🌌~Prólogo~🌌

85 13 55
                                    

Hugo (1999)


Las calles de Madrid son una auténtica locura a cualquier hora, lo bueno de conducir una moto es poder moverme con libertad por cualquier rincón. Antes de llegar a la facultad decido hacer una parada en casa de Agus, uno de mis amigos de la infancia. Es el capullo con mejor suerte de la historia, a su padre le toco la lotería y no se le ocurrió otra cosa que invertir su parte en un invernadero cerrado de Marihuana. Su última plantación es de las mejores y en época de exámenes no hay nada que me tranquilice más. Al llegar toco el timbre, en su lugar es la señora Pérez quien me abre la puerta. La mujer está acostumbrada a verme rondar su casa de manera habitual, su trato es amigable y me cuida como a uno de sus hijos. 

 —¡Hugo! ¡Qué alegría verte! Pasa hijo, hice galletas. ¿Has desayunado? — Paso Al interior, siguiendo a la mujer por el gran pasillo. —¿Café? 

 —No mamá, hemos quedado y no tenemos tiempo de desayunar. —Espeta Agus saliendo del dormitorio, después se acerca a su madre para besar su mejilla. — Pero no diré que no a tus riquísimas galletas. — la mujer le mira con el ceño fruncido y los brazos en jarra. 

 — ¡Agustín Sánchez Pérez lárgate antes de que te infle a collejas! Espero que este semestre tus notas mejoren, porque si no tendré que matarte. 

 —¡Guapa! — Grita el mientras aprieta los carrillos de su madre. —Anda márchate ya, adulador. — La mujer ríe. Ella me cede el plato y aprovecho para coger un par de galletas caseras. Su sabor es exquisito, tanto que me recuerda a las que hacía mi abuela cuando aún vivía.

 —Rosa, están riquísimas. — Suelto antes de que mi amigo me arrastre hacia el exterior. Al salir fuera el barullo de la ciudad nos invade, le cedo un casco a Agus y yo me coloco el otro montando ambos en la moto. 

 —¿Has traído eso? — Niega con la cabeza. 

 —No seas flipado, en casa de mis padres ni loco tío. Está todo en el Prado, vamos allí que te tengo que pedir un favor. — Observo sus gestos antes de meter la llave en el contacto, está demasiado nerviosa. Hace una pausa larga y espero a que responda, sin embargo, se queda callado. 

 —¡Vamos! ¡Dime! — Agus resopla. 

 —No, tío, arranca ahora te cuento en un lugar más seguro. — Su voz es un susurro, puedo escuchar como tiembla con cada palabra que articula. 

 —¡Otra movida no! Primero los tipos que nos dieron aquella paliza y luego cuando nos arrestaron por tu gran idea de ponerte en la esquina a dos manzanas de la comisaría a pasar la María. — Me masajeo, la sien frustrada por los recuerdos. 

 —¡Qué no gilipollas! Esto es un negocio cojonudo. Confía en mí, si me ayudas te llevarás un buen picó. ¿No necesitaba tu hermana brackets? — Ahora producto de la presión frotó mi rostro. 

 —Vámonos y ahora me cuentas, que al final llegamos tarde a segunda hora también. En la moto el silencio se hace presente, está claro que la ida y vuelta al invernadero va a impedir que haga mi horario con normalidad y después de ver como mi padre estaba pluriempleo para pagar cada pago por mis estudios, me replantee todo de otra manera. Mis notas habían mejorado, las prácticas eran perfectas y la relación en casa había mejorado. No quería volver a decepcionarles. 

 El trayecto hasta el lugar me había hecho reflexionar, tal vez dedo mantener la distancia por un tiempo con Agus, terminar la carrera y luego ya ver como continúa todo. Cuando apago el motor sin darme cuenta de ello, observo que ya hemos llegado al Prado. Muevo la cabeza para quitarme lo aturdido que me encuentro, mi amigo se baja y deja el casco para ir y retirar los candados. La nave por fuera es espectacular, toda verde con grandes enredaderas. El nombre "El Prado" reposa sobre nuestras cabezas en un enorme cartel de color Violeta. Siempre me ha gustado ese color y por eso se lo sugerí para utilizarlo. En el interior todo está a oscura, pero pronto se hace la luz y un gimnasio de gymkhanas, rocódromos y diversas pruebas de agilidad se expanden en toda su grandeza. Sin embargo, lo bueno se esconde mucho más allá. En una de las placas de escalada, moviendo la piedra exacta, una puerta se deja ver. Eso nos permite descender al sótano, el cual tiene los mismos metros que la parte de arriba, dividido en múltiples habitaciones. 

PROYECTO MENTE 🧠 EL MAL DE VIOLETA[BORRADOR][+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora