Capítulo 20.

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Ice Sovereign.

Madison.

Mi mañana inicia con la alarma de mi celular sonando a las 7:00 am.

Estoy envuelta entre los brazos de mi novio y las sábanas, giro mirándolo. Se ve tan tranquilo con la respiración relajada y los ojos cerrados.

Empiezo a repartir besos en su boca, mejillas, y frente.

—Hey, despierta... —Pido, siguiendo los besos.

—No quiero —susurra abrazándome más fuerte—, tengo sueño —informa, con voz ronca.

—Anda, levántate —acaricio su mejilla con el dorso de mi mano—. Tengo que llegar temprano al palacio, tienen que prepararme.

—Quiero estar todo el día en la cama con mi novia. —Pide quejándose y haciéndome sonreír.

—Mañana —propongo—, pero nos van a expulsar por faltar tanto a la universidad.

Se queja enfurruñado.

—Deberíamos tomar el primer vuelo a Timbuktu y largarnos. —Se cubre con la sabana de pies a cabeza.

Parece niño pequeño.

—Vamos, anda. —Me siento en la cama apoyándome en el cabecero—. Imagina lo guapa que me veré con el vestuario, es divino y me veré hermosa.

—¿Más? —Se acuesta, apoyando la cabeza en mis piernas y le acaricio el cabello. He notado que le gusta que lo haga, en espacial creo que lo relaja.

—Más —asiento—. Además, tú también te verás muy guapo con tu traje y tocando el piano para mí.

Lo convenzo para que se levante.

—Si es así —se sienta en la cama peinándose el cabello con las manos—. Voy a pedir servicio a la habitación, ¿qué quieres desayunar?

—Quiero tostadas francesas, jugo de naranja, café con leche y una rebanada de pie de limón —pido y presta atención como si estuviese memorizando todo.

—Bien, ve duchándote y yo bajo a despertar a los dos energúmenos que nos acompañan. —Me saca la risa.

—Que Cami no te oiga llamarla así, porque te lanza por el balcón —se ríe dándome un beso en la frente.

—Ya vuelvo. —Sale de la habitación.

Yo me levanto de la cama con todos los nervios entrando en mi cuerpo. Sí, amo patinar, pero una cosa es hacerlo frente a mis amigos y otra frente a un jurado que viene de distintas partes del mundo. Y frente a las más de diez mil personas que estarán en el público.

Dejo que el agua haga su efecto terminando de despertarme. Escucho abajo como Jacob, Theo y Cami ríen. Este sin duda es uno de los días más felices.

Me coloco un vestido café de terciopelo que se ciñe a mis caderas, con una gabardina negra y tenis blancos. Bajo encontrando a mis amigos y mi novio acomodando la mesa.

—Buenos días. —Saludo y Cami me mira dedicándome una sonrisa, corre a abrazarme.

—Buenos días, hermosa —me da un beso en la mejilla—. ¿Estás nerviosa? —pregunta emocionada.

—No, solo tengo las manos heladas, cosquillas en la panza y me tiembla hasta el cabello —contesto con sarcasmo—, pero nada de nervios.

Jacob saca una pancarta de detrás del sofá.

—Estoy más que listo. —Informa levantándola haciéndome reír.

—Adivino, ¿idea de Camila? —Asiente, confirmando.

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