↻ Capítulo 07: Fragilidad

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Las cosas entre Jeongin y Seungmin no cambiaron. Jeongin siguió andando con sus supuestos amigos, y Seungmin se mantuvo oculto en la soledad. Sin embargo, algo había cambiado entre ellos, o mejor dicho, en Jeongin. Desde aquella vez, cuando los asfixiantes sentimientos que guardaba en su alma fueron bien recibidos por Seungmin, Jeongin sintió la necesidad de volver a desahogarse. Por eso, cada vez que se frustraba porque las cosas no mejoraban con sus amigos o porque su padre adoptivo estaba ejerciendo demasiado maltrato sobre él, en esas ocasiones, Jeongin y Seungmin acordaban verse después de la escuela. Así como esa vez, cuando Jeongin se encontraba sentado en un banco de un viejo parque mientras Seungmin lo abrazaba y lo hacía sentir mejor.

—¡Seungmin, te juro que ya  no aguanto! ¡No puedo mirarle la cara a ese viejo sin querer matarlo! —dijo Jeongin, mirando los moretones que tenía en sus brazos.

—Jeongin, sé que es difícil. Mejor dicho —suspiró—, nadie como tú puede comprender tu dolor. Nadie sabe cuánto estás sufriendo. Pero recuerda que es tu elección vivir de la forma en la que vives. Recuerda que todo lo haces por tu futuro.

—Lo sé, y eso es lo que más me enfurece de todo.

Después de que Jeongin se calmaba, se iba sin más, sin agradecerle nada a Seungmin, sin cuestionarse si aún seguían siendo “enemigos”. A fin de cuentas, Jeongin había cambiado: ya no le interesaba recuperar su amistad con Seungmin; ahora, solo le interesaba construir la imagen de un futbolista popular y con estudios. Y Seungmin lo sabía, sabía que aquel Jeongin no era el que solía conocer, y estaba bien con eso. No le importaba mantener una relación de conocidos mientras aparentaban odiarse. Después de todo, él también había cambiado, y mucho.

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Seungmin estaba acostado en su cama. Sus padres se habían ido a dormir; por lo que en la casa solamente estaba despierto él. El pelicastaño observaba a través de la ventana el cielo estrellado. Las estrellas estaban brillando mucho ese día. Mientras se sumía en la apacibilidad y hermosura de aquellos astros celestes, sus ojos se fueron cerrando. Repentinamente, su tranquilidad fue irrumpida por el retumbar de una llamada entrante a su celular. Ya casi eran las once de la noche. ¿A quién se le ocurría llamar a esa hora? Entre curioso y fastidiado, Seungmin agarró su celular. Entonces, vio que se trataba de Jeongin. Enseguida, contestó:

—Jeongin, ¿qué quieres?

—Seung… Seungmin. —El mayor se alarmó al escucharlo hablar tan débilmente—. ¿Me dejas que… quedarme en… tu casa… solo por hoy?

—Sí, no hay problema. Puedes quedarte. Pero lo importante es: ¿estás bien?, ¿necesitas que te vaya a buscar?

—No… no te preocupes —dijo Jeongin, en tono bajo y doliente—. Solo… solo mándame tu dirección.

꒰ 𝗰𝗼́𝗺𝗽𝗹𝗶𝗰𝗲𝘀 ⋆ 𝘴𝘦𝘶𝘯𝘨𝘪𝘯 ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora