→ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 ; 0 0 3

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TE AYUDARÉ

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No le tomó mucho tiempo llegar hasta su salón, por suerte no habia nadie y en serio lo alegró, no quería encontrarse con Satou y Yokoo ahora

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No le tomó mucho tiempo llegar hasta su salón, por suerte no habia nadie y en serio lo alegró, no quería encontrarse con Satou y Yokoo ahora. Con cuidado dejó sus cosas en su sitio, tomó su bentou y asegurándose de que nadie conocido estaba a la vista se escabulló sigilosamente hasta el edificio abandonado.

Subió las escaleras todavía con los sentidos dormidos, esto le provocó que diera uno que otro paso en falso y varias veces estuvo a punto de caerse por las escaleras. Sin embargo cuando llegó a la azotea pudo suspirar con alivio, al fin llegó.

Antes de abrir la puerta pudo escuchar las voces de sus amigos, el espectro estaba diciendo algo incomprensible y su senpai estaba gritando nerviosa por lo que sea que haya dicho ese chico. Fue solo pasajero, pero por un momento tuvo el pensamiento de que era mejor dejarlos solos y que disfruten de la compañía del otro.

Si, tal vez era mejor no interrumpir la agradable atmósfera que esos dos habían formado en su ausencia y marcharse a algún otro lado para disfrutar de su almuerzo. Dio media vuelta, aceptando su decisión para pasar un rato a solas, pero en el camino se encontró con los mokkes, estos estaban caminando –o saltando– hacia la azotea con varios dulces robados en sus adorables orejas.

Los miró desinteresado un segundo, caramelos rosas, marrones, azules, rojos, un pendiente rojo, amarillos, más rosas... En el último segundo reaccionó, ¡Esos espectros rosados estaban llevándose su pendiente!¿En qué momento se lo sacaron? Cambió su dirección y empezó a correr escaleras arriba persiguiendo a los conejos quienes empezaron a correr con apuro al ver que los seguían.

La puerta se abrió, de donde emergieron los mokkes asustados seguidos del grito y figura del Minamoto con su báculo en alto.

Ambos cayeron, pero Kou fue más rápido y se impulsó hasta el culpable de su escandalosa entrada.

— ¡Te tengo! —Canturreo en victoria, el mokke en sus manos se aterró. — Ahora, eso que tienes ahí es mío.

— Joven, ¿Qué estás haciendo? — La pregunta dirigida al rubio lo hizo darse cuenta de donde estaba; en el suelo, con un pobre conejo asustado y sus dos amigos mirándolo con confusión.

— ¿Eh?¿Yo? No estoy haciendo nada, solo estaba jugando con ellos, ¿verdad? — Lo último fue dirigido a los pequeños que habían estado tratando de liberar a su amigo del agarre del oji-azul, estos vieron su cara, la cual en vez de reflejar suplica para que lo ayudaran, causó terror por los ojos cansados y llenos de ojeras, la mueca de labios y la fingida sonrisa que tenía en ellos.

(Fue leve, pero por un momento sintieron que estaban frente al mismísimo diablo.)

— Que bien que te encuentres mejor Kou-kun. Estaba preocupada, cuando te desmayaste no supe que hacer. — Yashiro hizo acto de presencia, acercándose un poco más al chico y extendiéndole una mano.

𝐂𝐔𝐈𝐃𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄𝐒𝐀 » 𝒌𝒐𝒖𝒏𝒆𝒏𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora