Capítulo 15.

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ʜᴏʏ ɴᴏ, ꜱᴀᴛᴀɴ

Me dio lástima y podría decir que llegué a sentir "compasión" por ella. Sabía que Nicholas Dingley había sido importante para ella. Esa misma noche había salido a hacer exactamente lo mismo que había salido a hacer ella; ir a un bar, beber alcohol y recordarlo de buena manera.

Estaba cerca de unas mesas en las que estaba la rocola y me sorprendí al verla sentada en una mesa con su mirada perdida mientras sujetaba una botella de vodka en su mano. Habían un par de sujetos en el bar que se la comían con la mirada, ella no lo había notado, pero yo sí. Robin no parecía estar interesada en ellos, hasta que se levantó del asiento y sacó un par de billetes al frente del tipo que estaba con la rocola. Observé todos sus movimientos con atención y en cuanto el tipo tomó los billetes, ella volteó, en ese momento me encontré a mí mismo mirándola como varios tipos en el bar lo hacían. Sentí asco de mí mismo, nunca hubiera pensado mirarla de esa manera, pero no pude evitarlo, andaba unas botas combat de color negro, un short negro en el que se podía ver a la perfección sus piernas de color canela, una camisa de tirantes negra y una chaqueta de cuero. Nunca pensé que miraría a esa mujer que hace años había sido lo peor que me había sucedido, aunque aún es lo peor que ha sucedido en mi vida.

Un fuerte estruendo me sacó de mis pensamientos y al verla completamente fastidiada y molesta con el tipo de la rocola, decidí interferir. Además, sabía que el tipo era alguien peligroso, debía detenerla a toda costa.

En cuanto le dio un puñetazo al tipo en la cara, recordé la vez que había hecho lo mismo conmigo, sólo que yo tenía trece años y ella diez, eso había estado jodido y la había odiado tanto, aunque supongo que lo merecía. Ella se estaba defendiendo una vez más y eso me había dejado boquiabierto en aquellos años, al igual que ahora.

En cuanto la vi llorar fue como un pequeño flashback para mí. Había regresado a la época en la que hacía todo lo que fuera para hacerla sentir mal por mis bromas pesadas o mis malos tratos, sólo que ahora no lloraba porque la molestara, ella lloraba por la pérdida de uno de sus mejores amigos. Mi corazón se ablandó y se me ocurrió abrazarla sintiendo que en cualquier momento ella me golpearía como al tipo del bar, pero no fue así. Ella respondió a mi abrazo y eso me sorprendió un poco.

Le conté de mi pequeño apartamento y la invité, ella no se veía muy convencida pero lo aceptó al final. Esa misma noche había bromeado con ella en un par de ocasiones pero siempre me mantuve distante, todo el maldito tiempo. Mi orgullo era demasiado grande.

La escuché sollozar en la noche y abrí la puerta de mi habitación con mucho cuidado solo para saber si en realidad estaba llorando y no era mi imaginación, pero sí, en efecto lo estaba haciendo.

Recosté la cabeza en el marco de la puerta y quise ir de nuevo, quise pedirle que no llorara porque me traía malos recuerdos, pero parecería un lunático si lo hacía.

Decidí salir de la habitación con mucho cuidado, caminé lentamente a la cocina y busqué un sobre de té, calenté un poco de agua en el microondas y en cuanto terminó de calentarse el agua, le hice un té de manzanilla. Claro, para estas alturas ella había dejado de sollozar, aunque realmente sabía que tenía ganas de seguir llorando. Tomé la taza con el té que había hecho y caminé hacia dónde ella estaba. Posicioné la taza enfrente de ella sin decir nada, ella se limpió unas cuantas lágrimas del rostro y tomó el té sin siquiera mirarme, supuse que quizás estaba apenada por la situación.

Ella tomó la taza y se la llevó a la boca, tomó un poco y suspiró:
—Gracias —susurró—. No quería ser una molestia, lo siento.

—Ya deja de decir eso —le pedí con seriedad, ella me miró y asintió—. Como dije antes, sé que es difícil y no pretendo ser un insensible respecto al tema.

𝐃𝐀𝐌𝐍 𝐘𝐎𝐔 ━ Nikki Sixx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora