Capítulo 27.

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Geständnis.

Madison.

—Viste, hay una fiesta en la casa de Isa —comenta revisando las tarjetas que tiene en la mano—. Toma, esta es tu invitación.

—Sabes que no puedo asistir a fiestas, reglas del hijo de perra. —ruedo mis ojos tomando la tarjeta.

—Ay Dios, qué frustrante es —ejerce una mueca—. Aún no se han casado, puedes ir.

—No, no puedo o tengo que pagar una cláusula de no sé cuántos millones. —salimos al estacionamiento. Jacob se fue antes con Theo, últimamente andan apartados. Extraño.

—Hablando del rey de Roma. —Ethan baja del Mustang. Camina hacia mí y me da un beso corto, asco.

Aparenta estar apurado.

—Me voy en una hora a unas vacaciones familiares de fin de semana —informa como si me importa—. Más te vale no hacer tus ridiculeces y desobedecerme mientras no estoy.

—Ajá. —se marcha ignorando por completo la presencia de Camila, la educación se la metieron en el culo.

—Me encanta, vas a poder ir a la fiesta. —aplaude emocionada.

Debe tener algún tipo de retraso mental.

—Mira, Jay-Jay y Theo también van, Ethan no podrá tocarte con Theo ahí. Tienes veinte años, no cuarenta, estás en la edad de divertirte —insiste—. ¡Vamos! En menos de un mes se llegan las vacaciones y tenemos que aprovechar.

—Dios te dio el poder del convencimiento. —remueve la cola que tengo sosteniendo mi cabello, emocionada, por eso luego dicen que nunca estoy peinada.

—Vamos a mi casa a buscar mi ropa y nos cambiamos en tu depa, la fiesta empieza a las diez. —avisa.

Se va en su Audi y la sigo en el Bugatti, al llegar a la mansión Liv nos recibe, la mamá de mi amiga me envuelve en sus brazos. Sin duda es mi segunda mamá.

Se aparta y va por Camila a quien abraza revolviéndole el cabello, es hereditario hacer eso —¿Cómo estás, greñas locas? —pregunta besando su frente.

—Bien... mami..., me asfixias —insiste cuando no la suelta, las tres reímos—. Vamos a una fiesta, vine por mi ropa.

—¿A quién le pidió permiso, señorita? —se cruza de brazos.

—Pero, pensé que...

—Bromeo, cariño. Tienes mi confianza —sonríe—. Solo les digo una cosa, recuerden cuidarse entre ustedes y más le vale a Jacob que te traiga entera.

—Prometido. —levanta su mano—. Vamos —me jala subiendo las escaleras.

Tarda dos horas en elegir, salimos a las seis de la universidad porque empezaron los ensayos de porristas. Son las ocho, la fiesta empieza a las diez y aun ni nos hemos cambiado, y eso que solo elegimos lo de Camila, ahora falta una hora de camino a mi departamento.

«Lo bueno siempre se hace esperar»

Salimos de la mansión Longwell, una hora de viaje hasta Kensington. Veo el Jeep de Jacob y el Lamborghini de Theo cuando llego, aún no se van a la fiesta.

Supongo que Camila y Jacob van juntos.

Marco el número de mi departamento en el ascensor, entramos y tardamos una hora en elegir lo mío. Una hora menos que Camila. Eso es un récord Guinness para nosotras.

Cami se mete a bañar en el baño de visitas y yo en el mío, los recuerdos de este baño me hacen arder las mejillas.

Concéntrate Madison, no te dejes tentar del diablo.

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