Gustabo García es una de las celebridades más importantes del país, y Jack Conway es el Superintendente de la ciudad de Los Santos.
Estos dos se conocieron gracias a un atraco en una joyería y desde ese momento han creado una relación cercana de ami...
-Venga, Horacio, cuéntaselo todo, de principio a fin. - Ahora ya me encontraba algo más calmado, el trayecto en coche me había servido para ordenar todo lo que había pasado en tan poco tiempo.
- De acuerdo. Todo comenzó cuando empecé a salir con Claudio, todo iba bien al principio, pero al pasar de los meses empezó a comportarse como un gilipollas, me insultaba y a veces hasta me golpeaba. Yo se lo dejaba pasar, porque lo quería, y pensaba que él tenía razones para hacerme eso. Pero hoy, fui a su casa a darle una sorpresa, ya que era nuestro aniversario, pero, al entrar, me encontré con que me estaba siendo infiel con una mujer. Hizo fuera a esa mujer y yo, a la hora de dejarlo, me empezó a golpear diciéndome de todo y amenazándome de que si lo dejaba me iba a arrepentir, y yo me fui corriendo a mi casa, porque tenia mucho miedo de lo que pudiera hacerme, y ahí fue cuando Gustabo, al verme, me dijo que fuera a denunciar - relato Horacio, con lagrimas corriendo de sus ojos.
Yo abracé a Horacio con fuerza, otra vez. ¿Cómo podía haber pasado tanas cosas por alto todo este tiempo?
-Madre mía, que bestialidad. Eso da a entender muchas cosas - dijo Conway analizando el aspecto físico de Horacio.
-¿Como decías que se llamaba tu ex-pareja? - le preguntó Volkov.
-Claudio - dijo Horacio sollozando.
-De acuerdo, ¿Sabe usted donde podemos encontrar a Claudio?
-Supongo que en el Hospital, trabaja allí.
-Vale, Volkov, ve con Horacio al hospital para buscar al tal Claudio y me lo traéis a Comisaria.
-10-4, Conway - dijo Volkov.
Volkov y Horacio salieron por la puerta del despacho de Conway. Y nos quedamos Conway y yo solos, otra vez.
-Por cierto, te quería decir algo, que se me había olvidado decirtelo antes - le dije a Conway fijando mi mirada en sus ojos marrones.
-¿Qué pasa? - me pregunto Conway con curiosidad.
-¿Sabes lo del video?
-¿Qué pasa ahora con el video? - preguntó intrigado.
-Que una cadena de televisión me ha pedido que agamos una entrevista, los dos - le solté con un poco de miedo
-¿Cómo? - pregunto exaltado.
-Pues que vamos a tener que hacer una entrevista, los dos, en la tele - le repetí. - Si tu quieres, no estás obligado a nada - me apresure a decirle.
-Joder, que sorpresa... - dijo Conway rascándose la nuca.
-Si...
-¿Y cuándo es? - preguntó.
-El mes que viene - le respondí tranquilo, por lo menos no se había enfadado.
-Vale.
Un silencio cómodo se quedó en el aire.
Paso media hora, y Volkov y Horacio entraron junto a un Claudio esposado.
-¿Pero que coño he hecho? - pregunto cabreado Claudio.
-Agredir y amenazar a su ex-pareja, física y verbalmente - le respondió Volkov muy serio.
-Pero si solo lo roce, no fue para tanto - se defendió Claudio.
-Una polla fue un roce, ¿No le has visto la cara? - dijo Conway señalando a Horacio y igual de cabreado que yo.
-Se lo merecía.
-Una polla se lo merecía, si es un amor, ¿Cómo alguien como Horacio se pudo merecer eso? - le dije al borde de las lágrimas de rabia.
Horacio me abrazo con fuerza y yo le correspondí el abrazo. De verdad me dolía no haber estado para Horacio.
-Claudio, serás llevado a federal por agresión grave a un ciudadano y más te vale no decir nada porque si no la condena se te aumentará - le dijo Conway rellenando unos papeles.
-¡TU PUTA MADRE, HORACIO, TODO ES TU PUTA CULPA! - le empezó a gritar Claudio, mientras Volkov se lo llevaba a la fuerza.
Yo me despedí de Conway y me lleve a Horacio hacia el coche, él estaba llorando. Al cerrar las puertas, se rompió aún más.
-Gustabo, es verdad, todo es muy culpa - dijo llorando Horacio.
-¿Qué dices? Nada es tu culpa, todo es culpa de ese enfermo - lo intente consolar.
-Si que lo es, siempre lo es.
-Escúchame bien, Horacio - le dije cogiendolo de los hombros haciendo que me miré. - No es tu culpa, recuérdalo, nada de esto es tu culpa, es su culpa, pero no la tuya, tu no has hecho nada - le dije seriamente.
Horacio asintió y lo llevé a casa. Estuvimos mirando películas y comiendo helado. A Horacio se le pasó la pena y pareció que en algun punto hasta sonrió. Yo estaba feliz de verlo bien, pero aterrado de que le volviera a pasar algo.
Esa noche, dormimos los dos en la misma cama, abrazados. Él necesitaba mimos y cariños después del susto. Y sin más, me dormi abrazado a mi mejor amigo y hermano.
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