Eros
-¿Por qué piensas eso? -pregunto sin entenderlo.
-No lo sé, pero algo me dice que es así. -pasa la página de su libro con énfasis.
-¿Qué? -se queda en silencio, el único ruido es el que hace al volver a pasar la página con más énfasis aún. LE quito el libro, pongo el marcapáginas y lo dejo sobre la mesa.
-¡Hey!
-Dime por qué piensas eso.
-Yo que sé, llevo días con recuerdos que no son mío pero en los que apareces tú, sueño contigo pero en sitios en los que no he estado nunca. Y sé cosas sobre ti que no tendría porqué saber. -se queda de brazos cruzados.
-¿Y qué sabes? -esto empieza a tomar un rumbo que me acojona, porque no sé si esto es bueno o malo.
-Que tú no perdonas con palabras, perdonas con besos.
-Bien...
Me pongo en pie y me quito la camisa para tirarla a una esquina.
-Juguemos a un juego mi amor... -me siento en la cama y la pongo sobre mis piernas. -Tenemos que besarnos, pero no podemos tocarnos con las manos. Mientras más intensos sean los besos más difícil será evitar tocarte. Si te llegase a tocar, tú ganas, pero si gano yo... Haré lo que quiera contigo.
-¿Y si gano yo?
-Podrás hacer lo que quieras conmigo.
Abre la boca pero la callo con el primer beso, y joder, odio no poder tocarla.
Antes estaba seguro de que iba a ganar, pero esta chica me tiene en la palma de su mano y no es consciente de ello.
Separamos nuestros labios mientras nuestras miradas conectan. Sus ojos me miran todavía sin asimilar todo esto.
-Yo... -vuelvo a callarla con otro beso, más lento y excitante que el anterior.
"Joder, me arden las manos por tocarte Érika. "
-Si sigues hablando voy a... -ahora es ella la que me calla a mí y juro por todos los Dioses del Olimpo que algo va a estallar en mí.
-Vas a perder.
-Lo dudo. -la empujo con el pecho para tirarla sobre el colchón y ponerme sobre ella sin aplastarla. Mis manos están a ambos lados de su cabeza, evitando que pueda huir.
Su siguiente beso no es en la boca ni en la mejilla, es en el cuello y... -Dios, soy tan jodidamente débil cuando se trata de ti Érika...
-¿Eso significa que vas a perder? -alejo la mano que se estaba acercando a su cara sin que me diese cuenta de que lo estaba haciendo.
-Y una mierda. -vuelvo a besarla con más ganas que antes.
Vienen a mi mente las reglas del juego, no puedo tocarla con las manos, pero sí con el resto del cuerpo.
Pego mi cintura a la suya sintiendo el pequeño escalofrío que la recorre.
-¿Nerviosa? -no dice nada, tan solo se muerde el labio inferior.
Rozo la punta de su nariz contra la mía acercando nuestras bocas.
Sus ojos me ven con tanta intensidad que por unos minutos me da la sensación de que solo existimos nosotros dos. Todo desaparece y tan solo nos centramos en el otro.
"Se me hizo un vicio ver sus ojos. "
Lo admito para mis adentros porque sé que si se lo digo se pondría nerviosa cada vez que la mirase.
Pero ahora me da igual. Tengo todo lo que necesito, y lo que necesito es a ella.
-Has perdido.
-¡Mierda! -gruñe al darse cuenta de que una de sus manos está en mi mejilla mientras que la otra acaricia mis abdominales.
-He ganado, ¿y sabes qué significa eso? -se queda callada sin saber qué decir. -Venga Érika, dilo. ¿Qué significa?
-Que puedes... hacer lo que quieras conmigo. -se sonroja a más no poder, y según pasan los minutos su rubor aumenta de sobre manera. Me gustaría saber qué está pasando por su cabeza ahora mismo, seguramente algo poco ético. -Haber, yo quiero, pero... ¿Estamos listos para ello? Quiero decir... Ninguno ha estado con el otro antes y... ¿Sabes a lo que me refiero? En plan...
-Cielo, no haremos nada esta noche. -escondo un mechón cobrizo tras su oreja. Enseguida parece relajarse y tomar aire.
-Está bien.
-Sé que no será tu primera vez, pero quiero que sea especial Eri. -me tumbo sobre ella con cuidado de no aplastarla del todo.
-¿Qué te parece si mañana vamos a ver el atardecer al campo? -digo apoyando mi cabeza en la palma de mi mano para verla mejor.
-Me encantaría. -sonríe mostrando sus dientes.
-Entonces... Mañana quiero que te pongas un vestido, me dejes llevarte a dónde quiera, cenemos al aire libre y luego...
-¿Luego? -pregunta mientras acaricio su cara con las yemas de mis dedos.
-No sé, lo decidiremos sobre la marcha. -sonrío al ver sus labios estirarse.
"¿Por qué me da miedo quererla tanto? Quizás porque siento que antes de ella no había nada, y después tampoco. Quizás porque con ella me sentí como en casa mucho antes de que me dejase entrar. "
Quizás ella también se siente así, pero le da más miedo que a mí y por eso no lo dice.
En el fondo creo que a ella también le aterra tanto como a mí que esto vaya mal, y aunque sé que eso es imposible (a no ser que fuerzas externas intervengan) me sigue dando miedo, porque joder... Si la pierdo me muero.

ESTÁS LEYENDO
Cupido
FantasySe gustaban. Se gustaban tanto que asumían las consecuencias. Se gustaban tanto que su amor perduró miles de vidas. Pero todo tiene un comienzo y un fin, ¿podrán superar un fin que no saben que se acerca? Una historia de dos extraños no tan descono...