de su cara. -No hay forma de arreglarlo Eros, solo es cuestión de tiempo que se rompa por completo.

Miro a Érika mientras mis ojos se nublan por las lágrimas. No puedo perderla, no ahora, no.

No quiero que pase, no podré soportarlo.

Con la poco esperanza que me queda y la casi jula energía que tengo, me atrevo a hablar. -¿Cuánto tiempo nos queda?

-En el momento en que todos sus dedos se marquen se habrá acabado. Puede que una semana, dos... Meses, años...

-¿Cuánto tiempo Hécate? -insisto intentando ocultar mis emociones, pero no puedo evitar que una lágrima recorra mi mejilla.

-Dos o tres meses. -dicta mirándome a los ojos.

-Zeus... Él lo sabe, ¿Cierto? -pregunto abatido. Es el único capaz de provocar un temporal así.

-Solo lo saben Zeus, Poseidón y Ares.

Cierro los ojos al escuchar el nombre de mi padre. -Ares no tiene nada que ver en esto, Eros. Si esto está sucediendo así es porque así lo quieren.

-¿Quién querría una cosa tan atroz como esta? -grito.

-¿Los dioses no somos la mayor fuerza divina sobre la tierra, hubo algo antes que nosotros. Nuestros antecesores así lo quieren. Descuidaste tu enlace, y eso fue suficiente para demostrar que no te mereces un obsequio divino como este. -dice acariciando el pómulo de Érika con su larga y afilada uña negra. -Poco a poco su salud irá empeorando hasta que todos sus dedos estén marcados. 

-¿Y qué pasará? ¿Morirá? -pregunto sintiendo un gran nudo en la garganta el cuál no soy capaz de tragar. 

-No, te olvidará para siempre, no sentirá esa atracción hacia ti. Te dolerá de tal forma que querrás la muerte antes que esto. 






CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora