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Gorka me recibe en la puerta del Moore's, al verle no puedo evitar tragar saliva por lo que se avecina. Sabía que tarde o temprano la familia del argentino pediría justicia. Lo saludo de manera amistosa, sin perder la relación que mantenemos. Al sentir el contacto de su abrazo, me siento un poco más segura. Expulso el aire de golpe y mi corazón se acelera por los nervios. Latiendo sin ningún control, al mismo tiempo que camino sobre el frío piso de la pista. Mi compañero no dice nada, me abre paso y me lleva hasta la zona VIP. Allí espera una voluminosa figura bajo las cálidas luces azules. Apenas puedo apreciar su rostro, pero, si decir que es bastante alto.

Me siento sin que él se crea con la potestad de permitírmelo, ahora soy yo quien protege el club. Le guste o no, yo estoy al mando en este momento. Sé que a Claid no le importaría, entonces me acuerdo de él. De lo bien que nos sienta la separación sin negarme que lo echo de menos, y de lo atada que estoy a él sin querer. Siempre me aferro a ese lado bueno que se niega, escondiéndola bajo esa pose de capullo integral. Pero, si viere en todos los problemas que me meto, me mataría.

—La chica de las rosas. — en mi interior colapso. Qué mal ese acento argentino que me parece una dulce debilidad, necesito que diga algo que me haga repudiarlo. Él hace una pequeña pausa. — No te imaginaba así. — ignoro su comentario, aprovechando para mandarle un mensaje a Claid. Qué sepa, que a pesar de todo continuo de su lado.

—*[Violeta]: Estoy en el club, el hermano del argentino está aquí. Intentaré darle largas. Solicita verte, espero que estés bien. *— antes de levantar la cabeza suspiro de la manera más sutil, para mantenerme en el papel y mostrar un semblante serio e imponente. Alzo una ceja al fijarme en el físico del hombre que es alumbrado por el único foco del lugar. Es mucho más joven que su hermano, no logro encontrar parecido entre ellos. También debo reconocer que ambos son muy atractivos. Su físico no tiene nada que envidiar a un modelo o actor. Siempre he pensado que los argentinos, en general, son bastante guapos. Bueno, salvo aquel compañero de tercero de la ESO. Pobrecito, no era nada agraciado. Me detengo en observarle mucho mejor, desde sus rasgos hasta el peinado que lleva. Pelo castaño, como un caos que se alza sobre su cabeza. Una mirada intensa de color claro y un chulesco gesto acompañado de una pícara sonrisa.

—Pues...—cambio de posición apoyando los codos sobre las rodillas y después chisto. —No puedo decir lo mismo, aún no sé ni quién eres. — una carcajada sonora nos rodea, su mirada se agudiza y la expresión en su rostro pasa a ser de odio. Con agresividad se enciende un cigarro y exhala antes de continuar.

—Che, una pregunta, ¿los vestidos de gato solo los reservabas para mi hermano? No le veo el buen gusto a tu estilo de motera. —el mismo gesto que antes se instala en mi rostro, con una ceja saludando a su incoherente comentario.

—¿Por qué? ¿Tienes necesidad de que me robe tu atención si me pongo uno?

—Ah, la puta. Si escuche de tú agrande. — un sonido ronco matifica la última palabra. — ¿Sabés cómo te rompería esa boca a piñas? —golpea el puño sobre su otra mano abierta, demostrando el poder que cree tener — el recuerdo de Rodrigo diciéndome frase muy parecida. Eso me hace volver a aquella noche, de manera inconsciente rozo el lado de la cicatriz que me dejo ese hijo de puta. Aún sigue fresca, el simple roce de mis dedos genera una sensación desagradable y amarga.

—¿Qué ostias quieres? — espeto molesta. Mis nervios se disparan, no puedo tolerar que se ría de mí. Sé que tengo que tener cuidado con estos tipos y mantener desaparecido al argentino es una bomba de relojería.

—¡Decime donde tenés a mi hermano, turrita! — exige sin levantar mucho la voz. —resoplo, molesta, entiendo que me está llamando zorrita o algo similar, y niego con mi dedo índice. Una de las camareras nuevas llega con la bandeja alzada y una botella con un par de copas que sirve en la mesa. Ella nos muestra el etiquetado para la cata, gesto innecesario, ya que nadie pagará esa consumición, y ambos aprobamos con la cabeza. Yo me quedo observando al argentino antes de contestar.

PROYECTO MENTE 🧠 EL MAL DE VIOLETA[BORRADOR][+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora