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Aún me encuentro con Hernán en la consulta, mis piernas se niegan a obedecerme y espero para despertarme de esta realidad inventada en mi cabeza. Como un cazador persiguiendo a su presa se mueve tras de mí, cuando me quiero dar cuenta me encuentro arrinconada contra el escritorio. Se desplaza despacio, es como si no quisiera asustarme.

Su mirada se posa en la mía, sintiendo su intensidad, llegando abrumarme. Antes de que pueda dar su siguiente paso su busca suena, debe cogerlo, puede ser una urgencia. Comienzo a respirar de nuevo con normalidad, agarro mis cosas y salgo rápida hacia fuera. Estoy nerviosa y el calor se ha subido a mi rostro, doy gracias al uso de mascarillas en el hospital, pueden disimular mi vergüenza.

El móvil comienza a sonar en el bolsillo de la bata, al comprobar quien es veo que tengo un mensaje:

[*Hernán*: Tenías mucha prisa por lo que veo.]

[*Hernán*:Nos queda algo pendiente.]

Siento mucho calor de repente y no me disgusta. Prefiero dejarle en visto y no contestarle. Regreso a casa para descansar, estudiar y tomarme tiempo para mí. Como algo y después me refugio bajo el agua caliente de la ducha. Me relajo bajo esa cascada protectora de mi soledad, dejándome arropar por el calor que desprende su agua. Este momento lo disfruto, no quiero que nadie me lo estropee, a continuación mientras me seco observo mi cuerpo desnudo frente al espejo. Mi piel es demasiado blanca y por ello las marcas de mi torpeza me adornan como la pintura en un lienzo.

Cansada me dirijo al dormitorio, al abrir el cajón de la ropa interior veo como el succionador que me regalaron las chicas está ahí. Le puse hasta nombre a ese jodido aparato.

—"Romeo".— Susurre. Y es que me daría lo que quiero sin engañarme con poesías. Cuando se quedara sin batería solo tenía que cargarlo y únicamente me tenía que aguantar a mi misma. Que ya es bastante difícil. Suspiro al mismo tiempo que aprieto el botón de encendido y lo acerco a mi piel acariciándome con cuidado sintiendo su vibración. Al llegar a mi bajo vientre lo adentro al interior de la ropa interior donde mi intimidad espera candente por su contacto. Las sacudidas que hace el aparato al aspirar sin más control que el de mi mano provocan que una corriente eléctrica sacuda mi espalda.
Muerdo mi labio inferior al mismo tiempo que sujeto con la mano que me queda libre el edredón de la cama. A mi mente viene su recuerdo, su cabello castaño, su semblante serio y su gran atractivo.
Me lo imagino hasta con la bata que viste a diario en cada consulta. Niego cada pensamiento frenando en mi acción, confundida por lo que mi mente inconsciente desea paro, mi respiración está agitada y me pregunto ¿por qué él?

Hace tan solo un par de días no podía dejar de pensar en Tara y sin entender la razón mi mente era ocupada por otra persona. Sin reflexionarlo dos veces continuo, manejando con maestría aquel dichoso aparato que podía volverme loca. Consiguiendo que me retuerza de puro placer. La tensión provoca que estire mis extremidades inferiores, un pequeño cosquilleo en la parte baja de mi abdomen provoca que mi cuerpo se mueva por estímulos. Terminando finalmente con mi danza solista, dejo caer a un lado el provocador de mis suspiros y después me quedo acurrucada en la cama.

Mi móvil vibra sobre la mesilla, solo puedo preguntarme quien puede ser. Un par de mensajes de Claid se reflejan en la pantalla.

[*Claid*:¿Qué tal te encuentras?]

[*Claid*: Te veo el viernes.]

Me echo a reír al leer el segundo mensaje, estaba tardando demasiado en reclamar mi atención. Sin ningún ánimo preferí dejarle en visto, ya tendría tiempo de contestarle. Solo quería descansar, imposible conciliar el sueño, fui al servicio y me preparo la bañera. Mientras espero que se llene un poco más repaso, los chats de hace un rato y abro el del doctor Hernán. Dudo si contestar, sintiéndome valiente, me animo a jugar a eso que se propone y que no entiendo como puedo llegar a salir, pero aun así me quiero arriesgar.

PROYECTO MENTE 🧠 EL MAL DE VIOLETA[BORRADOR][+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora