.ೃ 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗼𝗿𝗶𝗴𝗶𝗻𝗮𝗹 ༘
Yang Jeongin perseguía un ambicioso sueño y Kim Seungmin, una vida que estaba más allá de su alcance. Jeongin vivía entre las cenizas de una ruptura que destruyó su ilusión de tener una familia y una vida norm...
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Después de aquella desenfrenada noche, Jeongin despertó solo. En la cama, solamente estaba él. Seungmin se había ido. Se había ido sin decirle nada. Seungmin no quiere que se le acerque nunca más, y Jeongin lo sabe perfectamente; pero, aun así, intenta actuar como si no lo supiera. Y lo comprende, comprende su distanciamiento. Jeongin no se ha cansado de jugar con sus sentimientos, incluso ahora. Pero eso cambiará. Jeongin ya no quiere hacer sufrir a Seungmin, así que se alejará de él. Se alejará por el bien de su hyung.
—Supongo que este es el adiós definitivo.
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Los días siguieron transcurriendo con normalidad. Jeongin se pasa todo el tiempo con sus amigos del club de fútbol. Hablan siempre de cosas superficiales: técnicas para patear la pelota, series nuevas, chicas, sexo. Jeongin en realidad no quiere estar allí, con ellos. Él desea estar con Seungmin, y así hablar de sus vidas, no solo de él. Jeongin se siente un completo imbécil. Siempre que tuvo la oportunidad de entablar una conversación profunda con Seungmin, la fastidió con sus acciones. Nunca pudo conocer los pesares de Seungmin. Y eso también es su culpa.
Suspiró.
Esa es su vida. Eso es lo que decidió ser. Pese a eso, Jeongin se come la cabeza pensando en lo que pudo ser, en todo lo que pudo haber hecho junto a Seungmin si sus decisiones hubieran sido otras.
Antes, no le importó conocer a Seungmin porque solo lo usaba como un entretenimiento para desahogarse. Pero ahora Jeongin piensa diferente; pues, aunque le costó mucho darse cuenta, comprendió que quería a Seungmin, y no como un conocido ni un amigo. Jeongin gusta de él como su pareja. Le comenzó a gustar por su dedicación, su sensibilidad y su perseverancia.
Seungmin siempre estaba para él, pero él nunca estuvo para Seungmin. Entonces, es inevitable que esos pensamientos invadan su mente: “Ojalá pudiera cambiar las cosas”, “Ojalá nunca lo hubiese lastimado tanto”, “Ojalá pudiera estar a su lado aún, cumpliendo nuestros sueños”. Pero es imposible. En su país, no ha habido nunca un futbolista con novio, y a los que se descubrió que eran homosexuales salieron muy mal parados. Jeongin no quiere eso para él. Le gusta Seungmin, sí, pero sigue teniendo ambición y no abandonará sus sueños por un “amor de juventud”.
—Jeongin, ¿acaso no estás emocionado? —preguntó Jisung, emocionado—. ¡La semana que viene tendremos nuestro primer partido importante! ¡Ahhh, estoy tan emocionado! ¡Le vamos a dar una patada a esos tontos de la escuela Kwang!
—Ya, ya, cálmate, Jisung. Parece que vas a matar a alguien —dijo Chan. Después, su mirada se posó en Jeongin, quien estaba un poco distante—. Jeongin, ¿estás bien? No te veo con buena cara.
