.ೃ 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗼𝗿𝗶𝗴𝗶𝗻𝗮𝗹 ༘
Yang Jeongin perseguía un ambicioso sueño y Kim Seungmin, una vida que estaba más allá de su alcance. Jeongin vivía entre las cenizas de una ruptura que destruyó su ilusión de tener una familia y una vida norm...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
─────┈ • ⋆ 同谋 ⋆ • ┈─────
Jeongin tragó casi en seco. Agachó la cabeza y relajó su expresión.
—Seungmin, ¿por qué insistes tanto en hablar conmigo? ¿No se supone que me odias?
—Y te odio —respondió sin dudar—. Cuanto más te veo, más te odio. Pero eso no cambia que, como amigos que fuimos, estoy preocupado por ti.
El ambiente se calmó de repente. Entonces, se instaló un silencio tan penetrante que caló hasta los huesos de ambos. Y así fue hasta que Jeongin se levantó súbitamente de su silla y salió corriendo lejos de Seungmin.
Consternado, Seungmin dejó el dinero de la comida sobre la mesa y salió en busca de Jeongin. Calle tras calle, cuadra tras cuadra. ¿en dónde se había metido Jeongin? ¿Y por qué demonios era tan rápido? Al final, cansado de buscar, Seungmin caminó cerca de un lúgubre y húmedo callejón. Su mirada se encontró con una cabellera azabache que conocía muy bien. Jeongin se encontraba en una esquina del callejón, oculto en la oscuridad. Con su cuerpo recogido, Jeongin tenía la cabeza oculta entre sus rodillas mientras intentaba silenciar los gemidos de dolor que se escapaban de sus labios.
—Jeongin…
—¡No te acerques! —gritó, sin mirar a Seungmin—. Si te acercas, voy a terminar explotando.
—Entonces, explota. —Se acercó y se colocó frente a Jeongin. Se agachó hasta quedar a su altura. Delicadamente, comenzó a acariciar los cabellos ajenos—. Jeongin, no te reprimas. Cuéntame qué es lo que te hace sufrir. Deja que tu corazón descanse al menos durante unos minutos. Desahógate.
—Seungmin, a veces creo que es mejor morir. —Su voz sonó sumamente quebrada. Levantó un poco la cabeza. Sus ojos se encontraron con la preocupada mirada de Seungmin—. Nada de esto estaría pasando si no hubiese nacido.
—Jeongin, no digas eso, por favor. Puede que ahora te estén pasando cosas malas. Pero, seguramente, después…
—Ya no aguanto seguir viviendo esta vida —confesó, y unas lágrimas silenciosas cayeron por sus mejillas—. No quiero regresar a casa. No quiero ir a la escuela. Solamente quiero dejar de respirar y desaparecer de una maldita vez.
—Jeongin…
—¡Ya no aguanto! ¡Estoy harto de que ese hombre se crea con el derecho de golpearme solo porque me da un plato de comida y dinero! Si tan solo no ignorara todas las carencias que tengo… —masculló—. Estoy cansado de que mis amigos no me valoren y de que no me vean como su amigo; cansado de que todo me salga mal. Ya no sé si podré pasarme noches enteras vigilando que ese hijo de perra no vaya a golpearme. Yo… simplemente no quiero seguir viviendo esta vida.
