Capítulo 26.

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Laberinto.

Theo.

Me duele hasta el último hueso, solo a mí se me ocurre meterme a un maldito ring de pelea.

Lo único bueno fue que al menos pude estar cerca de Madison unos momentos, como cambian las cosas por un maldito error. Antes no nos alejábamos ni un instante y ahora solo se va a su habitación y tengo que dormir solo en la sala.

Me pasa por idiota.

Ni siquiera pude comer lo que preparo, duré dos días seguimos donde lo único que entraba en contacto con mi boca eran las botellas de Vodka, Jack Daniels y bourbon.

Dejo que el agua entre en contacto con mi cuerpo alivianando el dolor en mis músculos, al menos gane la pelea y me lleve cincuenta mil dólares.

Ni sabía que ese era el premio.

Solo me metí porque debía liberar la molestia que me causo ver a Ethan prácticamente forzarla a besarlo, hay algo detrás de esta misteriosa unión repentina.

No recuerdo exactamente cómo llegué a su departamento sin chocar o que dije en el tiempo que estuve en su casa. Tengo buena memoria cuando tomo, así que debo estar muy ebrio para no recordar.

Solo tengo pequeños reflejos rondando mi mente.

«No soy tu prometida, tú a mí me prometiste amor y sinceridad».

«¿Qué sientes de verdad por mí?»

Maldigo a mi maldito cerebro que solo tiene todo regado por piezas como un rompecabezas.

Salgo de la ducha y me acuesto en la cama, mi estómago ruge de hambre, pero el dolor en mi cuerpo es mayor. El timbre suena y maldigo a quien esté tocando.

Con toda la pereza del mundo bajo a abrir, Jacob es a quien acabo de maldecir.

—¡Al fin apareces, Hijo de puta! —entra como si fuese su casa.

—No grites, joder —masajeo mi sien—. Susurra de ser posible.

—¡De no ser por Camila ni me entero de que aún respiras! —sigue gritando, aumentando mi jaqueca. Pone unas bolsas sobre la mesa.

—¿Y eso? —Las señalo.

—Es comida, Madison me llamo, dijo que no has comido nada, que por favor te trajera algo —mueve su cabeza en negación—. Tú sí que lo arruinaste, esa chica es perfecta. Muchos quisieran estar en tu lugar.

—Que tu novia no te escuche. —bromeo yendo por las bolsas, tratando de no sonreír al ver que Madison aún se preocupa por mí.

—Mi novia es bastante segura de sí misma, y es perfecta ante mis ojos —se cruza de brazos—. Yo sí sé hacer las cosas bien, no como otros estúpidos.

—Ya tengo suficiente con mi propio subconsciente, no necesito que tú también me tortures psicológicamente. —saco la hamburguesa que estaban en la bolsa.

Agradezco tener un estómago fuerte que si puede tolerar esto después de tanto Alcohol.

—Theo, ¿vas a dejar todo así?

—Ella tomó su decisión y está comprometida con ese maldito maltratador. Me prometí a mí mismo darle su espacio y es lo que trato de hacer.

—¿Crees que se ve feliz con él? —insiste—. Es obvio que hay algo detrás. ¿No notas que la tiene subyugada? ¿Alguna vez viste a Madison subyugarse ante alguien?

—No...

—¡Ahí está! Tienes que investigar y ver qué sucede, luego que soluciones eso, olviden su maldito orgullo y hablen, parecen dos malditos niños. Lo que necesitan es sentarse frente a frente y dejarse las cosas claras.

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