Capítulo 1: Sentenced to Death

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Sábado, 12 de agosto de 1995, 8:03 a.m.
En la sala diez del Ministerio de Magia

Harry atravesó las puertas de la Sala Diez, sintiéndose aliviado por haber llegado casi una hora antes-.

Una fría voz masculina sonó en la sala.

-Llegas tarde-.

-No, no lo estoy-, dijo Harry. Sacó su varita y aplicó el Encantamiento Tempus. -Llego cincuenta y siete minutos antes-.

-La hora de tu juicio fue cambiada esta mañana-, dijo la voz. -Te enviamos una lechuza hace una hora. Se espera que llegues a tiempo, muchacho. Ahora toma asiento-.

Harry, molesto, murmuró -¿Cambiaron la hora del juicio esta mañana? ¿Es esto siquiera legal?-.

Mientras tanto, la voz señaló hacia una silla que estaba frente a él, y unos cincuenta hombres y mujeres. Los hombres y las mujeres llevaban túnicas de color ciruela con una elaborada W de plata en el lado izquierdo del pecho.

Cuando Harry se acercó a la silla, se dio cuenta de que había cadenas de acero sujetas a la silla, en la parte superior de las patas delanteras y en la parte delantera de los reposabrazos.

Cuando Harry se sentó en la silla, las cadenas traquetearon, como si Harry hubiera dado una fuerte sacudida a la silla.

-Ah, lo conseguí-, dijo una voz detrás de Harry, en la puerta. Al reconocer la voz, Harry apretó los puños. La voz volvió a sonar -No quiero perderme esto-.

Lucius Malfoy, que llevaba una túnica color ciruela, entró en la sala. Caminó, sin prisa, hacia la parte de la sala donde se sentaban los demás de túnica púrpura. Malfoy estrechó la mano de varios hombres antes de sentarse finalmente en una elegante silla de cuero negro con respaldo alto y el escudo de Malfoy en el reposacabezas.

Durante todo el tiempo que Lucius Malfoy, habiendo llegado tarde, tardó en atravesar la sala y en tomar su asiento, Cornelius Fudge, el hombre que presidía el juicio de Harry, no mostró ningún enfado ni pronunció una sola palabra de reproche.

Ahora todos los que llevaban túnicas color ciruela miraban a Harry. Lucius Malfoy tenía una sonrisa burlona; algunos miraban a Harry con expresiones muy austeras; mientras que los rostros de otros, allá arriba, mostraban miradas de franca curiosidad.

En el centro de la primera fila estaba sentado Cornelius Fudge, el Ministro de Magia. Fudge era un hombre corpulento que a menudo lucía un bombín verde lima, aunque hoy había prescindido de él; también había prescindido de la sonrisa indulgente que antes lucía cuando hablaba con Harry. A la izquierda de Fudge estaba sentada una bruja de pelo gris muy corto, pero con una cara que parecía de treinta años; llevaba un monóculo y parecía seria. A la derecha de Fudge había otra bruja, pero estaba sentada tan atrás en el banco que su rostro estaba en la sombra.

-Muy bien-, dijo Fudge. -Estando los acusados presentes -(por fin)- comencemos. ¿Están listos?-, dijo en la fila.

-Sí, señor-, dijo una voz ansiosa que Harry conocía. Percy, el hermano de Ron, estaba sentado al final de la primera fila. Harry miró a Percy, esperando alguna señal de reconocimiento por su parte, pero no hubo ninguna; los ojos de Percy, tras sus gafas de montura de cuerno, estaban fijos en su pergamino, con una pluma en la mano.

-Audiencia disciplinaria del doce de agosto- dijo Fudge con voz sonora, y Percy comenzó a tomar notas de inmediato -sobre las infracciones cometidas en virtud del Decreto para la restricción razonable de la hechicería de menores y el Estatuto Internacional del Secreto por Harry James Potter, residente en el número cuatro de Privet Drive, Little Whinging, Surrey-.

ANGRY, OVERPOWERED HARRY POTTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora